La corrupción es inherente al ser humano. En mayor o menor medida, cada uno de los seres que componen una sociedad incurrió en algún acto más o menos condenable de acuerdo al peso moral y ético que haya tomado la comunidad que integra; y también de acuerdo a la visión del resto del mundo que lo observa a través de los medios y las redes sociales, mediante los cuales se construye la realidad.Pero es cuando va asociado al poder que el flagelo de la corrupción se cobra víctimas en cantidad. Y no se trata de poder de izquierda, de derecho o del centro, tan solo poder. Una vez que esos dos factores confluyen, alguien o unos cuantos la van a pasar verdaderamente mal.Es entonces que el peso específico de la corrupción se cuantifica en su efecto expansivo y en ambos extremos. Más dinero y más poder de un lado es igual a pérdida de calidad de vida y muerte por el otro. Así, sin más vueltas, es que se miden los impactos de la corrupción y el poder cuando forman un combo. Porque para que un funcionario se haga más rico quedándose con los fondos de alguna obra pública es necesario que unos cuantos, del otro lado, vean reducidas sus chances de mejorar su calidad de vida con esa obra.Corrupción y poder son, sin lugar a dudas, una marca registrada en Latinoamérica. Es difícil, por no decir imposible, mirar hacia atrás y encontrar alguna administración que no haya dejado alguna estela judicial de esas que dan vergüenza.De izquierda a derecha pasando por el centro y en mayor o menor medida, la corrupción atravesó a cada una de las gestiones gubernamentales de esta parte del mundo.La estructura de corrupción de la constructora brasileña Odebrecht (la mayor en su rubro en América Latina) con una oficina exclusiva para el pago de sobornos, deja en evidencia a gobiernos de al menos diez países de América Latina con diferentes orientaciones políticas y económicas. Las principales economías de la región se vieron expuestas a una trama de pago de sobornos por más de 3.370 millones de dólares desde 2006 en adelante.En diciembre del 2016, Marcelo Odebrecht, quien presidía el directorio de la compañía familiar, se declaró culpable por haber sobornado a funcionarios públicos de al menos diez países latinoamericanos y dos africanos. La condena contra el exempresario es parte de la operación Lava Jato (lavado de coches), que en el 2014 reveló una red multimillonaria de sobornos a funcionarios brasileños que ha salpicado a políticos, empresarios y funcionarios. La operación Lava Jato no se ha cerrado y sigue produciendo arrestos y condenas en todo Brasil.De acuerdo a las investigaciones en curso Venezuela, por ejemplo, fue el segundo país donde Odebrecht pagó más sobornos (98 millones de dólares). La reciente acusación que lanzó la destituida fiscal venezolana Luisa Ortega Díaz contra el bloque duro del madurismo refuerza esa hipótesis.Brasil es el epicentro del escándalo y el país donde se produjo la mayor cantidad de pagos ilícitos más cuantiosos (349 millones de dólares). De hecho Brasil lleva un par de años envuelto en revelaciones de escándalo que, incluso, provocaron la destitución de la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, y una investigación contra un grupo de funcionarios brasileños, incluido el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva y el actual Michel Temer.De la decenas de países involucrados en la trama de Odebrecht, México también tiene su lugar.La Procuraduría General de ese país investiga actos de corrupción en la asignación de contratos asignados a la firma brasileña. En territorio mexicano, funcionarios gubernamentales recibieron sobornos por al menos 10.5 millones de dólares para conseguir contratos de obras públicas entre el 2010 y el 2014. Según información de la agencia Reuters, dichos pagos irregulares generaron beneficios por más de 39 millones de dólares para Odebrecht.Otro de los casos más relevantes es el de República Dominicana, en donde Odebrecht llegó a influir en el presupuesto nacional y en la aprobación financiera de diversos proyectos. Según las investigaciones en desarrollo, funcionarios del gobierno dominicano e intermediarios recibieron más de 92 millones de dólares en pagos irregulares entre el 2001 y el 2014, generando beneficios de más de 163 millones de dólares para Odebrecht.Además del escándalo provocado por los Panama Papers, Panamá también fue una de las naciones cuyos funcionarios recibieron sobornos por parte de Odebrecht. Se sospecha que entre el 2010 y el 2014, la firma pagó sobornos superiores a los 59 millones de dólares a funcionarios gubernamentales e intermediarios para asegurar, entre otros, contratos de obras públicas.Para la organización Transparencia Internacional, la revelación de los Panamá Papers en abril del 2016 y la retribución de 3.370 millones de dólares por parte de Odebrecht a los países en los que fue acusada de corrupción son señales de que la lucha contra la corrupción en América Latina va por buen camino, aunque claramente está lejos de su final.Argentina ocupa el quinto lugar entre los países que recibieron sobornos por parte de la brasileña Odebrecht. Según las fuentes judicial de la agencia Reuters, Odebrecht entregó más de 35 millones de dólares en pagos a intermediarios “con el convencimiento de que serían enviados en parte a funcionarios gubernamentales”. Estos pagos estuvieron vinculados con la concesión de por lo menos tres proyectos de infraestructura que le dejaron a la constructora beneficios por alrededor de 278 millones de dólares.En Colombia, la llamada “División de Operaciones Estructuradas” de Odebrecht se aseguró contratos de obras entre el 2009 y el 2014, los cuales generaron beneficios superiores a los 50 millones de dólares.Ecuador, Perú y Guatemala completan la lista de los países latinoamericanos que recibieron sobornos por parte de la constructora brasileña. En el caso de Perú, la constructora efectuó pagos irregulares por 29 millones de dólares para garantizar la adjudicación de contratos de obras públicas entre el 2005 y el 2014. En Ecuador, los funcionarios que se doblegaron ante la corrupción recibieron más de 33.5 millones de dólares de parte de Odebrecht, lo que resultó en beneficios económicos para la brasileña de más de 116 millones de dólares.En Guatemala Odebrecht se aseguró contratos de obras públicas gracias a pagos de unos 18 millones de dólares a funcionarios gubernamentales.Advierte Transparencia Internacional que son los ciudadanos quienes deben ejercer presión sobre los líderes para que las instituciones de los países latinoamericanos sean más transparentes y responsables.Una receta concreta contra la corrupción es contar con sistemas que funcionen, con justicias que respondan, con sistemas financieros transparentes, con presupuestos nacionales públicos. Cuando usted, amigo lector, sienta que está frente a un Estado con esas características podrá respirar más tranquilo a sabiendas d
e que se está por el buen camino. Mientras tanto conviene estar alerta porque de izquierda a derecha, pasando por el centro y en mayor o menor medida, la corrupción nos atraviesa.Colaboración:Guillermo Baez




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