Un proceso de orientación vocacional es una buena opción cuando las dudas aparecen o cuando directamente los adolescentes no tienen idea de qué quieren estudiar. El diccionario define vocación (del latín: voc?re; llamar) como el deseo de emprender una carrera, profesión o cualquier otra actividad. Es un proyecto de vida que elabora cada uno sobre la base de sus múltiples experiencias y en la confrontación con un sistema de valores. La vocación da sentido y dirección a la vida del individuo.Pensar en la vocación plantea tomar una decisión respecto del deseo. Por diferentes motivos, se puede decidir seguir el deseo o ir en contra de éste. No es lo mismo trabajar o estudiar algo que tiene que ver con lo que se quiere, que hacer algo sólo por obligación.En un contexto económico complejo y con una oferta educativa que crece, la orientación vocacional ayuda a descubrir intereses, tomar decisiones autónomas y diseñar un proyecto de vida. Mucho más que un test y mucho menos que una fórmula mágica para elegir sin equivocarse: la orientación vocacional es, en realidad, una herramienta que ayuda a diseñar un proyecto de vida.En un contexto económico incierto, con una escuela media no siempre eficiente y una oferta educativa en expansión, elegir el futuro pone a los chicos frente a ansiedades diversas, desde las que naturalmente descifrar la oferta de carreras e inclinarse por una hasta las que agregan los padres, cada vez más preocupados porque sus hijos “no se equivoquen”, los envuelve en angustia e incluso estrés. Aunque muchos chicos siguen esperando que la orientación vocacional mágicamente les diga qué estudiar, las funciones que cumplen los orientadores son bien distintas. Entre ellas, ayudarlos a decidir por sí mismos, descubrir sus intereses, entender el sistema de educación superior, conocer el contexto económico, adquirir hábitos de estudio e imaginar la vida a la que aspiran como adultos. En síntesis, acompañar a los chicos en una decisión activa, en la que deben comprometerse. Así entendida, la orientación vocacional puede reducir los fracasos y abandonos en los primeros años de la Universidad, que no sólo están motivados por falta de conocimientos o de hábitos de estudio. “Muchos chicos eligen una carrera porque sus amigos lo hacen, por un imaginario equivocado de éxito económico o para ir a una universidad determinada, pero no desde un proyecto de búsqueda interna”, alertó a La Nación, María José Fittipaldi, a cargo de Orientación y Seguimiento en el Instituto Tecnológico de Buenos Aires (Itba). “Muchos optan por una carrera para estar anotados y sentirse protegidos, porque son estudiantes de tal cosa en tal universidad, pero no se fijan de qué se trata”, completó la psicóloga Adriana Gullco, presidenta de la Asociación de Profesionales de la Orientación de la República Argentina (Apora). Paralelamente , la orientación también resulta útil para abrir un futuro posible para muchos chicos que, con dificultades económicas y formación media de menor calidad, ni siquiera se animan a pensarse adultos. Por eso, la orientación vocacional debería integrarse a la educación formal, no como una materia en el último año, sino como parte de la cultura escolar y del modo de transmitir los contenidos. “La orientación puede convertirse en un espacio para ayudar a que los chicos construyan las herramientas que necesitan para continuar su formación. Pueden ser herramientas para poder aprender, y de reflexión, para reconocer sus proyectos y valores”, dijo Diana Aisenson, directora del Departamento de Orientación al Estudiante de la UBA. La carrera dejó ya de ser aquella ocupación predecible que se elige de una vez y para siempre y marca toda la vida profesional. “Hoy se entiende que la carrera es un punto de partida, y va a replantearse varias veces en la vida. Se espera que uno cambie de trabajo y que tenga que gestionar su propia carrera. Por eso hace falta una formación amplia, para tener la capacidad de readaptarse a nuevas opciones de trabajo”, dijo Gullco. Ante este panorama, el camino es una “investigación interior” sobre aptitudes y posibilidades que deben contrastarse luego con la oferta educativa y el horizonte laboral en que se vive. Nada fácil. “Los chicos que terminan el secundario son una población muy vulnerable: no es fácil conseguir trabajo; no todos pueden sostener económicamente sus estudios; necesitan ayudar a sus familias y vienen de escuelas medias muy dispares, que les dejan capitales culturales muy diferentes”, describió Aisenson. “Les cuesta pensar el futuro porque el presente los asusta mucho. Algunos privilegian la salida laboral, sobre todo cuando vienen de situaciones familiares difíciles, y otros dicen que lo económico no les interesa para nada, lo cual tampoco es cierto”, apuntó Raquel Migone de Faletty, psicóloga y especialista en orientación vocacional. “Lo que intentamos es que los chicos se abran a la exploración, a buscar opciones y se den un tiempo para pensar”, expresó. La información sobre carreras e instituciones está allí, disponible y abundante en voluminosas guías del estudiante y en Internet, pero pocas veces los chicos logran comprenderla y utilizarla. Por eso, “desenmarañar” los datos también es tarea de los orientadores, como acompañarlos en su propia investigación del campo laboral, con encuentros con profesionales y visitas a instituciones, en un proceso individual que debe tener respaldo de la familia.“No sirve la orientación vocacional si no hay un contexto familiar que apoye la idea de buscar un proyecto personal, en el que no se entremezcle el proyecto de los padres", dijo Fittipaldi. Aunque la ley de educación prevé que los chicos reciban orientación en la escuela, nunca se reglamentó cómo.Hoy, muchas universidades ofrecen servicios para chicos del secundario -gratuitos o con bajo arancel- y existen centros privados dedicados al tema. Pero en las escuelas, la iniciativa depende de cada institución. “Lo ideal sería que los docentes relacionaran su disciplina con el mundo del trabajo, y que hubiera orientadores para trabajar en las dificultades individuales”. Así, la orientación vocacional tendría que estar dentro de la cultura escolar. Cada docente orienta a los chicos cuando da una buena clase o relaciona su materia con la realidad laboral. Se interviene en la decisión vocacional de los chicos a través de los vínculos que se establecen con ellos y de la forma en que se transmiten los contenidos”. Además, no sólo debería orientarse para ingresar en la Universidad. “Todos los egresados del nivel medio, especialmente los que tienen dificultades para seguir estudiando, tendrían que recibir orientación para poder insertarse de alguna manera”. Más que un problema pedagógico para tratar en el aula, la elección del futuro profesional de los jóvenes tiene interés para la sociedad, que t
ambién orienta, cuando, por ejemplo, promueve algunas carreras y no otras, o identifica el éxito sólo con el rédito económico. “La orientación vocacional debe servir para promover un cambio cultural en el país, para revalorizar el esfuerzo y el proyecto personal con metas y valores”.Objetivos Según Aguirre Baztán (1996), los objetivos básicos de todo proceso de orientación están dirigidos:- En primer lugar, al conocimiento del alumno, es decir, a describir sus propias capacidades, su rendimiento, sus motivaciones e intereses, su inteligencia y aptitudes, su personalidad. A partir de aquí, se le mostrarán las posibilidades reales que le ofrece el mundo académico y profesional, para que descubra su propia vocación, y tome una decisión libre y acorde con sus características y las del entorno.- En segundo lugar, deben dirigirse hacia los padres, ya que éstos deben colaborar y participar en el proceso de orientación, siendo debidamente informados de la realidad educativa y laboral existente para aconsejar y apoyar a sus hijos, siempre y cuando no haya interferencia en la libre elección de los mismos.- Por último, también hacia la escuela, la cual debe prestar a sus alumnos un verdadero servicio de orientación y asesoramiento permanente, preparándolos para la diversidad y movilidad de empleos e informándoles sobre el seguimiento de nuevas tecnologías, la demanda laboral, etc., lo cual le permitirá adaptarse a las nuevas formas de empleo o a las ya existentes. Se han de buscar estrategias que posibiliten el paso de la escuela al trabajo, pues hay un gran desfase entre el mundo educativo y el laboral.El objetivo último sería el dar instrumentos al joven que le permitan tomar una decisión adecuada sobre su futuro profesional.Difícil decisión…Muchas veces no resulta fácil decidir qué camino seguir. Aunque haya otros que opinen y aconsejen, se trata de una elección propia. Cuando tomar esta decisión se transforma en un problema porque genera angustia, temor o dudas y no se sabe qué hacer, se ofrece Orientación Vocacional para poder resolver esa dificultad.Existen distintos modos de abordarla. Algunos trabajan con tests, que miden capacidades y aptitudes. Otros brindan información sobre las carreras que existen. El proceso de orientación vocacional tiene una duración de dos meses y requiere de una asistencia semanal. Es un proceso porque es mucho más que un test: la elección vocacional asegura al joven orientado, un recorrido más integral en su toma de decisión. Es vocacional porque acompaña en la decisión, la cual no se trata únicamente de conocer una serie de carreras posibles a elegir, s ino que invita a una búsqueda profunda, analizando cada aspecto relativo a la elección y procura una decisión que permita integrar lo que uno es con lo que uno quiere hacer.Y es activo porque el joven orientado es protagonista de su elección. Es él quien participa en forma activa en su proceso de decisión, donde la intervención profesional cumple la función de orientar y brindar las herramientas necesarias para una mejor reflexión, conocimiento y autonomía en la decisión.Además, no sólo debería orientarse para ingresar en la Universidad. “Todos los egresados del nivel medio, especialmente los que tienen dificultades para seguir estudiando, tendrían que recibir orientación para poder insertarse de alguna manera”, dijo Faletty. Más que un problema pedagógico para tratar en el aula, la elección del futuro profesional de los jóvenes tiene interés para la sociedad, que también orienta, cuando, por ejemplo, promueve algunas carreras y no otras, o identifica el éxito sólo con el rédito económico. “La orientación vocacional debe servir para promover un cambio cultural en el país, para revalorizar el esfuerzo y el proyecto personal con metas y valores”. Los profesionales consultados coinciden en que los jóvenes suelen encarar mal la problemática desde el vamos, ya que la pregunta que deberían hacerse es: ¿Qué quiero ser? El acelerado ritmo de vida de hoy hace que sea más difícil tomarse el tiempo para reflexionar sobre esa pregunta. Incluso, los especialistas afirman que el modelo exitista que la sociedad actual mira con buenos ojos contribuye a que se haga una elección teniendo en cuenta la salida laboral de la carrera. “Los caminos en la vida son muchos y los chicos se abruman porque de pronto tienen que salir del colegio y decidir qué van a hacer el resto de sus vidas”, explica Pablo Aragone, director de la revista Pro Vocación , y recomienda que se tomen las cosas con más calma y piensen “quién soy y qué quiero ser, ya que la vocación no es algo que está guardado en un cajón que se puede abrir y sacar”. Por hoy cerramos con esta idea, la semana próxima continuaremos con este apasionante tema. Colaboración: Báez Myrian MabelLic. en Psicopedagogí[email protected]





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