No hay una economía que Donald Trump desprecie más que la mexicana. La victoria del candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos pone a México ante una inquietante <a href="https://www.youtube.com/watch?v=lC10MspjrxU">expectativa sobre si el magnate realmente cumplirá con su promesa de campaña</a> de anular los tratados comerciales entre los dos países. No sólo se trata sólo de la amenaza de deportaciones masivas, muros físicos y estrangulamiento económico; es ante todo el triunfo de una ideología xenófoba y vociferante que ha ganado votos pisoteando el orgullo de su vecino del sur. Con Trump, la pesadilla de México se ha hecho realidad.Durante meses, Trump ha acusado a México de beneficiarse con creces del comercio bilateral que asciende a 532.000 millones de dólares anuales.El primer sitio al que el próximo presidente de Estados Unidos podría mirar para cumplir sus dichos de campaña sería al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés). Firmado en 1994, el acuerdo permite el comercio sin aranceles entre México, Estados Unidos y Canadá. Trump ha apuntado a la industria automotriz, uno de los mercados más prolíficos de la economía mexicana, y ha acusado a las compañías de llevarse los trabajos de los estadounidenses a México. El <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Tratado_de_Libre_Comercio_de_Am%C3%A9rica_del_Norte">NAFTA</a> ha contribuido en los últimos años a impulsar esta industria en México, ya que posee costes de producción más bajos.Las ciudades mexicanas de la frontera han crecido bajo el arropo de la industria de la manufactura que sirve a Estados Unidos.Ildefonso Guajardo, ministro mexicano de Economía, aseguró el pasado viernes que los presidentes estadounidenses entienden los beneficios de NAFTA y los riesgos de una renegociación. “Estamos preparados para demostrar que nuestras integraciones comerciales tienen grandes resultados y grandes beneficios para todos los participantes. Un tratado que ha dado buenos resultados hay que mantenerlo, si cualquiera de las partes tiene una idea de renegociación tiene que haber una situación de ganar-ganar para las partes que van a participar en la renegociación”, ha dicho.El ministro también ha explicado que México seguirá apoyando el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés) para ampliar el comercio con Asia, aunque el presidente y el Congreso de Estados Unidos decidan no involucrarse en el ambicioso tratado comercial. Guajardo incluso ha sugerido que la Alianza del Pacífico —el acuerdo de México, Perú, Colombia y Chile para el libre comercio— podría servir para cerrar tratados con Asia sin la presencia de Estados Unidos.Otro damnificado es el peso mexicano, una vez que los primeros resultados comenzaron a inclinar la balanza hacia el republicano la moneda se depreció dramáticamente más de un 10%. La divisa ha alcanzado los 20,60 pesos por dólar estadounidense en las últimas horas. Durante la campaña, el peso mexicano sirvió como un termómetro de la carrera presidencial y siempre se mostro en favor de la demócrata Hillary Clinton. El tipo de cambio juega un papel fundamental en las exportaciones y en la inflación que hasta ahora no ha sido afectada. El Banco de México ha estimado que el indicador cierre el año ligeramente arriba del 3%. México, que apenas crece un 2%, tendrá que revisar en los próximos meses sus alternativas de cara a una presidencia que lo podría cambiar todo.La frontera con MéxicoLas fronteras suelen unir más que alejar. Pero con el republicano en la Casa Blanca, la línea divisoria se ha expandido más allá de sus 3.142 kilómetros para adentrarse en un territorio poblado por el odio. Fue Trump quien hace más de un año rompió cualquier contención política al acusar a los mexicanos de traer “drogas y violadores” a su país. Y fue él quien propuso construir un muro y poner fin al Tratado de Libre Comercio. Desde entonces su retórica no ha abandonado la beligerancia antimexicana. Ni siquiera la visita-bomba a México a finales de agosto sirvió para frenar sus exabruptos. El millonario convirtió aquella reunión en Los Pinos en un acto más de su campaña y usó la mano tendida por el presidente Enrique Peña Nieto para abofetear a su rival demócrata. Horas después, completó la humillación al sentenciar: “Los mexicanos aún no lo saben pero pagarán el muro”.Pese a esta incandescencia permanente, hay quien espera que la púrpura presidencial calme al vencedor. “Ningún presidente de Estados Unidos vence pensando en ayudar a México. Pero con Trump todo es más dañino. Esperemos que la realidad le ponga en su lugar”, señala el patriarca de la izquierda mexicana y tres veces candidato presidencial, Cuauhtémoc Cárdenas. Puede que este vaticinio sea cierto y que el republicano se modere en el futuro, pero en este momento todas las alarmas están encendidas en México. La primera, la económica.La victoria de Trump va a traer una drástica devaluación del peso. Las agencias internacionales calculan una caída del 20% en estos primeros días. Un desastre histórico para una divisa que, debido al efecto Trump, ya ha perdido un 25% frente al dólar en algo más de un año y que hace un mes llegó a ser la moneda más vapuleada del mundo.“Trump es un huracán devastador, sobre todo si cumple lo que ha prometido en campaña”, ha sentenciado el gobernador del Banco de México, Agustín Carstens. En el mismo sentido se ha expresado Raúl Feliz, profesor del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE): “Si las palabras de Trump se vuelven hechos, sobrevendrá una catástrofe. Estados Unidos absorbe el 80% de las exportaciones mexicanas; los aranceles y muros desencadenarán una tremenda recesión”.Gabinete de crisisEstos temores han puesto en marcha la maquinaria defensiva mexicana. <a href="https://twitter.com/EPN">Peña Nieto</a>, que este martes por la noche convocó un minigabinete de crisis, ha ordenado en las semanas previas analizar los tratados, someter a exámenes de stress a los bancos y escrutar a las grandes fortunas. La conclusión, según explicó un miembro del gabinete presidencial a EL PAÍS, es que México superará el vendaval, aunque la “incertidumbre será brutal”.El golpe vendrá por distintos frentes. Trump tiene el poder como presidente de romper con el arcano de la economía mexicana: el tratado de libre comercio. Pero esa no es la única amenaza. El republicano ha prometido recortar las remesas (15.000 millones de dólares en los siete primeros meses) e imponer aranceles. Todo ello converge en un punto: inestabilidad económica y, por tanto, menor inversión extranjera y fuga masiva de capital. En pocas palabras, el estrangulamiento de México.La ún
ica esperanza frente al cataclismo procede paradójicamente de Estados Unidos. Por mucho que le irrite a Trump, sus empresarios hacen buenos negocios con los mexicanos. Washington es el primer inversor (153.000 millones entre 1999 y 2012) y tiene a México, como segundo socio comercial y el primer destino de las exportaciones de California, Arizona y Texas, así como el segundo mercado para otros 20 estados. Cortar este flujo, o simplemente modificarlo, puede generar enorme daños al norte del Río Bravo, donde seis millones de empleos dependen de los intercambios con México.Los próximos pasos de Trump serán claves para calibrar estos impactos. Pero la sola expectativa de un ejecutivo presidido por el multimillonario va a suponer un daño inconmensurable a México. Lo que hasta este martes era una pesadilla en México ahora ya es una realidad. Una era triste ha dado comienzo.Fuente: Medios digitales





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