Arabia no es simplemente un mar de arena. Sus vastas planicies, sus místicos desiertos, cambian de forma y color como hacen los jirones del humo de un fuego misterioso y ancestral.En el siglo xx se descubrió el petróleo. Arabia milenaria se acabó para siempre, pero sus territorios del sur siguieron soñando; y el sueño sigue siendo hoy como fue entonces, sin que su nombre se alterara nunca: el Yemen.La cinta roja que el amanecer ha pintado por oriente, nos rescata de la oscuridad desvelándonos el paisaje del Yemen más inconfundible: ahí de la reina de Saba; es el espíritu medieval del que todo Yemen se siente tan orgulloso.En Savala, la capital árabe, joya arquitectónica más delirante de oriente; Mohamed –mi guía-, me invita a tomar el té y conocer su familia donde luego me hospedaría.Como es costumbre, en el jardín las reuniones; mientras algunos secretos de costumbres se iban revelando días tras días; Mohamed cuenta que esa noche tendrá una reunión muy especial; su sonrisa yemenin precede al relato. Cuando un muchacho está en edad de contraer matrimonio su madre organizará en casa comidas y tés, a los que invitará a un seleccionado grupo de señoras con sus hijas casaderas. En cada ocasión lo colocará estratégicamente a las muchachas más cercanas o los gustos de hijo de modo que éste, através del ojo de la cerradura de la puerta, obtenga una visión sin velo de la misma, hasta dar con la más deseada. Consultada la elegida, puede darse el caso de que ella lo rechace.¡En Arabia los hombres no pueden llegar a verlas, pero las mujeres! Dice Mohamed, las mujeres ven mejor que nadie. Cuando nos reunimos en el jardín, me enseña una pequeña pistola que brilla bajo la luz de la luna. Cuando pongo en duda la utilidad del arma en una noche como aquella, mi guía, no deja de sonreír.Sólo después de comprobar, comprendí su sonrisa.Las cortinas de aroma que se agitan en el exterior me impiden ver, me agarro a una tasa de café moka –el mejor sabor-, como sí éste pudiese borrar la tempestad. Allí sí uno quiere sentir ser lo que no es, si uno quiere sentir lo que nunca ha sentido, anular el pasado con el futuro, suspenderse en un presente que creía no existir, debe deslizarse desde los valles del Yemen del Sur. Como las mejores fantasías, ésta no era posible hasta hace muy poco tiempo y todavía ahora parece como en sueño.La unificación de los dos Yemen hizo que de repente uno se convierta en lo que nunca pensó que podía ser.HaikuAhí: el peligroo viene del caosno del silencio más encantadoColaboraAurora Bitó[email protected]





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