Todavía estaba oscuro este miércoles de madrugada cuando Mariela Vera salió camino a Puerto Iguazú. Esperó largas horas en un frío salón para ser atendida por un juez que le indique qué hacer para poder internar y así salvar a su hijo Brian de las adicciones. La gota que colmó el vaso fue el lunes, cuando le avisaron que el joven de 22 años estaba nuevamente detenido tras ser encontrado en las calles de Esperanza, caído víctima de su adicción al paco. “No voy a dejar que mi hijo se muera seco como un perro en la calle”, sentenció Mariela en diálogo con PRIMERA EDICIÓN. No piensa bajar los brazos y lo hace por Brian, su hijo. “Ni a mi peor enemigo le deseo la situación que yo vivo”, dijo Mariela. Los problemas con Brian comenzaron hace siete años aproximadamente. “Yo trabajaba y ellos se quedaban solos cuando volvían de la escuela. No estábamos con mi marido porque los dos trabajábamos”, recordó Mariela. En un primer momento la situación era manejable: Brian comenzó a fumar marihuana pero se mantenía tranquilo. Con el paso del tiempo cambió la marihuana por el paco y la situación comenzó a empeorar.Su familia no lo abandonó. Por el contrario, se contactaron con todas las personas posibles para que Brian pueda ser atendido y así superar su adicción. Esa que estaba haciendo estragos en su salud. Fue así que lograron una entrevista en el instituto Reto a la Vida de Eldorado. Lo acompañaron en tres encuentros para que allí se interioricen de la situación de Brian y el joven salió sorteado para internarse en Reto Buenos Aires hace dos años. Lo llevó su papá mientras Mariela estaba embarazada de su hijo menor. Estuvo una semana y abandonó porque “no le gustó el trato de los otros chicos”. Su papá volvió a buscarlo porque “peligraba su vida allá en Buenos Aires. Fue el papá y lo trajo de vuelta”. De regreso en Esperanza, se esmeró en recuperarse. De vez en cuando tenía sus recaídas, pero ponía de sí para estar mejor. Así pasó un año. Este 2017 “le dije que basta de esto, que nos estaba haciendo vivir cosas que no teníamos que estar pasando”. Mariela comenzó a llamar a Posadas y con ayuda de sus vecinos pudo internar a Brian en el Centro Monoclínico Manantial. Estuvo tres días con suero y medicación, y por problemas con otro de los internados, dejó la institución una noche pero volvió al otro día. Ya no lo dejaron entrar y lo pusieron como paciente ambulatorio. “Igual ese domingo me había dicho que él no quería la medicación, que vaya a buscarlo, que ese no era el trato”, recordó Mariela. Sin lugar donde quedarse en Posadas, le pagaron su viaje de regreso a Esperanza. Todo esto ocurrió este octubre. Su adicción lo retrasó en la escuela. Iba a la nocturna y su papá se encargaba de llevarlo y buscarlo, hasta que de a poco le dijeron que debía hacerlo solo. Días después, los horarios de regreso comenzaron a extenderse y Brian volvió a las calles. Al día de hoy no terminó la secundaria y su adicción empeoró. El paco “lo está fulminando”, dijo su mamá. Este miércoles por la mañana, tras su regreso de Puerto Iguazú, fue a buscarlo a la Comisaría. Lo vio como nunca una madre merece y debe ver a su hijo. “Tiene los labios blancos, partidos y la lengua hecha un desastre”, dijo Mariela. Tan deshidratado lo vio que le ofreció ir al hospital local para ponerse un suero. Él le dijo que sí. “Estos chicos están cinco días sin comer ni tomar agua, solo consumiendo eso”. Una sola luchaEste jueves Mariela llevará a Brian a Eldorado para que lo vea un médico que deje constancia del estado de salud en que se encuentra el joven. “Necesito certificados médicos para llevar al Juzgado, porque mi lucha es que él se pueda internar por su voluntad o contra su voluntad”. Esta realidad es algo que la indigna: nadie lo quiere aceptar si Brian no va por su propia cuenta. “En la clínica en la que pregunté me dicen que si él no quiere internarse no lo pueden obligar, solo haciendo los trámites y si lo dispone un juez voy a poder internarlo”, y si vuelve a escaparse “el juez de Iguazú dictaminará que lo busquen”. En ese camino se encuentra Mariela. “El juez es lo último que me queda. Esperemos que Brian se ponga las pilas, porque depende de él también”.Gracias a contactos de la zona, Brian ya tiene un turno en Salud Mental de Eldorado. “Ojalá él se decida y vaya por su propia voluntad, pero por las dudas voy a seguir estos trámites en el Juzgado, porque si él vuelve a irse, ya tengo estos papeles conmigo”, dijo Mariela. Otras madres de la zona de Puerto Esperanza se enteraron de su lucha y quieren sumarse: también tienen hijos adictos y quieren tratarlos aun contra su voluntad. “Es impresionante cómo me llaman las mamás porque tienen a sus hijos en la misma situación y no saben qué hacer”, dijo Mariela y agregó que “golpeamos puertas y nos dicen que no pueden hacer nada por nuestros hijos si ellos no quieren y eso, como mamás, no lo aceptamos: un chico adicto debe internarse, quiera o no”.Las mamás quieren hacer una marcha pacífica como la última carta que les queda por jugar a favor de la vida de sus hijos. “No queremos más centros de atención, porque hay, pero no hay chicos adentro, porque los adictos no quieren ir y son las mamás las que sufren y deben ver morir a sus hijos”. Este es el principal miedo de Mariela: “Yo ya dije, no voy a permitir que mi hijo muera en la calle seco como un perro”.





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