Continúa el silencio de las autoridades sobre el inicio de las esperadas obras de la Escuela 746 “Sudamericana” de Puerto Iguazú, que preocupa a los padres y ocupa a los docentes quienes, en medio de última tormenta que se desató días atrás, debieron hacer malabares para resguardar a los alumnos.En 2008 la comunidad educativa recibió con agrado la noticia de construcción de un nuevo edificio. Para iniciar las obras debía desmantelarse la antigua construcción, por lo que a pesar del sacrificio que implicaría, optaron por el traslado en octubre pasado a un espacio prestado, donde antiguamente funcionó la Escuela 615 (avenida San Martín, en pleno centro de la ciudad). Sin embargo, cuando estuvo todo destruido, la empresa se retiró para no volver. Muchos fueron los reclamos, incluso enviaron una nota a la Dirección de Educación Primaria solicitando una audiencia para manifestar sus inquietudes; sin embargo no recibieron respuesta.Así es que, como los niños son prioridad, maestros y profesores de áreas especiales dicen presente en un edificio que tiene más de ochenta años, rogando que el sol acompañe la jornada, porque “cuando llueve hay más agua adentro que afuera”, comentó la directora Eustacia González, que se las arregla con “siete salones. Voy agrupando algunas secciones, por ejemplo, tengo dos quintos que trabajan agrupados, en la época de la innovación nosotros volvemos a la prehistoria con respecto a la estructura de trabajo”, subrayó.E hizo hincapié en que a pesar de ocupar “un edificio histórico, que si vamos al caso tiene mayores dificultades que el original, a dos kilómetros de distancia de su lugar de origen, 329 alumnos continúan asistiendo a clases y no por no tener otra opción, sino por la confianza que sus padres depositan en nosotros, es allí donde encontramos la fuerza para seguir adelante”.Apoyo“Para nosotros sería más fácil pedir el pase y enviar a nuestros hijos a otra escuela, donde seguramente tendrían mayores comodidades, baños bien instalados y salones donde no llueva, donde el calor agobiante y el olor nauseabundo del pozo negro no los descompongan. Pero sabemos que la calidad en la enseñanza no va a ser la misma, por eso estamos decididos a pelear por la 746”, dijo Jorge, papá de dos pequeños que concurren a la escuela.María, mamá de una nena, vía Whatsapp, mencionó a este Diario que “no vamos a bajar los brazos, los chicos tienen un cariño enorme por las maestras, que ponen todo de sí para seguir adelante, para enseñarles y que el día de mañana sean hombres y mujeres de bien, preparados para enfrentar el mundo”. Como ellos piensan y sienten los padres de los más de 700 chicos que, de lunes a viernes, llegan a la escuela con ganas de aprender, por eso analizarán las medidas a adoptar.




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