Las películas, la televisión, las novelas y la sociedad alentaban este modelo.Las cosas cambiaron, hoy hay una mayor apertura, pero también se acentuaron los acercamientos adolescentes que ya no son entre personas enteras y comprometidas entre sí sino encuentros entre cuerpos, incluso a veces entre partes de cuerpos: una boca que besa otra boca, una mano que toca. Lo que se prioriza en sentir y disfrutar: ya no importa demasiado con quién.Si los adolescentes no aceptan “transar”, “apretar” o “chapar” con el que se les acerca, significa que no tienen interés, y muchos lo pasan mal por no buscar algo diferente y aprenden a acorazarse para no sufrir o acceden para no decir que no y quedarse solos. Como en la cacería del zorro, el sentido está en la conquista cuando atrapan a la “pieza” hay que salir a buscar una nueva.Por eso, la única herramienta que conozco para contrapesar esta tendencia es conversar con los hijos desde chicos: informarlos desde una cosmovisión que valore el amor por encima de esas relaciones efímeras “relaciones parciales, inmaduras”.Así podemos hablarles de la maduración psicosexual: del mismo modo que a una pera que llegó a su tamaño de madurez final todavía le falta un buen tiempo hasta tener consistencia y sabor agradables, los cuerpos maduran de 11 a 14 años; pero ellos no están preparados para tener relaciones sexuales hasta más adelante pese a que la sociedad las promueva.Abrir sus mentes a la posibilidad de esperar, a preguntarse, a elegir y no dejarse apurar por otro.HaikuPor un momentonueve meses esperartoda una vida por delante.Colabora: Aurora Bitó[email protected]




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