El 10 de agosto Eduardo B. ingresó en la casa de su vecino Sixto Giménez y lo ejecutó de un escopetazo en el pecho. La ahijada del dueño de casa, Josefina Villalba (43), que estaba de paso en Colonia Victoria, intentó escapar pero cayó moribunda por un proyectil que la atravesó por la espalda. El agresor intentó terminar la faena matando también al esposo y a la hija de la mujer pero, milagrosamente, alcanzaron a esconderse en un monte.Semejante accionar, impermeable a cualquier calificación, llevó a la Justicia a pensar en la posibilidad de que no estuviera en sus cabales;?que pudiera estar desequilibrado mentalmente.Sin embargo, una Junta Médica Psiquiátrica determinó que en el momento de los hechos, y después también, el atacante comprendía las consecuencias de sus actos, razón por la que consideró que es imputable.El informe ya fue agregado al expediente que instruye el juez penal Nº 1 de Eldorado, Roberto Horacio Saldaña, después de que la titular Nuria Allou, del Instrucción 2, se inhibiera de intervenir en la causa porque ya lo había hecho con anterioridad, cuando aún ejercía la defensoría oficial en esa dependencia judicial.Fuentes consultadas por este Diario indicaron que el expediente se encontraba en condiciones de ser remitido a la Fiscalía para el requerimiento de elevación a juicio.Claro que, en este estadío, la representante del Ministerio Público puede solicitar la remisión de la causa a debate o bien la instrumentación de nuevas medidas que considere de relevancia para la misma.El doble homicidio ocurrió en una humilde vivienda de madera ubicada en el barrio Cooperativa, jurisdicción de Colonia Victoria. Fuentes vinculadas a la investigación indicaron que Eduardo B. habría adoptado la determinación de cometer semejante locura ofuscado porque su vecino le debía dinero por un baño, tipo letrina, que le había construido tiempo antes. Al parecer, no le pagaba pero además, se burlaba.Obviamente, nada justifica un accionar funesto como éste, pero de alguna manera ayuda a contextualizar una barbaridad de estas proporciones.Ahora, la causa está a cargo del juez Saldaña;?como todas en las que Allou participó como defensora oficial.La situación del imputado aparece por demás comprometida. La fiscal podría acusarlo del delito de "homicidio agravado", calificación que prevé una condena a prisión perpetua.Cuando la Policía arribó al lugar de la masacre; el autor de los disparos se había escapado y escondido en una zona de monte.Duró poco y nada el intento de vivir en la clandestinidad. La Policía lo encontró y junto a él, el rifle calibre 22 con que ejecutó a Sixto Giménez y a la ahijada de este, Josefina Villalba. Sobrevivieron su esposo, testigo directo de una locura, y la hija de ambos.Los sobrevivientes de la masacreJosefina Villalba (43)?se aprestaba a desayunar cuando irrumpió el vecino con un rifle calibre 22 en la mano. Su padrino, Sixto Giménez, terminaba una olla de reviro que pensaba servir a sus invitados. La mujer no estaba sola, sino con su marido y la hija de ambos.La tranquilidad de una mañana en Colonia Victoria se transformó en un infierno cuando Eduardo B. ingresó en la vivienda de madera. Estaba decidido a todo y no titubeó en jalar el gatillo del arma.El primero en caer fue, justamente, Giménez; alcanzado por un disparo en el pecho. El resto intentó huir y ponerse a salvo. Josefina, por un instante, pareció conseguirlo; pero el plomo del proyectil se incrustó en su espalda y cayó agonizante metros más adelante.Con posterioridad la subieron a un vehículo y la trasladaron hasta el centro de salud más cercano, pero lamentablemente llegó sin vida.Eduardo B. no paraba de disparar?mientras el esposo de Josefina, con su hija de ambos en brazos, corría al límite de sus fuerzas en medio de la balacera en un intento desesperado por salvar su vida y la de la pequeña.En medio de la desesperación tuvo el buen tino de esconderse en un monte;?haciendo que el atacante desistiera de la acción; en gran parte porque ya no tenía municiones.Josefina y su esposo habían arribado a Colonia Victoria de casualidad, desde Paraguay, porque pretendían llevar a su hija al hospital porque estaba enferma.Jamás imaginaron -quién podría hacerlo- que la tragedia los aguardaba de este lado del río Paraná.





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