La cantante Loreley Benitez es la voz exquisita que integra el grupo “Benitez y Benitez de la Capital del Monte”. Rodeada de una familia musical, la jovencita creció con el notable don de transmitir emociones por medio del canto. En la última edición del festival “Mi tierra roja”, recibió el premio Consagración y el jueves pasado el Concejo Deliberante de Posadas le dio una distinción por sus logros. Con el apoyo de sus padres y hermanos, Loreley se forja musicalmente con un importante impulso. El maestro Ricardo Ojeda brindó sus conocimientos dando clases a esta gran familia. Desde hace años los hermanos Benitez recorren kilómetros para tomar clases de música y formaron el grupo musical impulsados por su padre. Dieron sus primeros pasos en los escenarios de Misiones junto a Lissandro (canto y violín), Joaquín (bandoneón), Loreley (canto), Gustavo (canto), Jairo (canto y violín), Oscar (batería) y Jorge Pedrozo (bajo). Ofrecen un interesante show musical que recorre el país con canciones populares. El legado familiar viene de los abuelos que transmitieron un gusto especial por el folclore y hoy sus nietos llevan adelante esa forma de vida. Aseguran que son músicos de corazón y ejecutan los instrumentos “con el alma”. Y si bien no sabe mucho de música, mamá María cobija y acompaña con ese semblante de guía. Ocupa un lugar fundamental en el grupo y es la amante coordinadora. “Siempre presentamos sambas, chacareras, tangos, milongas, vals, música del litoral. Siempre apuntamos a un público variado. Me sumé a los ocho años con el bandoneón y así reemplace a mi hermano Damián, que se fue a estudiar a Buenos Aires. Desde chiquitos, ya desde la panza de mamá escuchamos música, entonces es imposible que no nos guste. Aprendimos a cantar y a tocar de oído y después, con el tiempo, tuvimos la posibilidad de aprender con un profesor a leer partituras. Así fuimos creciendo musicalmente”, supo contar orgulloso Joaquín en una de las entrevistas con PRIMERA EDICIÓN. Para Loreley fue apasionante ser tan pequeña y acompañar a su padre a través de su voz. Quienes la escucharon aseguran que se perfila como una interesante intérprete y cantora. “Ella quería hacer algo, entonces el padre la probó para el canto y hoy es una de las voces del grupo, además de ser la única mujer que los acompaña”, agregó la madre. En tanto Lissandro, el más pícaro de los Benitez, compartió con mucha alegría que su historia dentro del grupo surgió casi de la misma manera que Loreley, aunque tuvo la certeza de tocar el violín desde el primer momento que lo vio en la casa de su maestro. “Cuando mi maestro me dijo qué instrumento quería aprender a ejecutar le dije que era el violín, así comencé a estudiar. Primero me regaló un pequeño y cuando crecí me quedó chico. Como mis padres no me pudieron comprar uno, en la escuela donde voy se juntó dinero y así, después de un tiempo, volví a presentarme con el violín. Es el mismo que uso ahora”, contó. Se nota el esfuerzo y las ganas que le ponen. Los logros y reconocimientos se van sumando y ellos continúan creciendo con la música como legado familiar.





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