El flamante presidente electo Mauricio Macri se encontrará a partir del 10 de diciembre próximo ante la difícil empresa de reinsertar a la Argentina en el mundo, tras la década kirchnerista que alejó al país de los centros de poder como Estados Unidos y Europa, al tiempo que generó rispideces con algunos países de la región.La presidenta Cristina Fernández de Kirchner -compartido con su esposo Néstor Kirchner- concluye doce años de gestión, peleada con Washington y con la Unión Europea, abrazándose desesperadamente a China y a Rusia, y mirando para otro lado a la hora de condenar la política autoritaria de uno de los aliados históricos del oficialismo, como en el caso de Venezuela.Aislado y carente de cualquier tacto diplomático, el gobierno kirchnerista creyó que, como sucedió en la política local, un país puede reemplazar dos grandes jugadores a nivel mundial como Estados Unidos y la Unión Europea, por otros dos como China y Rusia, sin pagar por ello precio alguno.Desconoció de esta manera que aquellas pequeñas naciones que pretendieron mantener cierta autonomía para no quedar alineadas con una sola potencia, diversificaron sus vínculos políticos y comerciales. Esto es, relaciones dignas con la Casa Blanca, con Europa, con China, Rusia, India y América del Sur.En ese marco, el Memorándum de Entendimiento con la República Islámica de Irán, además de no esclarecer el atentado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (Amia) de 1994, profundizó aún más la ruptura de los lazos con Washington y Bruselas.Por eso Macri se comprometió a “derogar el memorándum con Irán”, en un claro gesto hacia esos actores de la escena mundial.El hito del kirchnerismo en materia de política internacional es haber frenado en 2005 el Alca (Acuerdo e Libre Comercio para las Américas) que impulsaba el entonces presidente norteamericano George Walker Bush en la cumbre de las Américas de Mar del Plata y que regresó a Washington con las manos vacías luego que Néstor Kirchner y Hugo Chávez (“Alca, Alca-rajo”, bramó el venezolano en un acto en la ciudad feliz) decretaran la muerte de ese entendimiento con Sudamérica.¿Y el costo? Esa fue una constante de los Kirchner: embestir sin medir las consecuencias.Como cuando utilizó dos veces al Rey Juan Carlos de España. Primero para solucionar el retraso de tarifas de servicios públicos allá por el 2003 y, años después, para que haga las veces de mediador en el conflicto con la Uruguay de Tabaré Vázquez, por las pasteras. Conflicto que finalmente perdió ante la Corte de La Haya.O cuando decidió unilateralmente dejar de proveer de gas a Chile, para luego proponerle al entonces mandatario trasandino, Ricardo Lagos, “ir contra los empresarios” gasíferos del país vecinos, desconociendo la comunidad que existe del otro lado de la cordillera entre la política y el empresariado.La reinserción en la comunidad internacional implicará para el gobierno de Macri, normalizar la relación con los organismos financieros de crédito ya que detrás de ellos, se encuentran las grandes potencias mundiales.Retomar el diálogo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Club de París -al que prometió pero nunca cumplió la cancelación de la deuda- será clave para ese objetivo, y en ese esquema se observará en qué términos y bajo qué condiciones se restablecen esos nexos.El Mercado Común del Sur (Mercosur) también es una tarea pendiente para la administración que suceda a Cristina Fernández de Kirchner.Los mandatarios de la región, protagonistas de una ola de centroizquierda durante los últimos quince años, no consiguieron avanzar en acuerdos comerciales en el bloque sudamericano, producto de las barreras arancelarias, así como tampoco en convenios con otros bloques. Como el postergado acuerdo con la Unión Europea. Por el contrario, encontraron en la Unasur la vía para saldar conflictos netamente políticos.No obstante, enemistades cruzadas de Buenos Aires con Montevideo por las pasteras, o con Chile por acuerdos incumplidos, así como entre otros socios del Mercosur, imposibilitaron al bloque actuar ante el desmadre producido en Venezuela tras la muerte de Hugo Chávez y bajo la conducción actual de Nicolás Maduro.“Yo voy a pedir, dado los abusos en Venezuela con los presos políticos, que se ejerza la cláusula democrática de suspender a Venezuela en Mercosur”, adelantó Macri durante el debate con su rival del oficialismo, Daniel Scioli.El nuevo Gobierno, deberá diagramar una sucesión de gestos de confianza hacia el mundo, si es que pretende terminar con el asilamiento y seducir a los inversores, pero deberá medir los condicionamientos que se le plantearán.





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