Técnicamente se dice que un choque vial o siniestro de tránsito sólo puede ser llamado accidente cuando ocurre a pesar de que se han tomado todos los recaudos. En la mayor parte de los casos, los siniestros son por fallas humanas: exceso de velocidad, cruzarse de mano en zonas con doble línea amarilla, pasar el semáforo en rojo, sólo por citar algunos casos. Pero hay un factor que también hace su aporte: el estado de las calles.El caso del puente Zaimán es un claro ejemplo. Es una verdadera carrera de obstáculos con carteles y vallados provisorios que se van cambiando de lugar conforme al lento avance de las obras. También las maquinarias atraviesan la calzada en una zona de obra de 570 metros de largo.El trabajo iniciado en julio de 2013 está a cargo de la Entidad Binacional Yacyretá (EBY) y según informaron a PRIMERA EDICIÓN desde las oficinas ubicadas en Capital Federal, la obra estará finalizada el 22 de agosto próximo. El plazo inicial de culminación era el 23 de enero pasado. Durante la noche, el riesgo se multiplica: cerca de 400 metros desde el puente peatonal frente al acceso al Polideportivo Zaimán hasta casi la culminación del ducto, llegando al mayorista, están en completa oscuridad ya que hace meses no se encienden las farolas. Entonces, a menos que la iluminación se pueda conectar provisoriamente, quedan dos meses por delante hasta que se habiliten los cuatro puentes. En ese lapso, cientos de conductores y peatones que atraviesan esta zona por las noches, seguirán estando al borde de la muerte. Carrera de obstáculosUna recorrida por el lugar para observar la circulación de vehículos y peatones desde un punto fijo, permite dimensionar el altísimo riesgo que implica atravesar este puente que hace ya varios años está “en construcción”. Los peligros aparecen a cada metro y sólo de milagro, por un par de centímetros, un choque que parecía inminente, no llegó a producirse. Pero la sensación de estar al límite, esquivarle a la muerte por centímetros, es constante. Tambores de aceite pintados de naranja, algunos carteles y la malla de plástico naranja delimitan la zona de obra. Estos elementos son trasladados según la necesidad de los operarios entonces cada día, quien cruza el puente debe ir evaluando y esquivando el nuevo repertorio de obstáculos. Esta tarea con alto grado de improvisación imposible de adivinar por parte de los otros vehículos, se marca mucho más en el caso de quienes cruzan en bicicleta o con carros de mercadería. Como en ambas manos el carril para bicicletas está intransitable a causa de los pozos y grietas, estos vehículos se ven obligados a pasar por la calzada, mientras a sus espaldas avanzan colectivos, camiones, motos y autos a gran velocidad.Señales La calzada está señalizada con las líneas amarillas y las blancas laterales. Pero están gastadas y casi no se distinguen. En algunas zonas, están tapadas por el polvo y el barro que la propia obra en construcción genera a diario.De noche, estas líneas son invisibles, entonces el tramo se convierte en una “boca de lobo” donde solamente se distinguen las flechas con pintura refractaria colocados en la zona.Jugando a ser “rápido y furioso”Colectivos, autos particulares, camiones, taxis, atraviesan este ducto a gran velocidad. Si bien el cartel que se ubica en el acceso Sur del puente indica “40 máxima” esta velocidad es ampliamente superada por la gran parte de los vehículos que circulan por la zona. Hablamos de entre 80 y 100 kilómetros por hora. Los argumentos: tomar envión para poder subir la rivada o igualar la velocidad del que viene atrás que “obliga” a ir rápido.“Siempre veo el cartel que dice ‘máxima 40’, pero sé que si bajo a esa velocidad, me pasan por arriba”, indicó a este Diario un motociclista que diariamente transita por la zona. Zona de escuelaLa salida de la escuela que está prácticamente sobre la ruta y el acceso al polideportivo El Zaimán es un momento de altísimo riesgo. Los niños cruzan el portón y caminan hacia sus casas. Si es en el barrio San Jorge, no necesitan cruzar la ruta, pero sí están expuestos al movimiento de vehículos que circulan eventualmente por la colectora.Los que viven en Las Rosas, sí deben cruzar la ruta. Cuentan con uno de los pocos puentes peatonales en la ciudad. Pero la gran mayoría de los niños cruza corriendo por la calzada.“Es más rápido, sólo hay que mirar que no venga nadie”, señaló una madre que eligió trasponer la ruta pasando justo por debajo del puente peatonal. La actitud imitada por los menores, eleva el riesgo de un siniestro vial.Quienes llevan bebés en coche se ven obligados a pasar por la calzada, en este caso porque el puente no cuenta con rampa. Una vez más, el riesgo es altísimo.Si bien en el marco de las obras de la Travesía Vial que se comenzó a desarrollar en junio de 2013 -está a cargo de la Dirección Provincial de Vialidad y de la Dirección Nacional de Vialidad (DNV)- se prevé la posibilidad de colocar el puente con rampas, todo depende del espacio de que se disponga en las veredas, porque esta obra es de mayor envergadura, indicaron.Sobre la obraLa obra comprende la ejecución de cuatro puentes de hormigón con una longitud de 72 metros cada uno con superestructura de hormigón pretensado y calzada de pavimento asfáltico.El objeto de las obras es dar continuidad a las calles colectoras tanto Oeste como Este y vincular la trama urbana existente. Además se realizaron veredas de hormigón, puentes peatonales, casillas para protección de pasajeros del transporte urbano, señalización vertical y horizontal, alumbrado público y barandas de protección peatonal y vehicular. La longitud total de la zona de obra es de 570 metros aproximadamente.Fotos: M.Fedorischak y O.González




Discussion about this post