"Teté" tenía 19 años y había dejado la escuela hace muchos años. Tenía problemas con el alcohol y las drogas. Vivía en el barrio Los Patitos de esta ciudad. Fue allí donde la conoció la directora de Techo Misiones, Soledad Balán, en febrero pasado cuando los voluntarios de esta ONG fueron al barrio a construir la vivienda para la hermana de "Teté" y su familia. El domingo pasado, Día de la Madre, la encontraron en su recién estrenada vivienda (que ella misma levantó junto a Techo en junio pasado) con escasos signos vitales. Teté se fue y dejó su ausencia a todos los que la conocieron y un gran pesar porque su vida podría haber sido diferente si más personas e instituciones la hubieran asistido a tiempo. Teté no iba a la escuela ni fue tratada nunca por sus adicciones. No tenía luz, ni agua potable (como el resto de sus vecinos). Ni siquiera ese día, cuando la encon traron con escasos signos vitales, la asistencia médica llegó a tiempo a su humilde casita. Desde los ojos de SoledadSoledad Balán escribió estas palabras en su Facebook y generó una gran cantidad de respuestas. “No cumpliste un pacto y me enojé. En febrero con ‘Teté’ cavamos juntas, martillamos, alzamos paneles y compartimos la alegría de ser parte de la construcción de la vivienda de su hermana y familia. Prometió estar durante esos días desde las 7.30 (cuando llegábamos al barrio) y no tomar alcohol. Casi lo logra durante una semana, pero el viernes cuando ya habíamos inaugurado todas las viviendas pero aún estábamos en el barrio festejando con sus vecinos, se tomó unos vasos de vino. Le sentí el olor y la reté. Se fue, se bañó, volvió, pidió perdón por no haber cumplido y nos abrazamos. Pero hasta hoy quedaron retumbando tus palabras de esa tarde cuando te pregunté por tus sueños, por las cosas que te gustaría hacer y me dijiste ‘quiero ser voluntaria y hacer esto todos los días’. Te expliqué que no podemos construir todos los días, te quedaste pensando un rato más y me dijiste ‘quiero ser peluquera’. Me reí, te dije ‘¿quién va a prestarle la cabeza a semejante borrachina?’. Pero sus ojos brillaron, creo que se imaginó. Volví y compartí esa charla con algunos amigos, fue lindo escucharla hablar de sueños. Esa semana Teté me marcó pero diferente a como lo había hecho semanas antes cuando nos cagó a patadas jugando al fútbol y me enojé. Volví a la semana y la reté. "En abril, me tocó junto con dos voluntarios darle la noticia que íbamos a construir su casa e hicimos un pacto: habíamos averiguado por el curso de peluquería en el barrio de al lado. Si lo hacía, la primera cabeza con la que iba a practicar era la mía. Estrechamos las manos y se rió mientras me decía que me lo iba a cortar bien corto. Tuve miedo."Pasaron unas semanas y llegó la construcción entre lluvia y barro. Cuando pusimos el último clavo del piso, la base de su hogar, dijimos nuestros deseos. La porteña y Dario, sus vecinos, le pidieron que se cuide, que cuide la casa y sea un comienzo. Ella dio el último martillazo con algunas palabras forzadas”, relató Balan. El alcohol y las drogas dejaron de ser su refugio Y con pesar, Soledad continuó: “El 18 de octubre Teté, una chica de 19 años a la que le tocó ser adulta desde los 8, quizás descubrió que el alcohol y las drogas ya no eran un refugio. Esa tarde calurosa, una chica cuya mirada irradiaba soledad y una sonrisa de costado que jamás verbalizaba un pedido de ayuda, murió. Una más. La policía y los medios lo llamaron ‘suicidio’. De esa manera la sociedad se desliga de la responsabilidad. De esa soga tiramos todos. Tenía 19 años, unos pocos sueños y un tatuaje en el brazo que decía ‘Lucero’ acompañado de una estrella (y se enojaba cada vez que yo la cargaba diciéndole que era deforme y parecía un submarino)."La historia de Teté (de abusos físicos, verbales y simbólicos; de olvido; de pisos de tierra y trabajos forzosos…) es la del abandono de tantas personas que mueren (o apenas subsisten) todos los días, víctimas del abandono en lugares donde los derechos son privilegios de unos pocos. ¿En qué momento nos blindamos ante el sufrimiento ajeno? Cómo romper esa coraza y entender que naturalizar esta vulneración es el fracaso de los valores, de la justicia, de la igualdad?. Hoy no cumpliste nuestro pacto y me enojé otra vez, pero esta vez no es con vos. Me enojé conmigo, con el gobierno, con mis profesores, mi familia, mis amigos, con la sociedad. Me volví a enojar conmigo y me di cuenta que te reté más veces de las que te abracé.Cada vez que iba a Los Patitos esperaba encontrarla con su bermuda de jean, su remera naranja y las ojotas negras, sentada en el tronco bajo el árbol. Si estaba tomando vino, esquivaba la mirada. Si estaba tomando tereré me gritaba orgullosa que la mire. Te miraba y veía esa mirada frágil, desprotejida y una cara que envejecía antes de tiempo."Nos vimos el 22 de septiembre por última vez y tomamos unos tererés. Me contó entre risas que se había vestido de ‘mujer’ y sus vecinos no la habían reconocido. Dijo que volvió rápido a su casa porque le dio vergüenza (mantenías algo de esa inocencia que te arrebatamos). Creí verte mejor, hasta estabas averiguando por una garrafa. El 19 de octubre la hermana nos contó que cuando rompieron la puerta y lograron entrar todavía tenías pulso. Llamaron a la policía y a los bomberos pero no acudieron una vez más. Tuvieron que ir hasta la comisaría a buscarlos. Me volví a enojar conmigo, con el gobierno, con mis profesores, mi familia, mis amigos, con la sociedad."Los días pasan y el mundo sigue y olvida, como a Kevin de Zabaleta, a Gaston de la Rodrigo Bueno, a Taca de Un techo para todos (La Matanza), como a tantos. Pero mientras todos seguimos tus hermanas y tus sobrinos no te van olvidar y esta historia se repite. Imaginate por un segundo que Teté, Kevin o Gaston son tus hijos, tus sobrinos, tus hermanos. ¿Cómo reaccionarías? Si la respuesta es ‘diferente’ poco entendimos de igualdad y de Derechos Humanos”."Creo que podemos cambiar" Por su trabajo en Techo Misiones, Soledad Balan sabe con certeza que hay muchas chicas y chicos con historias similares a la de Teté, "por suerte no todas tienen el mismo final. Otras nos dejan mensajes de lucha, de no bajar los brazos y seguir peleando por los derechos. Aunque sí vemos que, muchas veces, la respuesta del otro lado es la misma: indiferencia”, reflexionó en diálogo con PRIMERA EDICIÓN. Según detalló, aproximadamente en el 50% de los asentamientos informales que Techo relevó en el territorio del país, los servicios de emergencia no entran por diversas razones, caminos intransitables, inseguridad… "y Misiones no es la excepción", remarcó. çPese al triste final de "Teté" y de sentir que le sucedieron muchas cosas porque ganó l
a ausencia de las instituciones y personas que debieron protegerla, cuidarla y ayudarla a ser feliz, Balán no pierde la esperanza en poder cambiar las cosas. "Si perdiera la esperanza, no trabajaría en Techo", indicó esta joven comunicadora social que hace seis años que integra esa ONG y desde hace tres años que vino a Misiones desde Bragado, provincia de Buenos Aires."El primer asentamiento lo conocí ya estando en Techo y nunca me voy a olvidar de ese barrio de La Matanza, de la familia de María, César y sus hijos… la primera casa que ayudé a levantar. Me cambió el modo de pensar, nadie elige nacer en la pobreza, en un asentamiento… y nosotros, los que tuvimos la suerte de nacer en la ciudad formal tenemos que asumir nuestra responsabilidad social de ayudarlos", aseguró.





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