El 01/09/2015 el destacado economista y columnista de La Nación, Roberto Cachanosky, escribió “Una crisis peor que la de 2001”, refiriéndose a la herencia y -entre otras cosas- decía que al abultado déficit fiscal, el gasto público récord, la mayor presión impositiva de la historia, se sumaban otros gravísimos males, tales como haber destruido los valores, que hacen a la calidad institucional y son los cimientos del crecimiento y el bienestar de la población. Así, por ejemplo, se le hizo creer a una parte de la población que tiene derecho a vivir eternamente a costa del fruto del trabajo ajeno, minando la cultura del esfuerzo personal.También desde el Gobierno se incentivó el resentimiento y el enfrentamiento entre diferentes sectores, haciéndole creer a la gente que unos son pobres porque otros son ricos y, por tanto, hay que quitarles el fruto de su trabajo, espantando de esta forma a la inversión que crea puestos de trabajo, generando inmediatamente más desocupación e indigencia. Mientras se difundía este discurso como la verdad revelada, en realidad se desataba el proceso de corrupción más desmedido, descarado y costoso de la historia Argentina, apañado por la impunidad que otorga el poder.Ningún país en que la corrupción es la norma para ganar dinero, puede tener inversiones que hagan competitiva su economía. Si el tráfico de influencias es la norma para ganar dinero, olvidemos que pueda existir el empresario emprendedor, el innovador que impulse profundas transformaciones que mejoren la calidad de vida de la gente. Sólo tendremos oportunistas que se acercarán al poder de turno para lucrar con el trabajo ajeno. Un país donde no impera el valor del trabajo, el respeto por la propiedad y el trabajo ajeno, los valores que imperan son los del robo “legalizado”, impera el saqueo económico que no es otra cosa que la destrucción de la riqueza. Por eso Roberto Cachanosky considera que la crisis que dejaba la anterior gestión era peor a la del 2001 e incluso peor que todas las anteriores.Ahora, el escenario mundial favorable a pesar de la recesión en la que se encuentran algunos países muy importantes para nosotros como Brasil, pero en el que el dinero barato abundaba, ha cambiado. Me refiero a la irrupción del magnate Donald Trump, que ha ganado las últimas elecciones en los Estados Unidos, a pesar del amplio apoyo de la prensa y de las figuras del arte, la televisión y del deporte. Gana con un discurso reprochable, políticamente incorrecto, que demuestra que también en Estados Unidos la gente está harta del discurso populista que destruye puestos de trabajo y trae pobreza afectando a las Pymes, que desaparecen por miles cada año.Y si este excéntrico hombre de negocios cumple con el 50% de sus promesas, el mundo será distinto de inmediato y en lo inmediato y más costoso para Argentina, subirán las tasas de interés para obtener el financiamiento del déficit heredado pero irresuelto por ingenuidad, impericia, o simple mezquindad para no perder votantes para las próximas elecciones. Además, el mayor proteccionismo que promete será un escollo para nuestras exportaciones; y la baja de impuestos que predica, tornará más beneficioso invertir en Estados Unidos que en países con alta carga fiscal como el nuestro.Las inversiones requieren seriedad, previsibilidad, seguridad jurídica y sobre todo poder hacer buenos negocios, que con la burocracia imperante, la corrupción residual y la presión fiscal se está muy lejos de lograr.Días pasados escuché al prestigioso abogado Alejandro Fargosi que instó a la Justicia a que cumpla su labor, deje de dar vueltas, acorte los tiempos judiciales mandando las causas a juicio oral; y de esta manera bajar la indignación creciente de la gente, a la que no sólo no le alcanza para vivir, sino que tiene que ver el despliegue de lujos, propiedades, dinero que nos han robado a todos y siguen riéndose amparados por la impunidad que le da una parte de la Justicia y los vericuetos legales.La Justicia lenta no es Justicia, atenta contra la paz social y crea la oportunidad para que -los que todavía no son corruptos-, se corrompan.El pasado domingo en este mismo medio, en una entrevista, el recientemente electo Presidente del Colegio de Abogados, resaltaba que ha pedido el enjuiciamiento de varios jueces provinciales e impugnado la designación de candidatos a serlo. Y que, al menos diez en funciones, no deberían ejercer la magistratura. Esto realmente es preocupante, pues va completamente a contramano del cambio que espera la sociedad. Un juez, no debiera estar ni siquiera sospechado, pues en sus manos puede estar el mayor bien de una persona, su libertad. Una Justicia sospechada de corrupta es el certificado de defunción de una sociedad como tal.El país necesita orden y qué mejor para lograrlo que juicio y castigo riguroso a los responsables del latrocinio estatal llevado a cabo por más de diez años; y que de paso recuperen todos los bienes que se pueda. En breve se instalará en nuestra Provincia una sede regional de la UIF, órgano creado “pour la gallerie” para cumplir con normas internacionales y no estar dentro del conjunto de países sospechosos de apañar el terrorismo internacional. Pero como se vio luego, dejó pasar elefantes amigos reportados por bancos y otros agentes de información. Esperemos que ahora cumpla con el transcendental rol para el cual fue creada e investigue el origen de bienes y fondos que muchos inexplicablemente acumulan.Justicia es igual a seriedad y orden, combatir la corrupción debe ser la mayor preocupación hoy del Estado, ya que sería la forma más fácil de atraer las inversiones tan necesarias y esperadas, antes que se vayan a Estados Unidos.





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