Todos necesitamos amar y ser amados. La caricia es un estímulo amoroso. Todos necesitamos ser acariciados desde que nacemos hasta que morimos. Las caricias son ladrillos que se van agregando en la construcción de nuestra vida y en cualquier etapa de ella que nos encontremos, son necesarias. Las caricias tienen un efecto vivificador, nos hace sentir queridos y valorados. El verdadero amor no consiste solamente en regalar un osito de peluche, dedicar una canción o cambiar la situación sentimental en el muro de Facebook. El amor verdadero valora, respeta, sirve a los demás y es capaz de sobreponerse a la diversidad de circunstancias desfavorables que muchas veces debemos enfrentar. Hacer algo por amor implica poner empeño, invertir, esforzarnos, y todo sin esperar nada a cambio. Y parte de ese amor son las caricias, tan importantes y necesarias para todo ser humano desde el primer día de vida.Cuando una mamá acaricia a su bebé y lo mima, le da alimento afectivo, algo absolutamente indispensable para un crecimiento saludable. El bebé necesita ser sostenido en brazos, ser mirado, abrazado, acariciado. El calor físico, el contacto con el cuerpo de sus padres hace que la criatura se sienta amada, cuidada y protegida. A medida que el niño va creciendo, además del contacto físico, los padres lo acarician con acciones: lo toman de la mano, lo llevan y lo van a buscar al colegio, le controlan los deberes, le preparan el desayuno o la merienda, etc. Cada acción que realizamos hacia nuestros hijos es una caricia que lo acompañará durante toda la vida.Todos los seres humanos necesitamos desde el nacimiento hasta el último día el contacto corporal con el otro. Sin embargo, en la adolescencia, muchas veces los chicos evitan el contacto físico. En esta etapa nuestros hijos comienzan a separar lo que es una caricia física de lo que es una caricia sexual, y esta es la razón por la que necesitan distanciarse físicamente de nosotros. A nuestros hijos tenemos que abrazarlos, quererlos y obviamente acariciarlos, pero en el transcurso de la adolescencia lo fundamental será acariciarlos con las acciones y con las palabras. Las palabras también acarician: cada vez que los aconsejamos, cuando conversamos con ellos, intercambiamos ideas, estamos dando caricias que necesitan para su sano crecimiento y evolución hacia la juventud. De esta manera, cuando dejen atrás la adolescencia y se transformen en jóvenes, ya tendrán incorporada la caricia física, las acciones y las palabras.Por último, llegamos a la vejez. El anciano también necesita caricias físicas, de las acciones y de las palabras. En el caso de las caricias físicas, tienen que ser más fuertes, porque la piel, las arterias, el sistema nervioso están envejecidos. Cuando saludamos a una persona mayor tenemos que apretarle fuerte la mano o palmear su hombro con fuerza.Todos los seres humanos necesitamos el amor expresado a través de las caricias, ya que la caricia afectiva es el combustible y la fuerza de sentirse amado y de poder amar. ¡Hagámoslo, acariciemos cada vez más, cada vez que podamos y en todas las etapas de nuestra vida!Si tenés alguna inquietud, podés escribirme a [email protected] StamateasLicenciado en Psicología, Sexólogo Clínico, Escritor y Conferencista Internacional.





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