Un joven de 24 años habría acabado la discusión con su hermanastro drásticamente: al parecer, buscó la escopeta en la casa de su madre, volvió al escenario y le gatilló una carga de perdigones a la cara, cuello y pecho a Marcelo Viera Núñez, de 28 años.De acuerdo al relato de voceros policiales y fuentes consultadas, el sangriento desenlace se produjo en el paraje Guabiroba en El Soberbio el lunes pasadas las 20. Con un condimento determinante y habitual en este tipo de dramas: el consumo excesivo de alcohol.Según los investigadores, los hermanos comenzaron a discutir y caldear el encono en plena tarde, desde las 17:30, sin escuchar las súplicas de su madre María de 62 años para que frenaran la violencia, para que limaran las diferencias y restablecieran la paz, en un contexto marcado por la pobreza estructural.Ninguno de los dos habría aflojado. Los empujones, golpes y gritos amenazantes se terminaron con el estruendo de la escopeta doble caño calibre 36, que el ahora detenido fue a buscar a la casa de su padre.Un disparo fue suficiente para destrozarle la cara y pecho a Viera Núñez, quien cayó de espalda al piso sin respirar.Su victimario corrió y depositó el arma en el mismo lugar donde la encontró. Con la misma desesperación regresó y comprobó la muerte. Atónito y sin respuestas se sentó enfrente al cadáver, tomó una vez más la botella de caña en profundo silencio, trago a trago hasta que la policía arribó al lugar de la mano de la madre de Viera Núñez.Más de cuatro kilómetros a pie y por un trillo de espesa vegetación recorrieron los uniformados hasta llegar al escenario del crimen.Los agentes de la Unidad Regional VIII con las luces de sus linternas y bajo la lluvia, se toparon con el silencio del cuerpo frente a su hermanastro sentado, callado y bebiendo los últimos tragos de la caña “Picapalos”.No opuso resistencia a la detención y se dejó esposar sin emitir comentario alguno en su defensa.Su madre delante tampoco le habría dicho nada al respecto, sólo se preocupó por abrazar a su hijo sin vida y a dejar que los efectivos de la comisaría de El Soberbio cumplieran con su labor y ayudaran a los peritos de la Policía Científica a recavar las pruebas y detalles para esclarecer lo sucedido.Al presunto atacante se le realizó también la prueba del guantelete de parafina para determinar la presencia de pólvora y demás componentes de la deflagración. También exámenes toxocológicos, aunque el aliento a alcohol habría sido tan fuerte que fue sentado por los peritos en sus primeras conclusiones.





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