¿Cómo se hace para vivir casi siete años prófugo de la Justicia??La pregunta requiere de una respuesta casi cinematográfica. Sin embargo, ni el mejor guión de Hollywood podrá retratar en detalle cómo hizo un misionero para permanecer todo ese tiempo oculto de las autoridades por un crimen cometido en octubre de 2010 en Brasil. Este sábado, finalmente, fue apresado en Pozo Azul cuando intentaba ocultarse de la Policía bajo la cama de su suegra. Fue un final de comedia para una historia que, en realidad, no tiene nada de risas y sí mucho de sangre y terror.Oriundo de San Pedro, de 41 años, el misionero se ganó el apodo de “Argentino” por sus pares del mundo del hampa brasilero donde, aseguraron fuentes del vecino país a PRIMERA?EDICIÓN, tiene varias cuentas pendientes. Sin embargo, la más grave -y la que determinó su caída- fue un hecho que conmovió a Rio Grande Do Sul en la noche del domingo 10 de octubre de 2010.Cerca de las 23, “Argentino” arribó junto a dos hombres a un comercio de Coxilha Alta, en São Lourenço do Sul, de 45 mil habitantes y emplazado a 200 kilómetros de Porto Alegre, la capital “gaúcha”.Del expediente surge que el trío sorprendió en la escena a Paulo Kohn (49) y a su madre. Uno de los acusados encañonó entonces al comerciante con un revólver. La mujer se desesperó e intentó salvar a su hijo. Fue allí que Kohn recibió dos disparos en la pierna izquierda. El destino del hombre estaba sellado: los proyectiles le provocaron una perforación de la arteria femoral, razón por la que sufrió una hemorragia interna que le provocó la muerte, al decir de los médicos que le realizaron la autopsia.¿Cuánto valió la vida de Kohn? Apenas cien reales y un teléfono celular. Poco y nada. Sin embargo, ese aparato aportó los primeros datos de una investigación que comenzó a resolverse recién un año después. Sucede que, en la huida, los malvivientes utilizaron el teléfono de la víctima para llamar a conocidos y parientes. Fue un error garrafal.Mediante entrecruzamientos de llamadas, las autoridades brasileras detectaron y pudieron detener al primero de los sospechosos, el 16 de septiembre de 2011, cerca de la escena. Al poco tiempo, también gracias a esa tecnología, cayó el segundo coautor del crimen. Fue el jueves 6 de octubre de 2011 y allí comienza lo llamativo: ese sospechoso fue apresado en Dionísio Cerqueira, en la frontera seca que divide -o une- Brasil y Argentina, más exactamente Misiones.Desde entonces, la sospecha fue desde siempre que “Argentino” había hecho caso de su apodo y origen, y volvió al país. Sin embargo, sus rastros se perdieron y no volvió a ser visto por los detectives.Días atrás, informaciones obtenidas por miembros de la Policía Federal Argentina, Interpol y de la Unidad Regional III ubicaron al único prófugo que tenía aquella causa en Brasil. Estaba en Pozo Azul, en casa de unos familiares.Esos datos se hicieron concretos cerca de las 3:00 del sábado en el kilómetro 48 de la ruta provincial 17, en Pozo Azul, a 65 kilómetros de Bernardo de Irigoyen. En una vivienda emplazada a 100 metros del asfalto, finalmente, “Argentino”?no tuvo escapatoria. Lo sorprendieron abajo de la cama de su suegra, donde ofreció tenaz resistencia, pero ya no volvió a tener escapatoria.“Sobre ‘Argentino’ pesan diversos delitos y es considerado peligroso, tanto que todavía no fue detenido y sigue prófugo”, le dijo en 2011 a la Justicia brasilera un testigo del caso, según consta en el expediente. Este sábado, finalmente, se le acabó esa suerte.





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