Muchos cambios se han dado en el mundo occidental en los últimos cien años. Hemos mencionado algunos en relación con la difusión del Yoga como método oriental de bienestar, salud, crecimiento y elevación personal. Ciertamente favorecieron el intercambio fluido con la otra mitad del mundo y un mejor conocimiento y beneficio mutuo. Pero uno de esos cambios es fundamental porque propicia desde lo más profundo el acceso a nuestra práctica: es el tan mentado nuevo paradigma, que desde las primeras décadas del siglo XX se fue configurando en el ámbito científico a partir de las teorías de la relatividad y de la física cuántica, y que produjo grandes transformaciones en lo social, cultural, educativo, tecnológico, económico, político, en la medicina y la psicología, en fin, en todo.Fritjof Capra, autor de El Tao de la Física, nos explica la diferencia entre el viejo y el nuevo paradigma: el primero se arraiga en la ciencia mecanicista del siglo XVII (Descartes, Newton, Bacon) y el sistema patriarcal de valores, primando el propósito de controlar y dominar la naturaleza. En cambio el nuevo paradigma reconoce que el mundo está vivo, que tiene su propia inteligencia y que la exploración de la naturaleza debe tornarse un diálogo en el marco de lo que denomina “ecología profunda”, para pasar “de la ciencia de la manipulación a la ciencia de la sabiduría”. Por ese motivo, el pensamiento científico basado en el nuevo paradigma incluye cinco criterios de cambio: De la parte al todo, de la estructura al proceso, de la ciencia objetiva a la ciencia epistémica, de la construcción a la red como metáfora de conocimiento y de la verdad a las descripciones aproximativas.Mmm….! A ver… Siguiendo el orden de criterios: En el viejo paradigma, que aún se sostiene en varios aspectos, la dinámica del todo sólo puede comprenderse a partir de las propiedades de las partes; hay estructuras fundamentales que dan lugar a los procesos; las descripciones científicas deben ser objetivas, independientes del observador humano (sujeto) y del proceso del conocimiento; la ciencia y la filosofía se construyen sobre leyes y principios básicos (tanto que, de producirse algún cambio de paradigma, la sensación es de que se hunden los cimientos); el conocimiento científico puede lograr la certeza absoluta.En cambio, en el nuevo paradigma las propiedades pueden ser comprendidas a partir de la dinámica del todo (y lo que llamamos “parte” es solo ¡una configuración! en una red invisible de relaciones); cada estructura es la expresión de un proceso subyacente; la comprensión del proceso del conocimiento (epistemología) debe incluirse explícitamente en la descripción de los fenómenos; la realidad es vista como una red de relaciones, forma que también asumen nuestras descripciones de sus manifestaciones; los científicos no se ocupan de la verdad como una exacta correspondencia entre la descripción y los fenómenos descriptos, sino de lograr descripciones aproximativas de los mismos.“Encontré paralelos llamativos entre las teorías de la física moderna y las ideas básicas de las antiguas tradiciones orientales… de la mano con una fuerte transformación personal”, decía Capra. La psicóloga Gunnel Minett coincidía: “Las escrituras orientales antiguas están más cerca de los últimos descubrimientos de la ciencia moderna que de la visión del mundo basada en Newton y Descartes”. Y citaba Capra al antiguo sabio Ashvagosha: “Cuando la mente está inquieta, surge la multiplicidad de las cosas. Cuando la mente se aquieta, esa multiplicidad desaparece”. Y el tema no está agotado. Namasté.Colabora: Ana Laborde Profesora de Yoga [email protected]. 4430623




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