Si las circunstancias son agradables hablamos de eustrés, pero si son desagradables o inquietantes se genera el distrés. En el primer caso es un estrés positivo que moviliza el proceso de adaptación a la situación causante en poco tiempo. Pero el distrés o estrés negativo, atenta contra la capacidad de equilibrio psicofísico produciendo fatiga, ansiedad e irritabilidad; más aún si se mantiene en el tiempo y se torna crónico, instalando un estado de estrés que puede acarrear daños a la salud física y psíquica, como colitis nerviosa o estreñimiento, dolores, malestar estomacal, pérdida o aumento de peso, sensación de cansancio y debilidad, falta de concentración, insomnio o dormir demasiado, rigidez de cuello o mandíbula, hasta llegar en muchos casos al uso de bebidas alcohólicas o fármacos para relajarse.El Prof. Hermógenes, al referirse a estas dolencias que calificaba de “psicogénicas”, comentaba que es cada vez más frecuente que el médico te diga: “Váyase a su casa. Nada de disgustos. Descanse. ¡Relájese!”. Y añadía que relajarse es un medio eficaz, “¡pero qué difícil! Sería más fácil tomar pastillas o recibir inyecciones ¿verdad?”.Y es que para controlar ese estado de estrés -y también el estrés cotidiano- es importante alcanzar un estado de relajación del cuerpo y la mente, como el que proporciona la práctica del Yoga, nos dice Andrea Collantes en su sitio web. Porque mediante las posturas (ásanas) y la respiración (pranayama), “el cuerpo se colma de energía, se relaja la tensión muscular, las células se estimulan y la mente se clarifica y puede ser consciente de las causas que producen el estrés”. De este modo, “el cuerpo libera las tensiones acumuladas y alcanza un gran estado de relajación que influye sobre nuestro sistema nervioso central, así como sobre el circulatorio, digestivo y respiratorio”.Pero… sin regularidad y perseverancia en la práctica no es posible alcanzar ese estado de relajación que, como decía el profesor Hermógenes, consiste en “aflojarse, desconectarse, abandonarse, ausentarse por instantes de la ansiedad y la lucha, economizar esfuerzo, despojarse de la autoafirmación estresante, gozar del reposo, ablandarse, confiarse… de modo que este relax actúe sobre la glándula hipófisis, maestra de todo el sistema endócrino, que así consigue que las demás glándulas retornen al ritmo de salud.”“Una persona relajada –agrega Andrea Collantes- posee una energía dinámica que no se disipa y cualquiera sea el ambiente externo, la mente permanece tranquila y el cuerpo libre de enfermedad”.Y ahora, en la hora del ahora, tras la práctica conjugada de técnicas del Hatha Yoga, nos distendemos en la colchoneta “apartados de ruidos y distracciones, sintiendo que la relajación no es un lujo sino una parte esencial de la vida diaria”, como sostienen las profesoras López Isnardi y Belloli. Namasté. Colabora: Ana Laborde Profesora de Yoga [email protected]




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