Judith Lorena Jacob comenzó a pintar mandalas para escapar del estrés del trajinar diario, hasta que encontró en la vitrofusión mucho más que una terapia.
El arte ayuda a comunicarse mediante un lenguaje diferente; además, la ausencia de diálogo invita a un proceso de introspección y redescubrimiento, esta búsqueda fue la que acercó a Judith Lorena Jacob a la vitrofusión, una actividad que la conquistó, al punto de dedicarse casi exclusivamente a ella.
Para escapar un poco de la locura en la que estaba sumergida, un poco por la profesión que había elegido y otro por el trajinar del día a día, en 2014 le recomendaron pintar mandalas, me enseñaron cómo dibujarlos, me dediqué a buscar en Internet qué significan, me compré libros y lo usé como terapia para ir conociéndome, en mi vida no había pintado, hacía actividades plásticas en la primaria y en la secundaria, pero nunca me dediqué a las manualidades, recordó Lorena.
Y añadió que sus amigas comenzaron a pedírselos, entonces, con ayuda de otra, creó una página en Facebook, Mandalas Iantra, en la que se puede disfrutar de todos sus trabajos, que en marzo de 2016 tomaron otro rumbo, a partir de un curso que tomó con Ernesto Engel que la acercó a las artes del fuego, quien me enseñó muchas técnicas, me explicó cómo se trabaja, hicimos moldes, trabajamos con vidrio molido, es una persona muy agradable y muy abierta al explicar, apuntó.
Pero su sed por aprender la llevó un poco más allá, una vez que terminé el curso, que me encantó, llegaban los viernes y rogaba que sean las 15 para ir a la clase, que era de 16 a 19 o a 20, en mayo, el día de mi cumpleaños, hice las valijas y en junio me fui una semana a Buenos Aires, donde aprendí otras cosas y me perfeccioné en lo que ya había trabajado aquí, señaló la artista.
Además, se compró libros y fue animando a probar, a experimentar, a ver qué podía ir modificando, es decir, fue buscando su estilo. Trato de lograr objetos que a las personas les gusten, que sean diferentes, no siempre lo mismo, estoy haciendo platos y guardas, por lo que preparo varios modelos para que la gente elija, porque son cosas que van a durar prácticamente toda la vida y deben gustar, recalcó.
Es que no se quedó con lo aprendido, ese mismo año una especialista dictó cuatro seminarios en su casa, en los que se incluyeron temas como cortes, técnicas de esmaltado.
Apostar a mucho más
Desde hace una año ya, me estoy dedicando casi exclusivamente al vidrio, hago suvenires, bijouterie, estoy viendo de reciclar botellas, con las que se pueden hacer lindos copetineros, ceniceros, también empecé a hacer bachas, que me encantan, para las que también hago modelos pequeños, que se usan para otras cosas y cuando son del agrado de la persona se hace en el tamaño real. Uno de mis desafíos es que me conozcan por lo que hago y poder posicionarme en el mercado, estoy tratando de vender por Internet, en octubre estuve por primera vez en la Feria de Artesanías Misionera, fue una muy linda experiencia, también participé de la Expo Mujer y la Expo Respiro, confió Lorena.
E hizo hincapié en que otros de sus objetivos está puesto en seguir perfeccionándome, soy una persona que siempre busca saber un poco más, creo que está bueno ir implementando, probando con otros elementos, con herrería, orfebrería, cerámica, siempre estoy tratando buscar algo más, porque el vidrio tiene miles de cosas para hacer y miles de técnicas y forma de trabajarlo, pero cada cosa lleva su tiempo y su costo, conocimientos que comparte también dando clases.
Una vía de escape
En el vidrio encontré un trabajo y una vía de escape, porque lo empezás a hacer y es como que el mundo se para, no hay horarios, te perdés en el tiempo y te compenetrás tanto que te olvidas de todo y surgen ideas nuevas, el mezclar esmaltes, por ejemplo, que es muy difícil, porque no siempre son compatibles, además tenés que tener mucha imaginación porque una cosa que tienen los pigmentos del vidrio es que no tienen el color con que lo ves, recién obtenés el color cuando pasan por el horno, podés imaginarte una pieza, la pensás pero al abril el horno es completamente otra, porque la temperatura y el esmalte sorprenden.
Fotos: gentileza J.C. Spaciuk
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