Señora Directora: Dos por tres, los funcionarios nacionales, otros políticos e infinidad de periodistas se esperanzan en que las cosas mejorarán en el país en dos o tres años. En tanto, las dificultades económicas se complican para casi todos, con una brutal quita del valor adquisitivo de los salarios y miles de despidos en el sector público y privado que, en los primeros 120 días del actual gobierno, alcanzó a los mil diarios, según datos de la Universidad Católica Argentina (UCA).Incluso, en el caso del “combate” a la inflación ese plazo para bajarla a valores más razonables es inferior, aunque está variando. Primero fueron unos pocos meses que se transformaron en el segundo semestre del año, y ahora se dice en el último trimestre de 2016 o principios de 2017. Ello en la medida de que aquella se hacía más desbocada llegando en abril pasado a valores que no se veían desde hacía mucho más de una década, 8%.A lo que se suma un “sinceramiento” tarifario que asfixia a muchas pequeñas y medianas empresas (Pyme) y acogota aún más el menguado presupuesto familiar, empujando a la mayoría de ellas hacia la pobreza o dejándolas sin posibilidad de crecer en las que luchaban por mejorar socialmente.Cuando escucho esas afirmaciones de un “futuro promisorio y mejor” me llena de indignación y preocupación por la enorme insensibilidad humana que esas expresiones encierran, ya que indirectamente desestiman a las personas que padecen esa “emergencia momentánea”, reclamando paciencia y sacrificio para cuando lleguen tiempos propicios. ¿Alguien imagina lo que significa esa visión “esperanzadora” para una familia que ingresó a la nómina de los desempleados y sus posibilidades de volver a encontrar trabajo están lejos y es incierto, a dos o tres años en el futuro?Entiendo que haya una serie de circunstancias especialmente difíciles heredadas del anterior gobierno y que deben ser corregidos, pero creo que la política asumida es brutal y, priorizando la cuestión económica, secundariza el valor de la existencia humana, relegándola a un papel suplementario a las mayores ganancias de unos pocos.Para quienes caen en esa situación de expulsión social (despedidos de sus empleos y marginados de la posibilidad de adquirir otro) el tiempo que se demore para volver a ser quienes eran es vital. La visión “macro” –como les gusta decir a muchos economistas- es importante para el crecimiento de un grupo selecto, pero la visión “micro” –emulando también a aquellos- es fundamental cuando la dignidad y la supervivencia humanas están en juego.En los 80 y los 90 mucho se habló de la “ley del chorreo (o de la copa llena)”, pero en esa época en Latinoamérica quedó demostrada su mendacidad e inutilidad, ya que ante el crecimiento de muchas elites enriquecidas o ya ricas, la mayor marginación social y empobrecimiento de los sectores populares fueron su contracara.Dos o tres años de espera para “mejorar” puede ser óptimo para quienes tienen asegurado el sustento diario, pero es la nada para las mayorías que van quedando excluidas de ese proceso. Los seres humanos somos únicos e irrepetibles. Sepamos escuchar el mensaje del papa Francisco en cuanto a estos “modelos sociales” y apostemos por una mayor justicia social, no nos anestesiemos con un futuro promisorio, que es incierto.





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