OBERÁ. Las situaciones extremas muchas veces son el puntapié para el inicio de cosas nuevas y productivas y eso es lo que esta familia hizo. Samuel Antúnez (39) y Patricia De Lima (37) se casaron hace 20 años. Tienen cinco hijas. La mayor, Viviana (19), vive en Comandante Andresito. Con ellos, en el barrio Sapucay de Oberá, viven Yamila (17), Elizabet (15), Rebeca (11) y Oriana (1). Ellos encontraron en la elaboración de pan casero la manera de subsistir dignamente y solventar las necesidades de la familia.Hace unos años, sin trabajo y en un estado de desesperación, contaron que “teníamos 40 pesos, entonces le dije a Patricia ¿y si compramos harina, vos hacés pan y yo salgo a ofrecer por el barrio? Salieron cinco panes, uno dejamos para nosotros, los otros vendí”.Así empezaron, al otro día fueron diez y después treinta. “Entonces compramos un canasto y yo salía a ofrecer”, relató Samuel. “Yo hacía pan desde chiquita, pero nunca pensé que eso nos ayudaría a vivir”, confesó Patricia.Más adelante Samuel fabricó un horno a leña que les permitió aumentar la producción. “Nos levantamos a las cuatro de la mañana y hacemos temprano una partida y otra al mediodía”. Toda la familia colabora. Las chicas asisten a la escuela, las más grandes al CEP 56 y las horas libres transcurren entre las tareas domésticas, cuidar a la beba y ayudar en la elaboración del pan. “Todas saben hacer el pan y ayudan mucho. Probamos hacer pan dulce y también tiene mucha aceptación”.La cocina está siempre impecable “cuidamos mucho cada detalle, queremos atender de la mejor manera a nuestros clientes”.Hace seis meses, compraron una moto, que están pagando en cuotas. “Con la moto salgo a repartir el pan y me rinde mucho más el tiempo, igual el trabajo es de lunes a lunes. Teníamos muchas ganas de descansar el domingo, pero la gente nos pide el pan fresco y no queremos dejar de hacer”, explicó Patricia.La elaboración es a mano. Actualmente producen aproximadamente 80 panes diarios, un promedio de diez bolsas grandes de harina por semana. Yamila diseñó un logo que identifica al “Pan Antu”. “Gracias a este trabajo, fuimos mejorando nuestra casa y nuestras hijas pueden estudiar. No tenemos tiempo de salir, hacer amigos, conocer lugares, yo sueño con que algún día podremos hacerlo”, afirmó Patricia. “Nuestro objetivo ahora es comprar la amasadora, cuando terminemos de pagar la moto, esperamos poder comprar, seguramente ahí vamos a poder tener tiempo libre”.





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