Este domingo se conmemora el Día mundial de la concientización sobre el autismo. Sin embargo, padres, familias y organizaciones misioneras no se quedaron de brazos cruzados y el sábado ya salieron a la calle para aportar información a la comunidad y apoyarse mutuamente. En Posadas, la actividad central estuvo organizada por la Fundación de Padres de Hijos con Espectro Autista (Fapadhea) y se realizó una suelta de globos azules en la costanera. En Puerto Rico, organizados por el Centro “Barrilete”, padres salieron a la calle vestidos de azul y realizaron una caminata en la que repartieron folletería informativa y, también, globos azules. En primera persona“Esto es algo que hay que vivir para tener una idea de lo que es”, dijo Luis, padre de Bautista de cuatro años, a PRIMERA EDICIÓN. “Al principio lo veíamos muy activo pero sin integrarse con otros chicos ni con la familia, no saludaba, jugaba solo, apenas se mostraba afectuoso con sus padres y hermanas pero con nadie más, todo eso nos llamó la atención. Finalmente los profesionales nos orientaron y pudimos entender mejor lo que le pasaba”, agregó. A su lado, Norma, la mamá, señaló que “para nosotros fue una experiencia totalmente nueva, pero como familia nos unió mucho, nos ayudó a querernos más, a expresar más nuestro amor”.Este tipo de testimonios se repiten entre los padres de niños con autismo. Primero la incertidumbre, luego el empuje y la necesidad de apoyo. Con ello, el panorama parece mucho más claro. “Es un desafío, todos los días tenés que estar con ella, acompañarla en todo. Gracias a Dios nosotros lo descubrimos a los dos años y desde ahí está con tratamiento, no solo ella, también la familia, y mejoramos mucho su calidad de vida”, dijo Adrián a este Diario, papá de Martina de siete años. Adrián detalló lo duro de esos primeros tiempos, antes del diagnóstico. “Ella no gateaba, se alteraba con los ruidos, lloraba mucho, incluso convulsionó. Fuimos al pediatra y no supo decirnos qué pudo haberlo ocasionado. Hasta que nos encontramos con un padre que nos dijo que vayamos a ver a un neurólogo. Nos pidieron una serie de estudios y confirmaron que era autismo. De ahí empezamos con terapia hasta ahora y ella está bien”.“A mí me llamaba la atención que no hablara”, recordó Samantha, mamá de Tobías de cuatro años. “Me decían que los varones tardan en hablar. Después yo lo llamaba y como que no me escuchaba. Ahí empezó la odisea: neurólogo, estimulación temprana, psicóloga, fonoaudióloga y así hasta hoy. Tobías tiene autismo y siempre lo acepté. Fuimos creciendo juntos”, cerró.Fotos: M.Colman





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