Ya hemos hablado de lo inherente del conflicto a las relaciones humanas y la oportunidad que nos brindan de hacer algo de manera diferente, generando riqueza para todos. Cuando en las escuelas no se dan clases y se desdibujan los límites y la autoridad; cuando la violencia y desigualdades son moneda corriente; cuando hay gente arengando a sus pares para ejecutar "justicia por mano propia", convencidos que la hacen y en realidad sólo cometen delitos, se impone que nos cuestionemos la manera en que los estamos manejando.El conflicto nos está mostrando que tipo de sociedad somos. Es una realidad que debemos asumir ya que todos tenemos una cuota de responsabilidad frente a esta situación. Cada uno desde nuestro espacio, en alguna medida, debemos hacernos cargo.Existen sociedades donde los conflictos son exclusivamente abordados desde el poder y la imposición -las más dictatoriales-, por otra parte algunas enfocan los conflictos desde los derechos, y las más civilizadas desde los intereses, siempre dentro del marco que la ley determina.Habitualmente la tendencia es a aprovecharse, utilizar o someter al otro en lugar de compartir y comprender los derechos y obligaciones. Esto quizás ocurra porque nadie se ha planteado que se puede ganar más de otro modo.Cuando recibimos a las partes en la mesa de mediación nos encontramos con personas a las que ni se les ha ocurrido ver el problema hombro con hombro en vez de hacerlo frente a frente, ni se les ha ocurrido que se necesitan mutuamente para solucionarlo, seres humanos que nunca llegaron a plantearse la interdependencia que el conflicto implica y les resulta muy difícil comprender que se puede trabajar en forma colaborativa con quien, hasta ahora solo discuten y pelean.Los acuerdos y desacuerdos, los encuentros y desencuentros, las diferencias, juegos de poder, coincidencias e intereses en común son algunas de las cosas que las partes descubren en la mesa de mediación.La mayoría se sorprende cuando la solución deja de ser impuesta y pasa a trabajarse en conjunto y consonancia con los intereses que descubrimos durante el proceso. El mediador no soluciona, sino que interviene para que las partes puedan transformar la tensión inicial que traen, en una construcción conjunta a recorrer por el camino del diálogo, encontrando una nueva manera de responsabilizarse de la situación.Entiendo que, al no conocer sobre el conflicto, dejamos de evaluar los costos de abordarlo de manera incorrecta, pocas personas ven la ventaja de trabajar en su prevención y esa es precisamente la virtud de este tipo de procesos como la mediación que, no sólo aborda el conflicto activo, sino que los previene y fomenta las ideas de convivencia y participación ciudadana promoviendo relaciones cooperativas en las comunidad.Más allá de ser un proceso para el abordaje de conflictos, opera en la transformación social permitiendo la articulación entre los saberes de los diferentes actores para enriquecerse y trabajar conjuntamente.Esto es imposible sin un compromiso social que nos permita pensarnos como sociedad de un modo integral y coordinado. Todos tenemos algo para mejorar y fortalecer las redes que nos permiten alcanzar la paz.ColaboraValeria [email protected] 3764-510132





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