¡Hola queridos amigos!Con el décimo ítem que desarrollaremos hoy, completaremos el “Decálogo de Paz”, que vale la pena repasarlo para luego poder hacer una conclusión.1) Mantener la calma ante cualquier circunstancia.2) Ser indulgente con el enemigo.3) No murmurar ni hacer caso de la maledicencia.4) Dar la paz y transmitir la paz.5) Bendecir siempre y en todo lugar.6) Agradecer siempre y ser agradecido por todo.7) Amar, amar y amar.8) Ser, dejar libre al Ser que habita en ti.9) Hacer brillar la luz que no tiene fin.10) Comprender y ser tú mismo. Actuar desde la intuición.Veremos primero, entonces, lo que es la intuición. Es una estructura de pensamiento que se forma en el subconsciente y sale a la luz de la conciencia, en un lapso brevísimo. Debe el hombre aprender a reconocerla y realizar lo que ese pensamiento manda, sea hablar, callar o actuar, antes de que el elaborado pensamiento de la mente ocupe su lugar.Por eso se dice que la intuición es el primer pensamiento y la razón el segundo. Debe practicarse para lograr ese reconocimiento.Si se ha tenido una experiencia cabal donde la intuición haya sido su guía, deben repasar paso a paso cómo ha sido la situación donde actuó esta gran maestra, para aplicar esas mismas técnicas que solas se irán revelando al practicar, para poder captar esa chispa de inspiración divina.No existe un manual de instrucción en las cosas del espíritu, si bien somos espíritu dentro de un cuerpo físico, hemos pasado tanto tiempo dentro de él, que nos olvidamos cómo funcionan nuestros sentidos del Ser.Ahora es tiempo de recordar y las energías que en este momento descienden desde el cielo nos ayudan en este proceso. Y, como dijimos anteriormente, hay que pedir y practicar; y para poder practicar, debemos primero saber reconocerlo entre la maraña de pensamientos.Es por eso que digo en el párrafo anterior que repasemos la situación donde haya actuado este “sexto sentido”, no solo para poder identificarlo, sino para reconocer su mecanismo para poder repetirlo a consciencia y a voluntad.La loca mente con su incesante charlatanería no deja escuchar a ese Yo magnífico que habita en todos. Es por eso la necesidad de acallarla con ejercicios de silenciamiento, que irán dándonos ese espacio entre pensamiento y pensamiento, para que vayan penetrando los del Divino, con el cual nuestro Yo superior es Uno.La razón es muy astuta y sus argumentos están siempre sentados sobre aparentes sólidas bases que sustentan el mundo, y lucharán por prevalecer a la débil luz de la intuición.Debemos entonces acrecentarla día a día hasta que “esa” sea la luz que guíe nuestros pasos. Esta sería la manera de dar cumplimiento a esa orden del décimo item, cuando nos dice: “actúa desde la intuición”.La primera parte de este mismo ítem que dice: “comprende y sé tú mismo”, engloba todos los anteriores del “Decálogo de Paz”; pues si llegamos a comprender lo que es nuestra esencia como Seres Divinos, entenderíamos que la paz es inherente al Ser, ya que en el Ser no existe otro estado. El Ser sólo ama, al no conocer una vibración menor que el amor, se hace innecesario explicarle cómo mantener la calma, o que debe ser indulgente y mucho menos que no murmure de otro, pues sabe que el otro no existe, ya que todos somos Uno con Dios. Al carecer de ego, se le hace imposible hacer caso a la maledicencia. Así como la paz, la bendición y el agradecimiento están en su naturaleza. Al vivir en la unidad, el Ser carece de los barrotes que mantienen al hombre atado en la dualidad, donde la maldad puede doblegar su mente haciéndolo caer en la oscuridad de la ignorancia de saber Quién Es, por eso el Ser es libre. El Ser es luz y su naturaleza es brillar.Muéstrame el caminoSeñor, muéstrame el camino;no sueltes mi mano hasta destino.Llena mi corazón con Tu amor,guárdalo del rencor,consérvalo en la alegríay alarga así mis días.Sean Tus pensamientos mi alimento,marca Tú mis lineamientos.Bendice esta tierracólmala con Tu gracia.Y comprenda al fin el humano sercuál es su deber,que no es otro que alejar la maldad que reina en su mentey permanecer en la luz que brilla por siempre.Sólo de eso se trata el juego a que está sometido;veraz sería su vida y recobraría su sentido.Sentándola en la sabiduríatornaría a la eterna alegría.Colabora:Graciela del Carmen Zaimakis de AbrahamEscritora





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