Los cinco misioneros murieron en un incidente de tránsito ocurrido sobre la ruta nacional 14 a la altura del kilómetro 755, a ocho kilómetros de Gobernador Virasoro.
El siniestro vial ocurrió el miércoles 5 de enero alrededor de las 21.45, cuando una Renault Kangoo, dominio ICY-778 al mando de Oscar Félix Meinardo (64) quien viajaba acompañado por Claudia Graciela Marchanka (54) y los músicos Andrés Cavia, Juan José Diéguez y Jorge Daniel Dos Santos “Pachón” Lira, de 31 años, por causas que la policía correntina investiga, intentó sobrepasar a dos vehículos, indicaron fuentes policiales de Santo Tomé.
Aparentemente, Meinardo no habría logrado el cometido y, al intentar regresar a su carril, colisionó contra un camión VW 18-310 que iba al mando de Avelino N. de 51 años, oriundo de Leandro N. Alem.
Como consecuencia de esta colisión, la Kangoo golpeó contra un colectivo de la empresa Expreso Singer, que era conducido por Francisco V. (40) acompañado por el guarda Luis Carlos R.L. (38). El ómnibus -que no traía pasajeros- y el camión circulaban en dirección a Posadas.
Como resultado, la Renault Kangoo salió el carril, dio varios trompos y terminó volcando al costado de la ruta, dijeron las fuentes.
Todos los ocupantes de la Kangoo murieron de forma instantánea, en tanto que el chofer del colectivo resultó con lesiones de carácter leve y el del camión sin lesiones, según las mismas fuentes.
Los músicos misioneros se dirigían a Santo Tomé, donde tenían previsto realizar un ensayo general para los corsos con la comparsa Itapema, para la cual habían compuesto la letra y música de la presentación.
Así se los recordaba en la nota publicada un año después por PRIMERA EDICIÓN, el 5 de enero de 2012:
Hace un año la noticia resultaba cruel e increíble, nadie podía comprender tan tremenda pérdida. En la noche del 5 de enero, un fatal accidente en proximidades de Virasoro (Corrientes) se llevaba la vida de los músicos misioneros Pachón Lira, Juanjo Diéguez y Andrés Cavia, del conductor del vehículo, Oscar Félix Meinardo, y de su pareja, Claudia Graciela Marchanka.
La conmoción fue total y el dolor inconmensurable. Juanjo, Pachón y Andrés dejaron mucha música, mucho cariño y sobre todo muchos amigos. Su paso por la vida fue intenso, puesto que fueron de esas personas que se quedan para siempre en el corazón de la gente. Son tantos los que los extrañan, los lloran, los quieren y los tienen tan presentes, será tal vez porque aunque la muerte irrumpa, el amor no tiene distancia ni tiempo, mezcla de eternidad e infinitud, sólo se siente y existe más allá de todo.
A un año de la partida de estos artistas, queridos por todos, PRIMERA EDICIÓN convocó a algunos músicos y a la vez amigos, quienes dejaron traslucir sus más sinceros sentimientos.
Con mucha nostalgia, Julián Texeira recordó que “con Andrés compartí sólo algunos encuentros casuales, donde su dentadura expuesta en esa sonrisa brillante saludaba antes que la palabra. A Pachón lo recuerdo con asidua frecuencia, cada vez que escucho una guitarra pasional o canciones enérgicas pienso como las interpretaría, escucho lo que hay de él en Internet y continúo cantando canciones que alguna vez tocamos juntos con los arreglos que él había sugerido. Lamento cada día que más personas no lo hayan escuchado. Y celebro el hecho de haber sido bendecido con su amistad y su música”.
Julián también resaltó que “con Juanjo nos conocíamos desde fines de los años 90 y de él prefiero hablar más como un amigo, más allá de que realmente tenía una voz envidiable en cuanto a timbre y potencia, cantando blues, tango, música brasilera o lo que fuera, con presencia firme en el escenario, un ‘showman’. Un compañero que no tenía inconvenientes en ser ‘primera voz’ o hacer coros, lo importante era compartir música. Es su generosidad lo que hace que lo recuerde cada día, un amigo que no preguntaba ‘¿Adónde vamos?’, sino ‘¿A qué hora te paso a buscar?’ Realmente un amigo y compañero como pocos, de esos que se hacen extrañar, que no podés dejar de notar su ausencia. La carcajada imposible de esconder, la mano siempre extendida, el abrazo firme y la complicidad eterna. Definitivamente, siento falta de esos grandes músicos, pero extraño mucho más a mis amigos”.
A su vez, el músico, compositor y arreglador Leandro Yahni contó que “con los tres me toco compartir escenarios en diferentes proyectos. Con Pachón acompañando a Mauro Bonamino, con Andrés un tiempo en La Cortada y con Juanjito en alguna versión de algún grupo de covers. Siempre buena onda con los tres. A Pachón lo veía mas seguido y muchas veces lo llevaba hasta el barrio y ahí seguíamos un rato más guitarreando, una pena perder estas personas en esas circunstancias. Todos los músicos estamos como expuestos a eso, pero nunca pensamos que nos va a tocar a nosotros. En fin, seguiremos extrañándolos y preguntándonos un tiempo más ¿Por qué?”.
El músico Danny Arzamendia expresó con un dejo de nostalgia que “Juanjo era un amigo, un tipo con el que nos cruzábamos en la calle y los segundos de saludos se hacían horas, un tipazo. La última vez que compartimos fue en un toque en Oberá con Julián Texeira, él nos llevó. Preparó esa ‘caipi’ espectacular, que sólo a él le salía. Un maestro, venir y no verlo no hace muy bien, lo mismo con Pachón, que ese día apareció en Oberá y con mi bajo nos acompañó medio recital. Era un grande Pachón, compinche, colega, de noches tremendas. Al Negro, todos mis respetos, lo escuché y hace falta hoy. Hay que recordarlos con nuestra música, salud”.
A corazón abierto, el cantautor Jorge “El Tano” Fiorio expresó que “recordar a Pachón es un ejercicio casi diario, los últimos cuatro años vivimos a una cuadra de distancia, estábamos en contacto, éramos amigos, compartíamos la música nada menos, tocamos cientos de veces juntos, componíamos canciones, proyectábamos espectáculos, además de compartir el mate, un buen vino, siempre con la guitarra entre nosotros, pero ese Pachón de todos los días, aunque no esté, sigue estando, en cada nota de mi guitarra, en cada palabra de una canción nueva, y cada vez que canto lo sigo teniendo a mi lado. Siempre escucho su voz con esa frase cariñosa y sensible ‘dale gordo…. dale’ o ese ‘qué bien cantás gordillo’ (cuando por ahí me caía de tiempo o calaba una nota) y su risa inconfundible y contagiosa detrás, ese era Pachón, ese sigue siendo Pachón, por lo menos para mí. Siempre va a estar conmigo, como está mi vieja, mi viejo y tantos otros seres que me dieron su amor, su comprensión, esos seres no mueren, no pueden morir, la vida no es una ciencia exacta, las cosas no comienzan ni terminan de manera precisa, un tipo como Pachón nos deja muchas cosas en el alma y eso es imposible que muera, la gente buena jamás muere, eso si es preciso y exacto por lo tanto Pachón no está muerto, está vivo en todos nosotros”.
“Del mismo modo que están Cavia, Juanjo, Oscar y su señora. Sólo me queda una pregunta que tal vez no tenga respuesta: ¿Alguna vez tomaremos conciencia de lo que significan para la música de Misiones estas pérdidas?”.