El lazo de amor que formamos con nuestros padres es el más fuerte que podremos experimentar en nuestra vida, y es tan fuerte porque se trata de un amor incondicional, tanto de ellos hacia nosotros como de nosotros hacia ellos.A veces renegamos contra ellos pensando que deberían haber sido diferentes o haber hecho cosas diferentes, porque desde nuestra forma de ver, ahora, pensamos que hubiera sido mejor para nosotros, otras veces hasta inclusive pensamos que nosotros podríamos haber hecho mejor las cosas y también hay casos donde creemos que somos muy diferentes a ellos.La pregunta que podríamos hacernos es: ¿qué fruta sale del árbol de manzano o de un naranjo? A ninguno de nosotros se nos ocurriría buscar paltas en un naranjo, ¿cierto? Entonces ¿por qué llegaríamos a pensar que somos muy diferentes?En primera instancia tenemos que aceptar el primer hecho indiscutible, todos fuimos creados a partir de dos células que provinieron de nuestros padres, y en segundo lugar dentro de estas células viene información genética que determinará las características que tendremos durante toda nuestra vida.A partir de estos hechos podríamos reflexionar que si rechazamos estas características también nos estamos rechazando a nosotros mismos, porque de hecho “somos nuestros padres”.Entonces no tiene mucho sentido rechazar lo que somos, sobre todo porque no lo podemos cambiar, es como rechazar que vivimos en el planeta Tierra, y si rechazamos por ejemplo alguno de estos dos hechos, estaremos entrando a un espacio de sufrimiento.Y como dice el conocido refrán “la fruta no cae lejos del árbol” , antes pensaba sobre esta frase que todo estaba predeterminado y que mis esfuerzos para desarrollar lo mejor de mí serían en vano, hasta que escuché a una persona que dijo: “Esto no quiere decir que la fruta no pueda rodar hacia donde quiera” y allí comprendí que luego de aceptarnos a nosotros mismos, podremos avanzar en la vida, pero si no logramos aceptarnos, el camino será mucho más difícil. Entonces hoy podemos empezar aprovechando este día especial para abrazar y agradecer a nuestra Madre y ¿por qué no?, también a nuestro Padre, por darnos la vida, y por brindarnos todo lo que pudieron para que seamos felices.Colabora: Carlos E. SeewaldCoach Ontológico [email protected]





Discussion about this post