Estamos próximos a celebrar uno de los acontecimientos más transcendentes para nuestra patria: elegir a los representantes que conducirán los destinos de nuestra nación en los próximos años. Este hecho nos compromete a todos a pensar en el liderazgo que necesitamos como nación. Más allá de las propuestas que nos harán los candidatos, creo que la democracia requiere del buen discernimiento de cada ciudadano para que el proceso electoral sea un acto responsable. Por eso es bueno que reflexionemos sobre el tipo de liderazgo que necesitamos.El liderazgo político siempre ha sido discutido en todo el mundo y este hecho ha suscitado todo tipo de consideraciones para encontrar personas capaces de conducir a los demás. Creo que el primer paso para un razonamiento productivo sería sobre qué liderazgo soñamos como persona, comunidad y nación. A menudo nos encontramos con una sociedad indiferente frente a las necesidades políticas de la nación al relacionar la actividad con los anti valores de un verdadero liderazgo como son: la corrupción, el abuso de autoridad, ineficiencia, incumplimiento, incompetencia, entre muchos otros aspectos negativos. Creo que un segundo paso importante que hemos de dar es de interesarnos y ser partícipes activos de los destinos de nuestra patria. Porque otro de los desafíos que vivimos en una sociedad democrática es la desinformación. El desinterés generalizado lleva a no informarnos correctamente y la verdadera democracia nos exige ser personas informadas, sobre las necesidades y realidades de nuestra patria para ser partícipes activos de los procesos democráticos. Hoy más que nunca, necesitamos un liderazgo que inspire confianza a la comunidad. Que pueda sostener los discursos y promesas que se anuncian con acciones concretas y acordes a las necesidades de sus ciudadanos para que se pueda construir una imagen positiva y esperanzadora de los procesos democráticos. Que los políticos sean agentes que brinden claridad y certezas en medio de tantas incertidumbres y situaciones donde necesitamos transparencia. Capaces de construir por sobre todo “credibilidad” y “confianza” practicando conductas éticas, metas claras y una actuación basada en valores y principios.Como dice el Evangelio, necesitamos buenos administradores que sean capaces de multiplicar los dones y talentos que Dios ha regalado a cada nación. “¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor” (Mt 25,23). Que el servicio de liderazgo supere el afán del enriquecimiento ilícito con los bienes públicos, con el verdadero ejercicio de la vocación de servicio y administración inteligente de los recursos que el pueblo le confía al elegirlos sus representantes.El libro del Éxodo resume lo que cada nación necesita en el consejo que dieron a Moisés: “Seleccione a hombres capaces de entre todas las personas, hombres temerosos de Dios, hombres fieles que odien las ganancias deshonestas” para los cargos directivos (Éx. 18, 21). Moisés escogió “hombres sabios y respetados” para servir como líderes (Dt 1, 15). Ser “muy capaz” es muy importante para ser un líder (1 Crónicas 26:6). Además, los buenos dirigentes también “juzgan con justicia” y “no muestran parcialidad en el juicio” (Dt 1:16-17). Que en este año electoral, Dios nos regale hombres y mujeres con vocación de servicio para conducir los destinos de nuestra patria con responsabilidad y honestidad, y que todos nos comprometamos a construir una sociedad cada vez más democrática.





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