Revisando los pensamientos de nuestra vida diaria quedé asombrado por la cantidad de ideas desconectadas de la realidad e “ilógicas”, y emparentadas con una “realidad mágica” que poseemos, por ejemplo creemos que si llevamos una pata de conejo tendremos buena suerte, según una antigua creencia quizás heredada de los celtas, de que cada pueblo descendía de un animal que no podía ser cazado ni comido. Ya seis siglos AdC era utilizada la pata de conejo como amuleto para alejar el mal, además de ser un símbolo fálico para hacer fértiles a las mujeres.El pensamiento mágico está formado por percepciones particulares o colectivas basadas en ideas irracionales e ilógicas, son especulaciones y se construyen con creencias fuertemente arraigadas al pasado como la astrología o numerología, la brujería, los mitos, las fábulas, por ejemplo creemos que si alguien nos echa el mal de ojo tendremos mala suerte; todo esto era porque solía creerse que al reflejarse uno en la pupila de un ojo podía quedar atrapado por ella, por eso en la antigua Roma hasta la edad media las personas con cataratas u otro defecto visual, a menudo eran sacrificadas en la hoguera. En Grecia, Turquía y Egipto se creía que existían seres con poderes maléficos en la mirada. Antiguamente se creía que el mal de ojo producía enfermedades desconocidas a niños, producido por brujas, gitanos y bizcos; para protegerse había que llevar ajos, oro, plata, ojos de cristal azul y herraduras.El poder antagónico de lo mágico es “la ciencia” que surgió como un método para explicar todo de forma más razonable, con pensamientos que se identifican con los hechos, demostrables por experimentos que se pueden repetir en cualquier lugar por cualquier persona.El pensamiento mágico suele estar relacionado con miedos traídos de la antigüedad, quizás desconocidos para nosotros y solo llegan a la actualidad por el uso popular, por ejemplo creemos que colgar una herradura detrás de la puerta es buena suerte, pues según los griegos el hierro en media luna protegía de los hechizos, así que colocada en la puerta impedía la entrada de las brujas y del mal, las herraduras más suertudas eran las de burros por tener siete agujeros, un número mágico.También el pensamiento mágico está entrelazado a temores de repetir errores pasados y a protegernos, por ejemplo poner una escoba al revés detrás de una puerta es buena suerte e impide visitas molestas. Esto debido a la creencia antigua de que las brujas suben a sus escobas para volar a sus encuentros, así que si se colocaba la escoba en la casa donde sospechábamos que había entrado una bruja, esta no iba a resistir la tentación de irse.Otra creencia era que nunca se debe llevar una escoba usada al cambiarse de casa, pues al hacerlo atraemos mala suerte y desgracia al nuevo hogar.Nuestras percepciones nos suelen jugar una “mala pasada”, por no ser muy objetivas, dándonos observaciones poco claras de la realidad y así creamos historias ilógicas, como creer que sentir zumbidos en los oídos es de buena suerte, y si te pellizcas inmediatamente el oído derecho cuando te silba, la persona que te está criticando se morderá la lengua.Hay ciertas enfermedades mentales que tienen habitualmente pensamientos mágicos, como la esquizofrenia donde el enfermo ideará tener llamados mentales de otros (telepáticos), o suele temer estar controlado por otras mentes.Siempre se creyó que el pensamiento mágico era el más antiguo o primitivo y daba origen al pensamiento religioso, pero existen indicios de que en el mundo antiguo, como en los egipcios y caldeos, la magia y religión formaban parte de un único sistema. Los ritos religiosos estaban unidos frecuentemente a los mágicos, como en Grecia y Roma.La lógica, la coherencia, la verdad y la justicia no forman parte de los pensamientos mágicos, que nacen y se mueven dentro de nuestros deseos y voluntad, pero cuando los organizamos, los aceptamos, acatamos y sometemos, encaminamos lo mágico dentro de los sentimientos religiosos.Luego poco a poco el pensamiento de la ciencia, más lógico, se fue imponiendo al pensamiento mágico, pero sin llegar a reemplazarlo totalmente, pues la ciencia no ha dado respuestas a todos nuestros miedos y angustias.Para nuestra moderna psiquiatría el pensamiento mágico se opone al pensamiento lógico, es más frecuente entre los niños y en personas pertenecientes a sociedades primitivas contemporáneas.Las personas con trastornos “obsesivo-compulsivo” suelen tener pensamientos mágicos, como cuando realizan ciertos rituales como un gesto, una expresión o una frase de forma repetitiva y sin emoción, para liberarse de ideas extrañas y frecuentes que lo asaltan (obsesión), como por ejemplo salir de casa y no tener la certeza de haber cerrado la puerta, por lo que vuelve a hacerlo, repitiendo este ritual varias veces. Nos podemos preguntar entonces, ¿Para qué sirve el pensamiento mágico? Se considera que desde sus inicios y aún actualmente nos sirve fundamentalmente como un mecanismo psíquico de defensa pues nos protege del miedo, afianzando así nuestra supervivencia, y en numerosos casos impulsa nuestro desarrollo cultural.Se cree que en el período paleolítico la superstición cumplió un papel estabilizador de la psiquis, por medio de la elaboración de mecanismos mentales de defensa, por ejemplo todos los objetos que convivían con el ser humano como la tierra, el agua, los animales, las plantas, las estaciones, las estrellas, etc., fueron percibidos por los sentidos y explicados con el pensamiento mágico donde el agua era un dios, el sol otro dios, la tierra otro, etc.Incluso el pensamiento mágico construyó explicaciones simples para interpretar el cosmos, por ejemplo las estrellas eran faroles para guiar los caminos de los dioses, o los truenos y rayos eran porque se enojaban los dioses.Con el pensamiento mágico comenzamos en nuestros orígenes a ordenar y clasificar los elementos y fenómenos del universo, alejando nuestra especie en parte de la incertidumbre y el miedo, creando orden y certezas allí donde no parecía haber más que caos, persistiendo algunas de estas creencias entre las supersticiones y religiones actuales. por Bazán J. L. – MédicoDeseo tu opinió[email protected]





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