Señora Directora: Cierto sector de la Justicia parece haber empezado a caminar en este país. Antes, no sabía, no podía o no quería. Hoy, la presencia de las multitudes le respira en la nuca y va para adelante. Sorpresivamente, instintivamente, en defensa propia, pero va y es un goce.Pero no debe quedarse solamente en los corruptos reconocidos, debe buscar los ocultos, los distraídos que ahora se quieren mimetizar en el bando de los buenos.Debe mirar dentro de sus propios fueros y reconocerse; ver qué pasó en las últimas décadas en la Argentina y determinar su cuota de responsabilidad. Y en esa tarea, siendo despiadado para consigo mismo, si se descubre formando parte del bando en desgracia, renunciar y someterse a la Justicia de los otros, dignamente.También tiene que dirigir sus ojos inquisidores al otro poder y hurgar muy profundamente en él… Al poder de la negociación y la venta de voluntades, al de la ignominia y el fracaso de la república, al legislativo, el poder que arrasó con la política representativa para convertirse en una réplica del ejecutivo, su punta de lanza y su sombra, su escribanía particular y su refrendo, hasta encontrar y señalar a sus componentes corroídos por la mala praxis. Para que se vayan por propia voluntad o para que el pueblo les revoque los poderes otorgados, pero nunca ejercidos… y no los voten nunca más.Cierto sector de la Justicia parece haber empezado a caminar y es muy buena noticia. Sería muy alentador que ese ejemplo saludable se replique en las provincias para que, aunque sea por esta vez, la Justicia deje de ser una entelequia para convertirse en una hermosa realidad.





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