Metió la mano en el bolsillo izquierdo de su campera. De allí, donde “podría haber un papel de cocaína”, sacó su pasaje de avión, un anteojo “porque cada vez veo menos” y una bufanda. Nada más. “Viajo mucho más liviano sin la cocaína en el bolsillo. Es el único consejo que les doy, si están pensando en probar o no… no es necesario”, dijo Gastón Pauls ante la mirada de cerca de un centenar de adolescentes. El reconocido actor argentino visitó la provincia invitado por la Fundación Ideas en Movimiento y, ayer por la mañana, brindó una charla en el marco de la semana provincial de la lucha contra el uso indebido de drogas, en el Hogar de Día.Los destinatarios fueron estudiantes de escuelas secundarias de Posadas. “Yo tuve la misma edad que ustedes y cuando iba al colegio lo único que me interesaba era no estudiar. Así que no vengo a decirles lo que hay que hacer o lo que no hay que hacer. Pero a los quince años, yo probé drogas por primera vez y les puedo asegurar que, más allá de la risa que puede causar en un momento, lo divertido que puede ser para muchos experimentar cosas nuevas y probar cosas raras, termina siendo un garrón”. Tres destinos posiblesPauls fue claro con su audiencia. “Les puedo asegurar que no hay nada interesante en la droga. Tiene sólo tres finales posibles: cárcel, hospital o cementerio. Es así. Si les venden otra cosa, si le dicen que la van a pasar bien, que se van a reír, que van a ser exitosos… es mentira”, relató el hombre que aseguró haber padecido el consumo y, tras una ardua lucha, salir adelante. “Adicción es lo no dicho. Dicción es lo que se dice, adicción es lo que no se dice. A veces no se dice porque uno no se anima, o a veces porque uno no sabe a quién. Entonces hay que acompañar, estar, prestar una oreja, un abrazo, una mano. Eso me parece fundamental”, señaló en diálogo con PRIMERA EDICIÓN. Sobre cómo ayudar a alguien que está atravesando un proceso de adicción, consideró que “es difícil porque cuando uno está consumiendo, no quiere escuchar a nadie. Sólo quiere escuchar a la sustancia, no te importa nada más. Puede estar cayéndose el mundo que vos te encerrás en la habitación y listo. Es muy difícil acercarse a un adicto”.Sin embargo, “me parece que hay que hacerlo en los momentos en que el adicto está ‘sobrio’. Hay que hablar, mandar el mensaje, que por lo menos le juegue en algún lugar de su cabeza o de su corazón. Después, es una decisión muy personal. La adicción es una enfermedad que no tiene una cura definitiva. Es una lucha diaria y un proceso personal. Entonces hay que mandar el mensaje, si prende en el adicto, genial, sino, por lo menos se intentó”, cerró.





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