Durante treinta horas estuvo solo y atado de pies y manos. Los asaltantes actuaron con una saña con escasos puntos de comparación. Lo golpearon y quemaron con un tenedor como a un animal en yerra.Pedro Pablo Wisniewski tiene 61 años y el calvario al que fue sometido desde las 6.30 del domingo, hasta el mediodía del lunes, para robarle los pocos ahorros que tenía guardados en su vivienda del paraje Ex kilómetro 1218 en Aristóbulo del Valle, no lo podrá quitar de su recuerdo inmediato con facilidad.De acuerdo a voceros de la Unidad Regional XI, apenas asomada la claridad del domingo, el colono se levantó para ir al baño. No alcanzó a llegar. Fue sorprendido por cinco sujetos encapuchados, cuyo tono de voz no le resultó forastero, pero que si sonaban a conseguir amedrentar al más valiente. A golpes lo condujeron nuevamente a la vivienda y desataron la etapa más cruel del atraco.Fue reducido y atado de pies y manos. Y el interrogatorio no era amplio sino puntual, que indique donde guardaba el dinero que la banda pensaba se trataba de mucho como para saciar a los cinco maleantes. La víctima soportaba los golpes. Les aseguraba que no tenía dinero, que se llevaran lo que encontraban. Pero el presunto cabecilla de los asaltantes no le creyó y decidió dar un paso más fuerte en su intimidación. Ordenó a uno de los secuaces a que encendiera la cocina, tomara un tenedor de metal y lo pusiera al rojo vivo.El jefe esgrimió su última advertencia. Pero Pedro Wisniewski volvió a negar la existencia de un escondite en la casa. La réplica fue cruel, y uno de los encapuchados apoyó sobre su espalda temblorosa el tenedor sellando sobre la piel que las amenazas no iban a ser fáciles de sortear y que estaban dispuestos a asesinarlo si no les daba todo el dinero que tuviera.Pese a ello, la víctima intentó resistir, pero el tenedor volvió a la llama y a su espalda con mayor brutalidad. Fueron varias, al menos más de dos, según le relató Wisniewski a la Policía.El silencio cayó vencido ante el dolor, y gritó a los delincuentes el lugar donde guardaba sus ahorros. Así fue que hallaron cuatro mil pesos y cinco mil dólares en efectivo. Todo el dinero ahorrado con su trabajo, les habría asegurado a los primeros investigadores que lo consultaron por información para iniciar la búsqueda.Pero hasta el miércoles, la pesquisa sólo habría avanzado sobre un sospechoso con antecedentes de delitos contra la propiedad y que residiría en el casco urbano de Aristóbulo del Valle. Para completar el botín los delincuentes sumaron una pistola nueve milímetros que el productor poseía reglamentariamente.Y decidieron abandonar la escena raudamente, pero ajustando al límite las ataduras de su víctima y propinándole más golpes para que sus fuerzas desaparecieran.Atemorizado, con la espalda lacerada y la advertencia de que retornarían los encapuchados si lograba escapar, Pedro Wisniewski permaneció poco más de treinta horas sin poder moverse.Hasta las 13 del lunes estuvo atado dentro de la vivienda del lote 93, sección IV, en el cruce de la ruta nacional 14 con la provincial 9. Fueron empleados de su emprendimiento agrícola quienes se acercaron a su domicilio preocupados por su ausencia. Recién entonces se pudo dar aviso a la Policía e iniciarse la investigación.Con el tiempo en contraLos asaltantes actuaron con una labor de inteligencia previa, que la propia víctima directa remarcó como llamativa. Conocían los horarios del productor agropecuario y, a la perfección, la zona donde dieron el golpe, porque nadie vio nada extraño ni antes, ni después de lo sucedido.Otro factor que juega a favor de los delincuentes es la cantidad de horas transcurridas. Más de treinta horas es tiempo suficiente para dividir el botín y desaparecer sin dejar rastro.No obstante, desde la Unidad Regional XI , confían en lograr pistas firmes. Trascendió ayer, que había un sospechoso de participar directamente del macabro asalto o al menos haber oficiado de contacto en la labor de inteligencia para concretarlo.Entre otros detalles llamativos, a 250 metros, funciona un puesto de control vehicular y de asesoramiento turístico de la Policía provincial, sobre la ruta nacional 14. Fue en este destacamento, pero treinta horas después, donde se alertó de lo sucedido y luego se notificó a la comisaría Segunda de la UR XI. Para acelerar la labor, la Jefatura de Policía dispuso durante la tarde del miércoles, la intervención de efectivos de la Dirección de Investigaciones de Delitos Complejos.Entrevista al oficial principal Mario Eduardo Pellizer – RADIO REPÚBLICA




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