Señora Directora: No sé si será por mi edad o por tantos años de luchar para reivindicar a mi querida provincia de Misiones en cada una y todas sus características, pero fundamentalmente su gloriosa historia y los ritmos propios de nuestra bendita tierra colorada y que, en estos últimos años sin lograr una satisfacción acorde con la importancia que tuvo y tiene para nuestro país y que por eso, cada vez que veo u observo personas coincidentes con mis objetivos, mis ojos lagrimean de emoción. Es que no pierdo la esperanza que volvamos al pasado no tan lejano cuando era un orgullo de todos los misioneros exhibirnos como la provincia más antigua de la Argentina y transmitir a lo largo y ancho del país los cinco ritmos que siempre nos identificó y que, con el Festival de la Música del Litoral, por su escenario participaban conjuntos de Entre Ríos, Corrientes, Chaco, Santa Fe, pero priorizando nuestra identidad. Vale la pena recordar que siendo muy chico yo ya era músico llegando a ejecutar hasta cinco instrumentos a viento, en claves de sol y de fa, en la histórica Banda Municipal de Música de nuestra ciudad capital y en nuestras retretas se incluía alguna galopa y también polka y guarania paraguayas. Lo mismo acontecía allá por principios de la década de los 50 cuando fui a estudiar a la Ciudad de Buenos Aires y donde ya se escuchaba “El Mensú”, de Vicente Cidade y su hermano Ramón Ayala, en las pocas peñas folklóricas que había. Para 1961, estuve con Ramón en las Cataratas donde ahí, en un restaurante de don Pedro Calvo, pegado al Salto Dos Hermanas, él, impresionado por esa belleza natural, que ya era considerada como “Séptima Maravilla del Mundo”, se inspiró escribiendo un poema afirmando que “alguna vez lo haré canción”, promesa que se cumplió de inmediato, también con la colaboración de su hermano Vicente, precisamente como “Canción al Iguazú”. Sin embargo, y vaya este hecho como otra falta de respeto a nuestros creadores y a nuestra provincia, en la mayoría de los casos cuando se exhiben nuestras Cataratas generalmente es un chamamé el ritmo que acompaña a nuestro orgullo. También en esa misma época Vicente Cidade compuso “General Indio”, la canción que más destaca las hazañas de nuestro máximo héroe Andrés Guacurarí, pero con poca o ninguna difusión.-Muchos otros recuerdos podría agregar pero mi objetivo es destacar una emotiva nota que salió en PRIMERA EDICIÓN el sábado último, 13 de febrero, con el título: “Talleres de danzas y música misioneras a profesores del país y del mundo – Las clases están a cargo de Esther Romero, quien enseña chotis, galopas, gualambao y la bibliografía de músicos de Misiones. A pesar de varios pedidos, el gobierno provincial no brindó ayuda al proyecto cultural”. En sus palabras, que denotan coraje cívico pero digno ejemplo de amor a Misiones, ella destaca que hace ya cinco años que esas enseñanzas se dictan gratuitamente en el Teatro del Alma de Cosquín y no tuvo reparo en denunciar públicamente que hizo muchas gestiones ante el gobierno provincial y la Cámara de Diputados sin tener respuesta alguna. Sin embargo, gracias a ella, ya suman cinco los años que Misiones viene presentando su cultura, música y danzas misioneras nada menos que en Cosquín, en enseñanzas gratuitas con la asistencia de profesores en el rubro nacionales como extranjeros donde Esther Romero les entrega, también sin costo alguno, CD con bibliografías y danzas misioneras para ser transmitidas en sus lugares de origen, como en Italia, el último caso, con profesores de Roma. En sus declaraciones, ella no tiene reparo para defender la auténtica identidad misionera al afirmar que es lamentable “para los que integramos el Litoral que vamos detrás de otras danzas y no de las nuestras”, siendo que “esta situación es muy diferente con lo que sucede en otras provincias cuando viajan a Cosquín para difundir sus danzas y sus músicas”. Tampoco deja de ser sincera cuando sostiene que su experiencia es única y que por eso queda a disposición “de quien quiera ayudarme con la posta para el año que viene para tres, cuatro, cinco parejas para pasajes, alojamientos y comida”. La humildad de ella la lleva a advertir que, si bien es cierto que su esfuerzo es un placer poder hacerlo en vida, porque nada “nos llevamos cuando morimos, sino la satisfacción de haber transmitido lo que se sintió”.Al pasar menciona a Novoa, ese otro inolvidable difusor de nuestros ritmos y que en el boliche que estaba donde era la despensa San Martín, en Colón, yendo hacia el Savoy, entre otros jóvenes de esa época, se lucía Julio Piró, danzando con mucha pasión los ritmos misioneros que ejecutaba la orquesta Novoa.Viene a mi recuerdo, cuando hace unos años, antes que falleciera mi gran amigo Teodoro Cuenca, que padecía una enfermedad terminal, con Vicente Cidade y Chaloy Jara, nos reuníamos en mi casa para acompañarlo ejecutando con él sus clásicos e inolvidables chotis y las galopas de entonces; cuando Chaloy informaba irónicamente sobre la realidad de discriminar a los artistas locales afirmando que “a los de afuera los contratan con muy buenos pesos y los alojan en los mejores hoteles. A nosotros, en cambio, nos convocan y nos pagan con una empanada y un vaso de vino”.Por eso, ya es hora de defender nuestra identidad que, poco a poco, como si se asistiera a una nefasta maniobra de borrarnos en todos los aspectos de nuestra realidad, esta histórica provincia, que tanto hizo por la Nación Argentina, merece revertir esta injusta situación, máxime por parte de los gobernantes de turno, para volver a exhibirnos con orgullo ante el resto del país y del mundo.




Discussion about this post