Todos somos seres sociables, establecemos relaciones con otros, algunas más estrechas, cercanas e intensas, como las de padre con hijo, las de hermanos o amigos, y otras no tanto.Cuando una persona cercana “deja de ser o fallece” hay un gran vacío; un hijo, un padre, un hermano, un amigo que se “ausenta definitivamente” producen un gran dolor por la ausencia, que no se puede medir y sólo lo siente el que lo sufrió.Un padre o madre que se “va” temprano, un hijo que “nos deja” antes que sus padres dejan su marca indeleble, ¿podemos sacar una enseñanza?, desde que nacemos sabemos que “todo tiene su tiempo, y todo tiene su hora, tiempo de nacer, tiempo de vivir y hora de dejar de ser”, como dice Eclesiastés. “Un señor serio, todo de negro, se presentó mostrando credenciales que decía: ‘Notificador del fin de una etapa’. Pedro lo vio con miedo y dijo ¿Qué período habré terminado?, trabajo mucho, ¡Sí!, veo poco a mi familia, pero ellos disfrutan lo que gano, aunque mi hijo adolescente me salió medio ‘loquito’ y mi hija menor no me habla.El hombre de negro habló pausado, -Se terminó su crédito Pedro, prepárese para el viaje, nada de súplicas y sin pedir otra oportunidad.¿Adónde iré?, ¿Podré decirle a mis queridos que los amo, hace rato no lo hago?, pensó Pedro, -pasé tanto tiempo haciendo tonteras, -Yo fumo mucho, la panza me tapa la ingle y se bambolea al caminar, ya olvidé cuando jugué un fulbito, es tarde para lamentos. -Y también olvidé desde cuándo engaño a mi mujer, ¿Ay, si pudiera volver atrás? Dijo el hombre de negro -Usted tenía todo el crédito en sus manos, pero no lo usó bien, ahora debe pagar. Así que por favor a la brevedad pase por la sección contable del Banco a pagar o renovar su crédito”.Todos tememos a la muerte y también a la muerte de los muy queridos, hay duelos difíciles de superar, donde cada uno reaccionará de forma diferente, según la cercanía emocional con el ausente, una pérdida inesperada y súbita de un joven suelen ser las más dolorosas, ¡Pero no hay regla!Sentimos que caímos en un pozo profundo, sin esperanzas ni expectativas, sin ver una luz, pero a pesar del dolor debemos salir adelante, buscando ayuda de queridos o de un profesional, cuando sea necesario.Dolor, rabia, pérdida de esperanza, impotencia, depresión, angustia, culpa, aflorarán inevitablemente y se deben manejar, sabiendo que podemos dejar gran parte de la vida.Debemos sobrellevar la ausencia y convivir con ella, sin dejar de amarlo pero hay que reorientarlo hacia otros, quizás con actividades en grupos solidarios, u otra actividad.Hay que digerir lo sucedido para continuar con una vida emocional y espiritual saludable, una situación termina e iniciamos un nuevo camino con la tristeza a cuesta.Nuestro estado espiritual puede transformar lo negativo en una nueva posibilidad, definiendo la situación; si claudicamos y caemos, o nos levantamos y sobrellevamos el dolor. “¿Qué pasa cuando el mundo se te viene abajo? hay que buscar el nuevo sentido de la vida y sobrevivir, transformando el dolor en una nueva oportunidad de desarrollo, aprendizaje y sentido”, nos dice V. Frank, quien sufrió el holocausto durante la Segunda Guerra Mundial (1942) en un campo de concentración nazi, allí murió su madre, padre, hermano, cuñada y esposa, casado nueve meses atrás.“Me encontraba solo con mi existencia literalmente desnuda” dice Frank, sin sus seres queridos, sin profesión (psicólogo) ni pacientes, sin su hogar ni pertenencias, ni su libro a punto de publicar.En el campo de concentración perdió el sentido de lo que poseía, apareciendo un nuevo sentido “sobrevivir”, prometiéndose no matarse y aprender de esa terrible situación, para luego servir a otros.Para V. Frankl no fue fácil, durante sus años de prisionero comió basura, trabajó en forma inhumana, presenció atrocidades, enfermedades y muertes día tras día; pero sobrevivió apoyándose en la experiencia del amor de su familia y de su esposa, que le daban la fuerza para continuar luchando, “el amor es la meta más elevada y esencial a la que puede aspirar el ser humano… la plenitud de la vida humana está en el amor y se realiza a través de él”, escribiría después.También se apoyó en la vivencia de la naturaleza disfrutando el atardecer, recitaba poesías, cantaba o recordaba obras de teatro en el encierro, vivían con buen humor, contando chistes y se reían de su situación desastrosa neutralizando la depresión, recordaba su pasado ansiosamente para soportar la pobreza espiritual del presente, enriqueciéndolo con vivencias anteriores.Aprovechaba la soledad para recuperar algo de su intimidad y privacidad, vivenció la espiritualidad, orando a diario solo y en grupo, cantaban salmos en hebreo, siendo la oración un diálogo íntimo con el más íntimo de sus amigos, Dios.V. Frankl creyó que debemos honrar el sufrimiento que nos toque con valentía y amor, y vivir para algo, su experiencia la transcribió en el libro “El hombre en busca de sentido” considerado uno de los diez libros que han cambiado el curso de la humanidad.Pero ¿cómo consolar a los que perdieron un ser amado?, en el momento no es fácil saber que decir, podemos tener buena intención, repetir frases hechas como “él está en mejor lugar”, “Dios lo necesitaba”, “vivió una vida completa”, “era una almita perfecta”, “yo sé cómo te sientes”, “la vida sigue”, “pronto te vas a sobreponer”, “tu pena pasará rápidamente”, o “tienes toda una vida por delante”.Estas son expresiones con buena intención, para disminuir el dolor propio y ajeno, que no siempre reconfortan y consuelan, algunas hasta molestan. El consolador sabe de su situación difícil y de su incapacidad para sentir el dolor del familiar afectado, pero su sentimiento al ver sufrir al otro es de consuelo.Debemos ser respetuosos, sensibles y cuidadosos, es una situación difícil, confusa, difícilmente encontraremos palabras y reflexiones sabias y compasivas, una palabra equivocada puede generar más dolor, por eso antes que hablar frases sin sentido “es preferible no decir nada”.Aunque parezca ilógico nuestro silencio, un oído atento junto a un corazón sincero también es un consuelo para el que sufre, no hay errores. El silencio nos identifica con el sufriente y si hay algún comentario surgirá espontáneamente. Si puedes decir lo que sientes con una palabra, “no uses cuatro”, y si no sabes que decir “mejor calla”.




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