Miguel Ángel Silva Dico (52) difícilmente olvide lo que le sucedió el último martes por la noche, cuando dos delincuentes encapuchados y con armas lo interceptaron a punto de ingresar a su casa. Para el titular de la Cámara de Comercio de San Antonio, esa fue la gota que rebalsó el vaso: decidió mudarse luego de sufrir el tercer hecho de robo en poco menos de un año y medio.“La inseguridad llevó a que me mude de casa. Es la tercera vez que me roban en 16 meses. La primera vez fue en diciembre de 2015 e ingresaron a mi casa cuando yo no estaba. Después, en febrero de 2016, entraron a mi auto. La del martes fue la más violenta de todas”, dijo este viernes a PRIMERA?EDICIÓN el comerciante, quien fue golpeado, maniatado, encañonado e incluso obligado a caminar en plena zona urbana hasta un zanjón, donde finalmente lo abandonaron.El episodio generó conmoción en la fronteriza San Antonio, de 14 mil habitantes y a 360 kilómetros de Posadas. Los vecinos aseguran ser víctimas de una seguidilla de robos en los últimos tiempos, razón por la que el último jueves se reunieron con autoridades policiales y pidieron la creación de una unidad operativa en la zona.La peor experienciaLa pesadilla para Silva Dico se inició el último martes a las 20.15, minutos después de que cerrara el Autoservicio “Integración”, de su propiedad, emplazado sobre avenida Gobernador Soria.“Estaba a unas cinco cuadras, dentro de la zona urbana. Estacioné el auto en la puerta de mi casa, salgo para abrir el garaje y aparecen estos dos tipos, con pasamontañas y armas. Me redujeron a golpes y maniataron. Pedían plata y armas”, relató el comerciante, uno de los pioneros en la zona, en diálogo con este Diario.“Queremos la plata, sabemos que vos tenés 500 mil pesos, tenemos información de nuestro jefe de Brasil”, lanzaron los delincuentes, que hablaban en portugués, aunque Silva Dico cree que eran argentinos. “Exigían un arma, pero yo no uso ese tipo de cosas”, explicó el comerciante, ante la sospecha de que los maleantes pudieran haberse equivocado de persona o tener un dato erróneo.Los malvivientes continuaron con la golpiza frente a la casa del comerciante durante unos cinco minutos.“Después, así maniatado, me llevaron caminando encañonado a unos 50 metros, hasta cerca de la exruta nacional 101. Para mí, ya tenían reservado el lugar. Me tiraron a un zanjón y me siguieron pegando, siempre diciéndome lo mismo, que me iban a matar a mí y a mi familia”, sostuvo el entrevistado.Los encapuchados lograron alzarse con alrededor de 20 mil pesos, lo único que tenía Silva Dico en ese momento.“Se pusieron a contar la plata enfrente mío y se hablaban entre ellos en voz baja. Ahí la verdad es que pensé que me mataban”, confesó el hombre sobre el lógico temor que sintió. “Después de eso, me dejaron ahí tirado y se fueron caminando. Yo logré salir de ese pozo y los vi que se iban a pie, a unas tres cuadras de distancia”, agregó.Silva Dico aseguró que el episodio que lo tuvo como víctima el último martes es uno más en medio de una seguidilla de robos que golpea a la localidad, separada de Santo Antonio Do Sudoeste, Brasil, apenas por un par de metros de agua que conforman el río San Antonio.“Este no es el único caso en el pueblo. En estos días hubo dos o tres atracos a comerciantes y también a colonos, porque en la colonia están atacando mucho por el robo de animales y tabaco. Además, se agravó todo por las tormentas de días pasados, que nos dejaron sin alumbrado público”, contó la víctima, quien aseguró luego que, en virtud de esos hechos, “la gente en San Antonio tiene miedo”.Desde su perspectiva, Silva Dico cree que los mencionados episodios tienen que ver primeramente con que “la comisaría tiene apenas para completar la guardia”, razón por la que los vecinos exigen la creación de un Comando Radioeléctrico. No obstante, asegura que los hechos también tienen que ver con “la frontera y las bandas que operan en la zona, que usan Misiones para conectar Paraguay y Brasil”.





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