Los libros se acumulan en los estantes debajo de una gruesa capa de polvo, señal de que han permanecido allí inertes, al menos desde hace dos años. Hasta ahora, nadie había vuelto a abrir las puertas de la habitación de Julio Fernando Ehinger. Si esos papeles, fotografías y videos pudieran hablar, contarían en detalle las angustias y penurias de un hombre decidido a todo por hallar a su hija.No es poca cosa estar allí. En ese mismo lugar Ehinger derramó sus lágrimas, afrontó realidades y salió a la calle a pelearla contra viento y marea. Maquinó ideas, estudió fojas, releyó pericias. Pero no le alcanzó la vida para saber de su hija. Una tarde de primavera la enfermedad le ganó la pulseada a la esperanza y Julio se fue sin cumplir con su promesa: tener un lugar donde llevarle una flor a Julieta.El último martes se cumplieron dos años sin Julio Ehinger, uno de los máximos luchadores contra la impunidad en Misiones. Y aunque ya no está, su lucha sigue viva a través de su familia, a la que PRIMERA EDICIÓN visitó en exclusiva. Su lucha es, en realidad, el punto de partida para todos los que reclaman justicia.“Pasan los años y cada vez la esperanza se va apagando, se va reduciendo. Ya pasaron más de trece años y todos los días despertamos pensando en Julieta. Es jodido, muy difícil. Nada ni nadie nos va a poder hacer cambiar ese pensamiento”, afirma Rosa Keller (67), mujer de “Don Julio”, como aún lo llama con cariño. Ella, junto a Alfredo (32) y Edith (28), sus hijos, recibieron a este diario en Capioví.¿Cómo se vive después de tantos años sin novedades?Rosa Keller: Nunca se pierden las esperanzas, siempre tenemos fe en que alguien sepa algo y se anime a contarnos. Uno siempre lleva adentro lo que nos pasó.¿Volvió a moverse la causa?RK: Hace años que no sabemos más nada, sólo por lo que sale en el diario. No hay nada, nadie nos avisó nada.?Y la casa de ella está abandonada, todo quedó así nomás. Nosotros creemos que hay vecinos que saben pero tienen miedo de hablar.Alfredo Ehinger: Por eso pedimos a la gente que venga y nos diga lo que sabe, nosotros no vamos a decir nada, lo mantendremos en secreto. Es sólo para que nosotros nos quedemos tranquilos, para saber si Julieta está viva o muerta, sólo eso queremos saber.Las sospechas apuntaron primero a la pareja de Julieta ¿creen que él sabe algo?RK: Él sabe, porque él mismo nos dijo que cuando la nena, su hija, sea grande, le iba a decir lo que pasó con la madre. Entonces sabe. Eso me dijo a mí, yo le pregunté, pero no nos quiere contar. ¿Y nosotros qué somos? También queremos saber. Si sabe lo que pasó, ¿por qué no habla? Nosotros hasta el día de hoy estamos esperando que hable.¿Lo cruzan? ¿Sigue viviendo acá?AE: Se lo ve por acá, pero muy de vez en cuando…RK: Las sospechas siempre estuvieron, porque la mujer con la que estuvo después de Julieta lo dejó porque la trataba muy mal. Antonella, la hija de Julieta, hoy tiene 16 años y vive en Buenos Aires?¿cómo está ella?RK: Ella está bien, yendo a una escuela integradora, donde tiene su psicóloga y todo. Tengo entendido que él (N. de R: por el exmarido de Julieta) le mandó amistad por Facebook, pero ella no aceptó. No hay diálogo, no quiere perder el tiempo. Ella les dice papá y mamá a sus tíos. Está saliendo adelante.¿Qué sabe de lo que sucedió con su madre?RK: En base a lo que nos dijo la psicóloga y todo eso, le dijimos que está en el cielo, entonces nosotros esperamos un milagro también, nunca perdemos la esperanza. Pero casi que no tocamos el tema, porque estamos todos mal. Eso sí, con ella cada 22 de julio festejamos el cumpleaños de Julieta en una pizzería de Buenos Aires a la que mi hija había ido cuando estaba embarazada. ¿Confían en la Justicia?AE: ¿Qué le vamos a pedir??Si en tantos años no nos dio nada. ¿Qué podemos esperar? RK: Ojalá esto sirva para recordarle a la Justicia que estamos vivos. Es como que cada año tenés que ir a golpearle las puertas.?Nosotros no sabemos si Julieta está viva o muerta, pero nosotros estamos vivos y queremos una respuesta.Julio y su lucha merecen un capítulo aparte…AE: Él le había prometido a Antonella: “Te voy a averiguar todo lo que sea de tu mamá, te voy a traer una conclusión de lo que pasó con tu mamá”, le había dicho. Él estuvo once años detrás de la verdad, viviendo así, queriendo saber algo. Había noches enteras que se quedaba despierto para revisar los temas que daba en los congresos de Criminalística, para revisar lo que había visto, quería saber hasta el mínimo detalle para que le sirviera para lo de Julieta. Cuando estaba enfermo, en cama, igual se levantaba para seguir buscando, era muy terco en ese sentido, no había cómo pararle. Dormía frente a la computadora, allá en su habitación. Lo recuerdo como un luchador del día a día, todos los días era así.RK: Estaba loco por resolver lo de Julieta. Un amigo de él me decía cada vez que viajaba a los congresos que lo dejara ir, que así se distraía. “Eso nomás le hace bien”, me decía. Yo realmente no sé en los últimos tiempos cómo hacía para seguir, cómo tenía tanta fuerza. No me explico cómo. Estaba mal de salud, él mismo se daba cuenta. Nosotros después encontramos en aquella habitación varias piezas de Salbutamol, eso que se usa cuando se tiene asma, porque él estaba muy mal de los pulmones pero igual seguía. Y nosotros no sabíamos. Hace años que estaba usando eso, porque no podía respirar más. Era una muy buena persona, y se fue en su lucha. En nuestra lucha.¿Cómo recuerdan a Julieta?RK: Como lo que era, siempre contenta, siempre feliz, de carácter muy abierto, se daba con todos. Antonella es hoy su reflejo. Por ella, ojalá que alguna vez podamos saber qué fue lo que pasó y cerrar este capítulo. Lo necesitamos.Jamás bajó los brazosJulieta Ehinger tenía 29 años cuando desapareció el lunes 25 de febrero de 2002. Vivía con su pareja en Ruiz de Montoya, junto a la hija de ambos, Antonella, que a esa altura tenía tres años. Nunca se supo nada más de ella. Ehinger movió cielo y tierra para lograr que los investigadores allanaran la casa de la pareja. Allí, bajo el piso, encontraron un cuchillo y ropa ensangrentada. La Policía detuvo al marido de Ehinger, pero fue liberado pocos meses después por falta de pruebas, tras una pericia genética que a la familia nunca le terminó de cerrar.Desesperado por obtener respuestas, Julio decidió estudiar y se recibió de Perito en Criminalística en Posadas, en 2005. Con el título en la mano se dedicó a recorrer medio país en cursos y convenciones de la especialidad. Grabó cada una de esas conferencias y conformó un archivo único.
Así también se hizo de conocidos en todos lados. Compartió las luchas de otros y así fue como conformó la Asociación Madres e Hijos del Amor, una organización que marchó una y otra vez en reclamo de los casos criminales aún impunes en Misiones.Ya había hecho mucho, pero no fue suficiente. Entonces, Julio comenzó a juntar firmas y logró que se aprobara la creación del Departamento Homicidios de la Dirección de Investigaciones de la Policía de Misiones. Él nunca estuvo de acuerdo con la investigación que se realizó en el caso de Julieta, pero su lucha iba más que cualquier rencor personal: quería también que nadie volviera a vivir lo que él vivió.Hizo todo eso y mucho más. Pero la edad comenzó a pasarle factura. El 22 de septiembre de 2013 debió ser internado con un cuadro de neumonía. Se recuperó, pero tuvo una recaída. “Me voy a morir, no puedo respirar”, le dijo a la enfermera que lo cuidaba en su casa de Capioví, en octubre de ese año. Comenzaba a sentir que la vida se le escapaba de las manos.Su familia lo llevó de vuelta a una clínica de Puerto Rico, pero ya no había más nada que hacer: alrededor de las 6.45 del sábado 13, su corazón dijo basta y cerró con un triste final: Julio Ehinger se fue de este mundo sin saber qué pasó con su hija. Jamás pudo cumplir la promesa que le hizo a Antonella, la de darle un lugar donde llevarle una flor a mamá Julieta. Dos años después, lamentablemente, nada cambió.




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