Con la lluvia del viernes se materializó el temor de los vecinos de Santa Helena, sobre lo que podía llegar a pasar, tras el intento municipal de reparar los baches y badenes de las avenidas principales y las calles internas: se volvieron intransitables. La supuesta reconstrucción de las arterias adoquinadas, realizada con tosca y barro (al parecer ñaú), formó una pasta resbaladiza en las vías, lo cual complicó todavía más a los vecinos, quienes a diario tienen que lidiar con distintos suplicios, entre ellos el problema ambiental a causa de los pozos negros mal hechos, la falta de alumbrado público y una recolección domiciliaria de residuos cada vez más deficiente. “Quisimos hablar con el jefe de obra pero no estaba en el barrio -se había ido a otro sector- para saber cuál es la idea, porque en principio no cuaja colocar tosca sobre articulado”, refirió un lugareño, para quien, “en la primera lluvia esto se va a transformar en un barrial intransitable”. Recientemente PRIMERA EDICIÓN había publicado un informe sobre el estado integral del barrio, donde se dejaba en evidencia el estado de abandono. Tras la nota, se comenzaron tareas de mejoramiento: limpieza de canteros y bulevares.“Están limpiando todo, retirando escombros y también se removieron los tensores y postes que habían sido derribados en una tormenta. Está bueno, pero a su vez se pusieron a arreglar los baches de las avenidas, esto ocurrió después de la nota; pero sólo en una parte se hizo un buen trabajo: en la entrada principal, donde procedieron a acomodar el articulado y colocaron encima material asfáltico que una vez que se asentó quedó perfecto. Realmente mejoró. Pero en los demás baches echaron tosca, tierra. Inclusive en una parte el trabajo se hizo con barro ñaú y quedó una pasta”, describió gente del lugar. “Están bien, por años convivimos con los baches y ahora los están tapando, vemos bien la iniciativa; simplemente pedimos que hagan un trabajo que dure y no uno que nos complique la vida, porque en la primera lluvia esto se va a volver un jabón imposible”, dijeron. La lluvia les dio la razón. Menos recolecciónPara colmo, las novedades con respecto a la frecuencia de recolección de residuos tampoco fueron buenas. De tres días a la semana pasaron a tan sólo dos, en horarios muy disímiles y en vista de que los operarios bajan las bolsas y cuando llega el camión, los perros ya rompieron bolsas y desparramaron todo.





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