En diciembre de 2015 Nicolás Sánchez y siete compañeros que habían pasado a quinto año en el colegio Fortín de Mbororé de esta ciudad, se pusieron de acuerdo y decidieron viajar a Camboriú cuando terminaran la secundaria. Su madre Graciela González se sumó a la iniciativa y los acompañó como tutora junto a otra madre.Entre la noche del jueves y madrugada del viernes, la expectativa y la alegría desaparecieron a un costado de la ruta en San Miguel de las Misiones, Rio Grande do Sul. El colectivo que los llevaba hacia la costa brasileña volcó, tres jóvenes murieron y 18 sufrieron múltiples lesiones.Graciela y Nicolás, más seis compañeros regresaron a Posadas durante la tarde del viernes en una camioneta particular que los fue a buscar. Dialogaron con PRIMERA EDICIÓN y reconstruyeron los instantes previos y posteriores al hecho que resumieron como: “Hoy volvimos a vivir”.Señalaron que “antes de partir de Posadas comenzaron las irregularidades con este tour. Nos citaron en el Paseo La Terminal (avenida Uruguay) a las 13.30 porque el colectivo iba a salir a las 14. Los coordinadores llegaron tarde y a las 14.30 recién partimos. Habíamos contratado un servicio (con Tabay Tours) que iba a salir del país por Bernardo de Irigoyen y que iba a parar a cenar en el trayecto”. Aun no se sabe por qué desde la empresa de viajes, cambiaron la salida por Santo Tomé y no lo comunicaron a los padres de los alumnos. “En Oberá se llenó el colectivo con los chicos de allí y de Wanda. La capacidad total de asientos era para ellos y me di cuenta que los coordinadores iban sentados en la escalerita del pasillo, que no tenían dónde sentarse”, continuó con el relato.El inicio de la narración de los hechos corresponde a Graciela González, quien brindó punto a punto las supuestas irregularidades antes del trágico vuelco. “Llegamos a Santo Tomé a las 7 de la tarde, había poco personal de Aduana nos dijeron y por eso nos hicieron bajar del micro para el trámite migratorio. Lo hicimos y después esperamos hasta las 22.15 porque debimos esperar que los choferes se tomaran el tiempo para cenar en un comedor ya en el lado brasilero, apenas cruzado el puente”.“Subo al primer piso del colectivo a ver a los chicos, y le dije a Marcela (la otra madre que acompañaba como tutora) que arriba parecía una montaña rusa como se movía el colectivo”.“Luego Agustina ve que los chicos estaban escuchando música en el fondo y charlando. Le pide a Nicolás para ocupar su asiento y dormir un rato. Le dio el lugar sin problemas, era el mismo sitio donde después murió”.Nicolás interrumpe a su madre, no para contradecir su versión sino para soltar lo que tenía atragantado: <a href="http://www.primeraedicion.com.ar/nota/236475/el-colectivo-venia-muy-rapido-con-video.html"> “El colectivo venía de un lado al otro de la ruta, esquivando pozos y ondulaciones del asfalto. De repente la cola del colectivo picó, saltó y ahí sentimos que estábamos en el aire, me dije ‘vamos a tumbar’ y como estaba parado en el pasillo, lo abracé a mi compañero sentado y a la butaca también, cerré los ojos y sentí que cayó de costado en un barranco”.</a>“Volví a mirar y pensé que todo era mentira. Caí de espaldas, me levanto y empiezo a ver gente tirada por todos lados, un chico todo cortado y sin un brazo, le colgaba la piel, gritaba desesperado”.“Voy a ver a mi mamá y la veo bien, caminando, la abrazo, la subo a la ruta y vuelvo a bajar al barranco para seguir ayudando. No podía hacer otra cosa, mis amigos estaban ahí, los demás chicos también”.Nicolás aseguró además: “No sentimos nunca una frenada, sólo cuando tocó la banquina. Erika Romero había bajado al baño segundos antes del accidente. Después la encontramos con la mitad del cuerpo salido por la ventanita del baño, no sabemos como entró ahí, le estaba apretando el resto del colectivo, lloraba y gritaba también, era horroroso. Florencia Silva también gritaba, tenía el brazo apretado por los hierros”.“Las ambulancias nos llevaron primero a Cabiaté y después volvimos a Santo Angelo hasta que nos dieron el alta. Fue el director del hospital el que se encargó de todo, hasta de darle de comer a los chicos ilesos. No teníamos plata para nada, apenas un celular para llamar a Posadas y pedir que nos fueran a socorrer”.“Así nos arreglamos hasta que llegó mi hermano con la camioneta a las 5.30 de la mañana. Nos fuimos a un hotel hasta que nos trajeron los documentos y un par de bolsos y ya todos estábamos de alta. Volvimos los ocho en la camioneta a Posadas, una Toyota Hilux, porque los chicos no querían volver a subir a ningún colectivo, no querían separarse tampoco, estaban shockeados”.“No tengo mi brazo”Nicolás También remarcó: “Todo fue muy rápido, no puedo sacarme de la cabeza que los coordinadores nos recibieron diciéndonos ‘Bienvenidos al mejor viaje de egresados’”. “Vi a un chico sangrando y gritando ‘no tengo mi brazo’, estaba todo cortado, golpeado, repetía ‘quiero mi brazo’, pedía que lo ayudara, le hice un torniquete porque perdía mucha sangre. También vi a otro pibe sin una oreja, había sangre por todos lados”.“Para nosotros es volver a vivir, vamos a festejar el cumpleaños a partir del 16 de diciembre. Esperamos ahora por Erika, que se recupere porque está viva, y estamos pendientes de ella, Florencia lo mismo”.





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