"Siempre nos preparamos para mediar en situaciones de conflicto, pero cumplir con la tarea cuando hay un niño en peligro de morir, es mucho más complicado y hay que tener mucha calma para resolver rápidamente y que no le vaya ocurrir nada al menor".El oficial principal Luciano Espíndola de la comisaría Decimoquinta, intervino en <a href="http://www.primeraedicion.com.ar/nota/209587/tomo-cautivo-al-hijo%3B-amenazo-con-matarlo-y-luego-suicidarse.html">la dramática madrugada del miércoles</a>, se levantó de su cama y acudió a oficiar de mediador ante un padre enfurecido que tenía en brazos -como escudo humano- a su hijo de cuatro años, encerrado dentro de su casa, rociando los muebles con productos inflamables y blandiendo un machete amenazando con matar al que se acercara a frenarlo."Llovía, se cortó la luz, y sólo una vela alumbraba dentro de la casa. Cuando permitió el diálogo el hombre pudo expresar que lo único que buscaba era volver a vivir con su mujer en ese lugar y si ella se negaba iba a matar a la criatura y suicidarse prendiendo fuego la vivienda", relató Espíndola el primer contacto con el violento."Fue larga la conversación, yo le prometí que si me dejaba entrar sin armas, su expareja iba conversar con él (…) Ya dentro de la casa la charla fue más tranquila, ella le explicaba que no iba a retomar la convivencia por más que insistiera. Cuando dejó el machete en el piso y bajó al niño sobre una cama lo agarré con fuerza y entraron rápido los demás policías que estaban apostados para intervenir. Gracias a Dios el movimiento fue rápido y no hubo que lamentar lesionados, fue reducido y esposado".Remarcó que enfrentó momentos peligrosos con delincuentes "pero cuando hay un niño como rehén la situación es extrema, muy difícil de encontrar una solución, porque el tiempo corre y si no se logra calmar al violento, el problema es mucho mayor. En este caso, cuando se pudo agilizar la comunicación y abrió la casa para que entremos con su mujer, sólo había que esperar el instante preciso, por suerte el final fue el que esperábamos". "Nos preparamos para actuar en estos casos, pero entre el entrenamiento y la situación real, más cuando un niño puede morir ahorcado o cortado con un machete, las diferencias son enormes, hay que recurrir a buscar tranquilidad y que no se rompa el diálogo".





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