La mujer salió al exterior de la casa para encender el lavarropas y cuando se disponía a reingresar, al pie de la puerta, sintió el frío estremecedor del cuchillo a la altura del cuello mientras una voz masculina le decía “no grités que te mato hija de puta”.<a href="http://www.primeraedicion.com.ar/nota/222144/noche-de-terror-atan-a-una-familia-y-se-llevan-150-mil-pesos.html">Fue el inicio de una pesadilla que se extendió por espacio de 25 minutos</a> en el hogar de Julio César Velardez y Carolina Rocha, en la chacra 135 de Posadas. Todo frente a los ojos de la pequeña hija del matrimonio, de tan sólo 12 años.A ese delincuente que sorprendió a la mujer, de 33 años, se sumaron otros tres que portaban armas de fuego.Velardez, que en ese momento miraba televisión recostado en el sofá de la casa junto a su primogénita, se abalanzó contra el primero de los criminales que entró pero rápidamente fue reducido por el cañón de un revólver que le apoyaron en el pecho.Ahí mismo el dueño de casa fue obligado a tenderse en el piso, boca abajo, mientras los asaltantes comenzaban a hacer de las suyas en el interior del inmueble.Según el relato de la mujer, al menos uno de los asaltantes pareció ensañarse con ella. “No me golpearon pero estaban más ensañados conmigo. Me di cuenta por sus expresiones. Cuando se dirigían hacia mí todo era ‘hija de puta;?callate la boca porque te voy a reventar; odio cuando gritás’”, recordó el viernes Rocha aún compungida en una entrevista mantenida con PRIMERA EDICIÓN frente al domicilio violentado por el cuarteto delictivo que cubrió sus rostros y su accionar con pasamontañas.El feroz episodio, que pone al desnudo que la capital provincial es una ciudad cada vez más violenta, se produjo el jueves, alrededor de las 20.20, en una propiedad compartida por dos familias (los damnificados viven en la parte posterior) pero que, al momento del atraco, había una sola. Justamente, la que buscaban los temibles asaltantes. Quizás el momento de máxima tensión, a una situación de por sí para el infarto, ocurrió cuando uno de los asaltantes, arma en mano, manoseó a Carolina y amenazó con abusar sexualmente de ella frente a su propia hija (ver “Un cómplice le dijo que parara…”).“Para mí ellos no vinieron a matarnos, pero el susto que tenés te lleva a pensar que te van a matar. En el momento en que te dicen ‘te vamos a matar’, qué podés pensar si nunca te topaste con un delincuente”, agregó.Cuando los asaltantes se apoderaron del botín, calculado en 150 mil pesos, divididos en billetes de moneda nacional, reales y dólares, se dieron a la fuga, probablemente por la parte posterior de la propiedad, lejos la más oscura.Antes, ataron de manos a la nena y de pies y manos a sus padres. Además del dinero, se llevaron los celulares de las víctimas. Veinte minutos después la Policía llegaba al lugar.Una teoría con fundamentoCarolina Rocha y Julio César Velardez no tienen dudas de que en la previa del robo a mano armada hubo un “entregador”. En este sentido, ella fue tajante y no dejó lugar a otra posibilidad.“Sí, te puedo asegurar que sí: hubo un entregador. Nosotros, como cualquier persona que sabe en qué lugar vive, qué país habita, no vamos a andar ventilando esa información a los cuatro vientos. Somos muy cuidadosos con ese tema pero ahora ya sabemos que la plata en la casa no sirve. En este país no querés dejar la plata en el banco pero, de lo contrario, te roban en tu casa…”, indicó el viernes en una entrevista mantenida con este Diario.“Nos dejaron pelados, sin un peso”, señaló la mujer en el último tramo de la charla.





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