El abogado, industrial y ahora diputado nacional por el Frente Renovador de Sergio Massa fue dos veces presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA) y miembro actual de su comité ejecutivo. También preside la comisión de Industria de la Legislatura nacional. Pero seguramente su mayor logro fue haber formado parte del equipo económico que, junto con Lavagna, sacó al país de la megacrisis del 2001. Hoy advierte que el Gobierno está matando a las economías regionales y apuesta a los capitales financieros en lugar de apostar y ayudar a la producción y la industria argentina. Las provincias que dependemos de las economías regionales esperábamos el efecto derrame de la quita de las retenciones pero a la fecha no parecen haber impactado en la economía real. ¿Hay luz al final del túnel?Yo soy de extracción desarrollista. En el Frente Renovador de Massa propusimos desde el principio en la campaña que indudablemente el país tenía que hacer reformas estructurales muy fuertes, la macroeconomía había quedado desalineada y el Gobierno anterior dejó un montón de problemas sin resolver. El gran debate era el cómo. El Gobierno sostenía que había que salir del cepo en un día, nosotros sosteníamos que había que hacerlo en cien días. Hablábamos de corregir los desequilibrios macroeconómicos pero desde una política expansiva, del crecimiento económico. Y lo sosteníamos a partir de experiencias que vivió Argentina y vivió el mundo, que siempre tuvo dos maneras de sortear estas circunstancias: o por el ajuste o por el crecimiento. Si se sigue en el camino del ajuste lo único que crece es la tensión social. ¿Por qué hablaban de cien días para salir del cepo?Porque había que salir del cepo, indudablemente, pero dentro de un programa económico que armonizara las políticas cambiarias con las políticas tributarias, fiscales, de ingresos. El Gobierno eligió el camino de modificar sólo la política cambiaria, es decir, devaluar. Y cuando uno devalúa sin plan genera lo que generó: un fuerte desequilibrio de los precios, alta inflación. Para nosotros el ciclo era plan económico en cien días, llamada al consejo económico y social para explicar a dónde íbamos junto con los trabajadores y los empresarios para que se hicieran carne y participaran del proyecto. Con un plan creíble la inflación baja, y no por medidas recesivas sino por la confianza, porque la inflación tiene mucho que ver con las expectativas. Usted fue parte del equipo económico que actuó con éxito en el 2002, tras la tremenda crisis del año anterior. ¿Esa experiencia también aplica a la propuesta del Frente Renovador?Por supuesto. El Frente Renovador planteó estas ideas en campaña con el equipo económico experimentado que efectivamente ya lo había hecho en 2002 como parte del gobierno de Duhalde que se encargó de la salida de aquella tremenda crisis. Estaba yo como Ministro de la Producción, Lavagna como Ministro de Economía, Aldo Pignanelli en el Banco Central, Martín Redrado en Cancillería. Nuestro eje fue y es la economía real, que arranque la economía desde su capacidad productiva, no desde el endeudamiento financiero. Lo que nos diferencia también con este gobierno es que estamos convencidos de que el problema de la Argentina, y lo acabamos de ver en el Puente Internacional San Roque González, no es un problema financiero sino económico. ¿Esto que significa? Que Argentina tiene una estructura productiva desequilibrada, que le vende al mundo lo que vale poco y le compra al mundo lo que vale mucho. En conclusión, cuando crece, en vez de festejar, estamos en una crisis porque nos faltan los dólares. ¿Que ha hecho históricamente la Argentina para volver y volver a las crisis recurrentes? En vez de corregir el problema de la estructura productiva, incentivar la producción local, exportar con más valor agregado, sigue apostando al endeudamiento financiero. Es decir que en vez de exportar el zapato, exportamos el cuero y compramos el zapato hecho en el extranjero…Exactamente, y le doy un ejemplo: Argentina exporta trigo por ochocientos millones de dólares. Bélgica por tres mil doscientos. ¿Por qué? Porque el 80% de las exportaciones belgas son en galletitas y fideos. Nosotros apenas mandamos afuera el 10% del trigo elaborado. Cada vez que la Argentina llegó a estas crisis de falta de dólares vinieron dos clubes, el de los devaluadores y el de los endeudadores. Estaban quienes decían “este desequilibrio lo arreglamos devaluando” y quienes decían “no, esto lo arreglamos pidiendo plata prestada y generando deuda”. Lo que sucede es que con la devaluación uno no corrige los problemas de infraestructura, de presión tributaria alta, y le pega en el salario a la gente común. Y con el endeudamiento, depende. Si la deuda viene para corregir ese agujero estructural está bien, porque es una inversión, pero si tomamos deuda para financiar el déficit, lo que pasa es lo que vemos ahora: la deuda que se toma no tiene capacidad de repago. Si las economías regionales no arrancan, no generamos riqueza genuina, no tenemos para pagar. Argentina termina nuevamente dependiendo del flujo internacional de capitales más que de su generación de riqueza, y así cíclicamente. ¿Cómo lograron arrancar la economía real en 2002?Los productores argentinos no son ni alemanes ni franceses, ya han vivido todas las vicisitudes del permanente cambio de las reglas de juego y han sobrevivido, así que son excelentes, y ese es el gran capital de la Nación. En el año 2002 aquel equipo económico priorizó el arranque de la economía porque el déficit fiscal de un país que no arranca es infinito. Nadie invierte en un país que se achique; y sin salario como motor nos quedamos sin mercado, algo muy elemental de entender. Y nos fue bien. Me acuerdo que vinimos a Misiones a reglamentar desde acá la Ley de la Yerba Mate porque entendíamos que el interior tenía que ver reflejadas sus realidades y sus necesidades. Se puso de pie el interior y levantó a la Argentina, y ese mismo año nuestro país generó 16.500 millones de dólares de superávit comercial. En un año y tres meses, ese Gobierno que había recibido la peor transición de la historia argentina, con el default más grande del mundo, con cinco presidentes en diez días, con 18 monedas circulando por el país, los bancos cerrados, quebrado el sistema de contratos, pudo entregar la mejor transición de la historia. Dejamos un país creciendo al 7% anual con 3% de inflación, resuelta la salida de la convertibilidad. Le dejamos a Kirchner cinco ministros, 38 secretarios de Estado, y todo ese período sin ninguna sola denuncia por sospechas de corrupción. Después, hasta 2008, la industria creció el 102%. Pudo haber ayudado el precio de la soja, pero no en la primera etapa. El motor de ese período fue el tipo de cambio competitivo, no el retraso cambiario; la baja inflación que generó la producción, y el equilibrio de las cuentas públi
cas. En esos años acumulamos casi 55 mil millones de reserva incluso pagando al fondo. En el 2007 el problema de la Argentina era administrar el exceso de dólares que generaba la economía. ¿Qué pasó después? ¿Por qué no pudimos sostener este crecimiento? Después vino otra etapa, desvirtuamos, vino el cepo, persecuciones a la inversión y otra vez el péndulo. Y acá está la diferencia del Frente Renovador tanto con el kirchnerismo como con el actual gobierno de Macri: el kirchnerismo negaba todos los problemas; el PRO no reconocía ninguna de las virtudes. Nosotros decimos acá no hubo ni década ganada ni década perdida, lo que hubo fue una década partida, un período con los claros motores que le describí que llevaron a las economías regionales a producir, a crecer, a acumular, y otro en el que se cambió el modelo económico y pasamos del 3% de inflación al 30%, rompimos el Indec, el tipo de cambio competitivo se perdió con la inflación y el 5% de superávit fiscal pasó a ser déficit. Nosotros proponemos recuperar todo lo bueno de aquella primera etapa de la que fuimos fundadores y corregir lo segundo, proponemos la avenida del medio. Y salimos a decirlo ahora porque el peligro que vemos ahora es que volvamos a los 90. Esta vuelta a los 90 parece un fantasma pero se materializa con fuerza cuando se especula, por ejemplo, con la importación de casas prefabricadas chinas para proveer de vivienda a la población vulnerable. ¿Es justificado el temor? Es justificado, porque el Gobierno en vez de preocuparse por reforzar nuestra producción amenaza con achicarla. El otro día discutimos muy fuerte con el ministro de la Producción Francisco Cabrera que nos trató de ignorantes, que no era cuestión de importar muchas manzanas o pocas manzanas. Yo lo que le dije es “señor ministro, no le informe mal al Presidente, nunca hablamos de prohibir importaciones pero sí de controlar. Si usted ve que productores del Valle de Río Negro, que es la tierra más fértil del mundo, están tirando o regalando su producción y simultáneamente trae fruta de Chile, algo le tiene que llamar la atención”. Si se hubieran preguntado qué pasa se hubieran dado cuenta que el problema no es el productor. Al productor chileno el flete le cuesta la tercera parte de lo que le cuesta al de Río Negro, el combustible le cuesta la mitad, la presión tributaria el 40% menor, la tasa de interés real que paga es la cuarta parte de lo que paga el de Río Negro. Es muy poco lo que puede hacer un productor, un industrial de Misiones puertas adentro de su empresa porque ya es eficiente, ya se ha equipado, pero contra el contexto no puede hacer nada. Y resolver esos problemas de la macroeconomía es responsabilidad del Gobierno, no del productor. Hoy tendrían que decirle al productor de casas de madera de Misiones, al comerciante que tiene una estación de servicios o al kiosquero “señores, entendemos que el problema no es de ustedes, es nuestro, se lo vamos a corregir, mientras tanto necesitamos que sigan vivos entonces hacemos un plan para la transición”, pero no lo hacen.¿Ese plan debería incluir subsidios temporales y regímenes impositivos diferenciales como la reducción del ITC que pide Misiones? Subsidios, bajas impositivas, hay varias medidas que se pueden tomar en este sentido. Vamos al caso concreto de las casas chinas. En vez de tener esta actitud pro productiva, el Gobierno amenaza a nuestros productores con la importación. Es lo que hicieron con la industria porcina, con la industria avícola. Si ha habido una industria eficiente fue esa, y hoy estamos importando carne de cerdo de Dinamarca y pollos de Brasil. Se cuadruplicaron las importaciones. Me pregunto, ¿ésto no le sorprende a este señor Cabrera? ¿no vio que al productor argentino le aumentaron un 35% los costos en dólares en los últimos seis meses? ¿no vio que tiene problemas de logística, de presión tributaria, de retraso cambiario, de tasas de interés? Creemos que el Gobierno está teniendo un enfoque financiero de la economía argentina y no un enfoque productivo. El Gobierno parece haber logrado la baja de la inflación en las últimas semanas sacando de circulación el dinero. ¿Esto puede tener un efecto rebote?Cuando usted quiere adelgazar, puede ir a una nutricionista o puede pedir que lo encierren en una jaula y tiren la llave, y adelgaza seguro. A costas de la salud, claro. Para nosotros de la inflación se sale desde el crecimiento, con más inversión, con más oferta de bienes, no sólo restringiendo el circulante. Se sale si la economía vuelve a crecer. El resto es jarabe de pico. Si no crece no resuelve el problema de la caída del empleo, de la recaudación. Nosotros entendemos es que primero hay que definir el modelo del país que queremos. Tenemos el 80% del agua y de la superficie cultivable y en vez de ponernos ante el mundo con la firmeza que nos da este poder, salimos a pedir, a abrirles todo para importar casas chinas, textiles, ferrocarriles, es decir, importamos trabajo. ¿Este es el modelo de inserción en el mundo que quiere este Gobierno? Si realmente es este el modelo hay que avisarle que paralelamente va a tener que exportar 20 millones de argentinos, porque no hay para sostenerlos. Esta es la discusión de fondo que el Gobierno no la ha dado. ¿Hay que relacionarse con China? Claro que sí, pero hay que viajar en bloque con Brasil, los dos principales productores del mundo sentados frente a los principales compradores. Tenemos que negociar con el extranjero pero desde nuestras fortalezas. El Gobierno actual quiere un país primarizado. Nosotros, un país desarrollado.




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