SAN IGNACIO. Preocupados. Así quedaron los padres de los alumnos que concurren a la Escuela Provincial 15 de esta localidad después del jueves de la semana pasada: un tablero de electricidad, ubicado dentro de uno de los salones, explotó en horario de clases. “Gracias a Dios no hubo heridos ni pasó nada, pero necesitamos garantías. Esto no puede volver a ocurrir”, señaló María, una de las madres y presidenta de la cooperadora de la escuela. La institución cumplirá 115 años este 2015 y alberga a más de 500 chicos en primaria. Tiene un edificio viejo -el más antiguo de la ciudad- donde se construyeron seis salones nuevos e hicieron reparaciones al original. Según los padres, estos nuevos salones nunca fueron inaugurados por parte del Consejo General de Educación (CGE) ni se recibió el final de obra, pero como era necesario “los salones se utilizaron”, según expresó María a PRIMERA EDICIÓN. “No es la primera vez que ocurre algo así, antes de que explote el tablero, lo hacían las lamparitas de luz”, aseguró la preocupada mamá. El “día de la explosión”, los chicos se encontraban en horario de clase en el tercer grado “B” y el hecho determinó, como no podía ser de otra manera, la suspensión de la jornada. Luego, la Municipalidad local se acercó a reparar los focos y los chicos pudieron continuar con los días de clases. “Como papás queremos que los chicos sigan estudiando, pero a la vez necesitamos que nos garanticen de que no les va a pasar nada”, explicó María. Frente a este hecho, docentes y directivos de la institución se encargaron de realizar un informe sobre cuál es la situación real en la que se encuentra el nuevo edificio. En ella se dejó en claro la falta de disyuntores y la necesidad de una nueva instalación eléctrica. Según los padres, estos papeles fueron elevados al CGE pero hasta el momento no hubo respuestas. Lo cierto es que, si bien el CGE es el responsable por el mantenimiento del edificio, los fondos para reparaciones menores fueron descentralizados a cada municipio, con la intención de evitar la cuestión burocrática de elevar notas para cuestiones menores como, por ejemplo, cambiar un vidrio roto. La obra nueva, nunca inaugurada, le trajo sólo dolores de cabeza a padres y docentes. Si bien las clases continúan, “queremos que se brinde la seguridad para los chicos. Necesitamos que atiendan a los informes que hicieron los docentes y directivos y cambien la instalación eléctrica del lugar antes de que tengamos que lamentar otro tipo de hechos”, finalizó la mamá.





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