POSADAS. Sólo evocan palabras de agradecimiento y aseguran que fueron invadidos por un profundo sentimiento, una mezcla de paz y de alegría, difícil de describir con palabras. Son los peregrinos que lograron sortear obstáculos propios del protocolo, llegaron a la capital paraguaya y pudieron saludar y ovacionar al papa Francisco hasta el hartazgo durante su acelerado paso sobre el “Papamóvil” por las distintas avenidas asunceñas. “Como cristiano, me pareció una experiencia única. Tuvimos momentos de satisfacción y de mucha reflexión en cuanto a la vivencia de la presencia del Santo Padre. Me llenó absolutamente. Excedió las expectativas que llevábamos, fue un momento único”, expresó Daniel Silva, que viajó junto a su esposa Roxana Cáceres y sus hijos Franco y Facundo, además de los Fernández, una familia amiga. “Al contar, uno no puede demostrar todo lo que siente viviendo ese momento. La misa del domingo fue, no sólo para nosotros sino para el resto de la gente, sólo lágrimas. Alegrías, emociones, y lágrimas. Nada más. Lo vimos el viernes cuando llegó, el sábado durante la visita a un hospital, y el domingo compartimos la misa. En todos los momentos eran situaciones diferentes pero con el mismo sentimiento. Era mucha emoción y alegría”, manifestó, gesticulando, como si aún no pudiera creerlo.Con los ojos iluminados, dijo que le llamó la atención el día de la misa central, cuando todos lo reconocían a Francisco. “Representantes de otros credos hablaban maravillas del Santo Padre, y el pueblo paraguayo lo reconocía como el más grande representante de la iglesia. Me parecía fantástico. Eran sólo agradecimientos. Sus palabras, simplemente escucharlo en vivo, te llega muchísimo. No sé cómo explicarlo”, dijo Daniel.Los Silva viajaron casi “a ciegas” porque alquilaron un monoambiente sin siquiera ver la fotografía de la construcción. Pero describieron la estadía en Asunción como “muy linda, en una zona muy agradable, con gente solidaria. A quienes preguntábamos sobre lugares para ir a comer o encontrar ciertas cosas, se mostraban muy cordiales, atentos. La prensa paraguaya nos hizo un reportaje y les reflejamos esto. Espectacular la manera que ellos fueron solidarios con nosotros. Nos ayudaron, nos aconsejaron, por eso el agradecimiento”.También destacó que a lo largo de toda la ruta, desde Encarnación a Asunción, había móviles de Misiones Salud apostados en la entrada de los pueblos y eso les llevó mucha tranquilidad. “Sabíamos que podíamos contar con gente de Posadas. Fue muy importante por la magnitud del evento, en el que participaron muchísimos argentinos”, graficó.Finalmente todo “fue mucho más fácil, más sencillo de lo que imaginamos. Íbamos con mucha expectativa y eso, más la incertidumbre del camino, la lluvia, la noche, se fue transformando en alegría. La vuelta era sólo risas y satisfacciones. Gracias a Dios, nada para reclamar”. Hasta el clima los acompañó porque hubo días de calor, con lloviznas momentáneas, que pasaban desapercibidas bajo los pilotos de colores. “Había llovido unos días antes y debido a ello el predio en el que se hizo la misa del domingo estaba muy feo, con mucho barro. Nos metíamos hasta los tobillos, la gente perdía los calzados, la mayoría se ponía bolsas en los pies para caminar por el barro, pero a pesar de eso, fue una misa inolvidable. Para nosotros fue lo mejor que nos pasó”, aseguró Silva, quien comenzó a pergeñar el viaje apenas se concretó el anuncio de la visita a tierra guaraní.“La emoción me hacía temblar las manos”“Voy”, dijo María Cristina “Tochi” Róttoli Laszecki, cuando el pontífice anunció su visita a Paraguay. María Virginia, una de sus sobrinas trabaja como modelo y conductora televisiva en Asunción, y enseguida pensó que el tema del hospedaje estaría resuelto. Fue así que viajó con sus hermanas: María Elina y María Marta y sus sobrinas: María Agustina y María Sofía. Lo hicieron varios días antes de la llegada de Francisco porque sabían del movimiento que se iba a registrar en el vecino país. “No fuimos a recibirlo pero como los medios comunicaban el trazado de las arterias por las que iba a circular el ‘Papamóvil’, nos ubicamos sobre la avenida Mariscal López. No puedo explicar la emoción que me causó ver gente de todos lados, argentinos, paraguayos, brasileños”, relató. No fueron a Caacupé porque les quedaba lejos, tampoco a Ñu Guasú porque había que caminar muchos kilómetros y María Cristina no puede recorrer grandes distancias de a pie. Y los colectivos y automóviles también debían permanecer lejos. Entonces vieron ambas ceremonias por televisión. “La que más me llegó fue la de Ñu Guasú. Estábamos con mis hermanas, mis sobrinas, y me dio una sensación de unidad. Fue reconfortante. Me cambió mucho. Espiritualmente, hablo de un cambio profundo”, evocó, y recordó que luego estuvieron frente a la Catedral y en el Encuentro con los Jóvenes frente al Palacio de López y costanera. “Cuando el Papa fue a la catedral a un encuentro con religiosos estuvimos más cerca. La emoción que sentía al verlo me hacía temblar las manos y las filmaciones salieron movidas. Lo único que le gritaba era ¡Papa! ¡Papa!. Los que controlaban el vallado, nos entregaban botellitas de agua que tenía la imagen del Santo Padre. En ningún momento hubo descontrol, sólo solidaridad y cordialidad. Admitió que viajó con cierto temor porque deberían desplazarse en medio de un millón de personas. “Pero la gente fue respetuosa, solidaria, te guiaba, siempre con educación”.A su entender “lo que él impone, es una cosa maravillosa, una emoción total. En un momento me quedé sin voz de gritarlo, al verlo venir”. María Cristina aseguró que de regreso trajo mucha paz. “Volví con otra sensación, que las palabras del Papa me llegaron. Mi mamá era paraguaya y haber escuchado que resalte la figura de la mujer paraguaya, del pueblo paraguayo, cómo lo valora, me hizo muy bien. Me emocionó mucho, lloré y volví
con una sensación de terrible paz”. Las viajeras fueron a conocer el retablo, la obra de artista Koki Ruiz, después de que el Papá se despidió del Paraguay. Es que a través de los medios avisaban que los peregrinos no se apuraran en visitar la obra porque quedaría expuesta por el término de diez días. “Es majestuoso. Ahí volví a sentir la emoción. Fue una experiencia muy linda y venimos reconfortadas espiritualmente”. VerlopasarMaría Cristina compartió algunas de las vivencias que percibió durante el viaje a Asunción. Entre ellas, el sistema de custodia que se extendía por todo el trayecto donde iba a circular el Papa y que estuvo a cargo de servidores, jóvenes, seminaristas y religiosos de distintas parroquias, capillas y colegios de Paraguay, divididos por sectores. Estos grupos de personas eran trasladados en micros desde la zona del aeropuerto hasta el Palacio de López, una vez que el Papa había pasado por el lugar por el que habían asignado al servidor. De esta manera fueron cubriendo kilómetros y kilómetros, incluso llegando a zonas donde no había vallado.En uno de los sectores se apostaron a las 9 y Francisco pasó recién a las 18.45. Pero nunca los jóvenes perdieron el entusiasmo. Por el contrario, entonaban cánticos religiosos y repetían: “ésta es la juventud del Papa”. En el predio de Ñu Guasú, un terreno anegadizo, descampado por sectores, formaron un cordón de alrededor de una cuadra para contener a unas 20.000 personas que empezaron a acampar en la noche del sábado.A través de los medios de comunicación se pedía a las personas con incapacidades físicas que miraran la misa por televisión ya que por cuestiones de seguridad y traslado no podían llegar a los distintos escenarios.“Fue una experiencia maravillosa, por todo lo que su santidad representa y transmite. Es que él tiene un carisma impresionante. Estuve desde las 14 y hasta las 19 esperando sobre avenida Mariscal López y Estados Unidos, y cuando lo vi venir, la emoción hizo que temblara y gritara. Otras personas lloraban, habían algunas en sillas de rueda, con bastones, con bebés en brazos, con chicos, esperando verlo pasar y agitando banderas paraguayas y argentinas”, sintetizó.





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