El entusiasmo con el que un grupo de jóvenes de la parroquia católica ucrania del rito bizantino San Vladimiro regresó de la Jornada Mundial de la Juventud, realizada en 2013 en Río de Janeiro, se mantuvo y permitió que por estos días ultime los preparativos para el gran encuentro de Cracovia 2016. Eran más de veinte los que pretendían repetir la travesía inicialmente, pero por el momento son solo seis, cinco posadeños y un paraguayo, los que concretarán la “hazaña”. Una serie de inquietudes son las que desvelan por estos días a Laura Tamis, Angelina Pilleri, Marcos Rozicki, Lucas Ojeda, y a los sacerdotes Néstor Harapchuk y Héctor Zimmer Balanda, quien oficiará de guía para los viajeros que levantarán vuelo el 22 de julio y proyectan regresar durante los primeros días de agosto. “A Río fuimos 58 y volvimos entusiasmados porque este tipo de encuentros te movilizan siempre. Fue muy lindo lo que vivimos, fue una experiencia interesante y todos tenían ganas de ir a Cracovia pero pensar en Europa era imposible”, relató Zimmer Balanda. Confió que para los chicos de su comunidad “era una cosa impensada por los costos, la distancia. Los españoles dicen que no vienen a América sólo por no pasar el charco, y a nosotros nos pasa lo mismo. Pero hay que animarse a hacerlo. En estas reuniones preparatorias intentamos quitarnos los temores, las inquietudes, prepararnos. Son más de 20 días que vamos a estar afuera. Hay que estar con ánimo, participar, con la idea de sacar el mayor provecho”.Sobre la deserción de los participantes, indicó que “el gran tema de los argentinos es que, por lo general, esperamos hasta el último momento para preparar algo. Íbamos a ir con un grupo de italianos pero los europeos están con mucho miedo por el tema de los atentados y, además para ellos es época estival y los padres prefieren ir a veranear con sus hijos y no a un encuentro como éste”. Según Harapchuk, el propósito de estos encuentros previos también es para “ver los posibles lugares que podríamos ir a conocer durante este viaje porque por ahí estás en Cracovia y no sabés que a pocos metros de donde residís, podés conocer algo interesante para decir vi, estuve, tengo esa experiencia. Es una posibilidad para conocer lugares históricos, culturales y religiosos”. Entre ellos, el campo de concentración de Auschwitz y santuario de Nuestra Señora de Chestokova. Admitió que “vamos a estar unos días en Roma. Para mi es algo nuevo porque nunca viajé a Europa. La experiencia de Río fue muy linda, enriquecedora. Fui con el deseo de sorprenderme y de aprender. Y así fue. Ahora vamos a llevarnos todas las direcciones por escrito para que quienes conduzcan sepan llevarnos a destino ya que, en mi caso, no manejo idiomas. En Cracovia, donde Juan Pablo II fue arzobispo antes de ser Papa, nos alojaremos en un hotel cercano al espacio de la JMJ. Buscamos un lugar estratégico para poder estar en los distintos eventos que se realizarán entre el 25 y el 31 de julio. Lo resolvimos de la manera más modesta. Hicimos cuentas y cálculos para ahorrar”.Para Zimmer Balanda, viajar a Cracovia y no visitar Ucrania es un absurdo. “Estaremos a solo 300 kilómetros y buscaremos reunirnos con el arzobispo mayor de Kiev, Sviatoslav Shevchuk. Volver a la tierra de nuestros mayores es muy fuerte tanto espiritualmente como psicológicamente. Ir a la cuna del cristianismo eslavo es una maravilla, es muy fuerte. A partir de ahí se evangelizó toda Europa oriental. Es una fuerza espiritual tremenda. Pero uno tiene que ir y vivir porque la experiencia es intransferible”, sostuvo.Aprovecharán para conocer a la comunidad ucraniana de Barcelona, que es donde trabajó, que “además de servirnos de trampolín, es una de las ciudades más lindas de Europa occidental. Y como es una peregrinación espiritual lo lógico es llegar a Roma y salir de Roma. Al papa Francisco lo veremos en Cracovia y luego durante una audiencia en la plaza San Pedro”. Falta menosA Tamis la motivó lo vivido en la JMJ de Río de Janeiro: “En las calles se sentía la fe de la gente. Era algo que nunca había vivido. Ahora no sabemos con qué nos vamos a encontrar o qué es lo que va a pasar pero siempre es lindo y sabemos que será bueno”. Viaja acompañada de su hija de 8 años que también viajó a Brasil. “Como era más chica todo el grupo me ayudaba. Como debías acarrear los bolsos, las valijas, todos me ayudaban con la nena para que yo estuviera un poco más cómoda. Se acuerda de todo lo vivido allá y tenía muchas ganas de acompañarme”, narró.Rozicki es analista de sistemas y participa de las actividades de varios grupos de la parroquia, entre ellos el juvenil, donde surgió la iniciativa. “Nunca viajé a Europa pero me tranquiliza que el padre Héctor conozca lugares en Barcelona y Roma”, dijo.





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