POSADAS. A fines del siglo XIX y principios del XX, en esta ciudad empieza el proceso de consolidación del concejo municipal y finalmente, tras varios conflictos sociales, “se entiende” que Posadas debe tener un “cementerio público y laico”. Sin embargo, lo que hoy sería una situación “casi normal” respecto de una relocalización de un cementerio (por ejemplo), para los ciudadanos de la época esta noticia causó un impacto social inesperado.Se desatan escandalosas peleas entre el cura párroco y el concejo municipal por la cuestión de los traslados de los cuerpos, por las actas de nacimiento y también de las defunciones, además de toda la polémica que se forjó alrededor de lo que opinaban unos y otros, y que se refleja en los diarios de la época, hasta que finalmente se comprende (a partir de 1879) que La Piedad es un cementerio absolutamente fuera de las esferas de la iglesia, “pero curiosamente en el inconsciente las autoridades, éstas siguen hablando de “camposanto” cuando se refieren al cementerio público”. Una investigación realizada por el historiador Rubén Antonio Bravo, quien traza un recorte entre 1879, momento en que se funda el cementerio, hasta 1930, captura estas historias y las pone en perspectiva, además de que comprende distintos estudios sobre las variantes arquitectónicas que están presentes en La Piedad y que tiene que ver con las reminiscencias de la capilla velatoria, como cercanía religiosa para enterrar a los muertos. Datos curiosos, reflexiones y argumentaciones basan la charla entre PRIMERA EDICIÓN y el licenciado Bravo, para entender e interpretar los “cementerios del ayer”.¿Cómo se origina su trabajo?Parte de una investigación que realicé para la licenciatura en Historia. Trata de demostrar, sobre todo, que el cementerio La piedad representa indirectamente a la sociedad posadeña en sus orígenes.La investigación arranca en momentos en que se configura el primer concejo municipal, en lo que es la Trinchera de San José y a partir de allí, esa lucha política e ideológica que se va dando entre lo público y lo religioso. Lo que permite entender esta investigación es que si bien se va consolidando un poder político, público y laico, en el plano mental perviven las viejas tradiciones, que más que contradecirse se complementan con el sentimiento de la sociedad posadeña. Es algo muy rico. El estudio hace un recorte entre los años 1872 y 1930, pero el punto de partida es el cementerio La Piedad, que se configura como tal en 1879. Tres meses después de haberse cambiado la denominación de “Trinchera de San José” por ciudad de “Posadas”.¿Qué pasa entonces con la relación entre los posadeños y sus difuntos? En el día de todos los muertos y de todos los santos, el 1 y 2 de noviembre de 1879 se empiezan a trasladar los restos de los antiguos cementerios que existían en Posadas, que eran aproximadamente seis, hacia lo que se conoce hoy como el Cementerio La Piedad en la chacra 60.¿Por qué tantos? Es la pregunta que me planteo al momento de iniciar la investigación. Una de las hipótesis tiene que ver con las condiciones topográficas del antiguo pueblo de las Trincheras de San José, donde todavía no estaba bien demarcado el primer casco urbano de lo que hoy es la ciudad de Posadas que vendrían a ser las cuatro avenidas, Guacurarí, Sáenz Peña, Mitre y Corrientes. La gente va a tener que imaginarse una gran cantidad de cursos de agua y arroyos que atravesaban lo que hoy es zona de microcentro, pequeños montes y elevaciones de la topografía natural, que eso llevaba a que la gente -por tradición- asentara a sus muertos en los lugar altos. ¿Estaban todos documentados? Es decir, ¿eran “legales”?Hay seis asentamientos anteriores a La Piedad que fueron documentados y además de las actas municipales de aquel entonces, las cuales dan certeza de sus existencias comentan constantemente el problema del cementerio los “inocentes” (niños fallecidos) por las epidemias, quienes eran ubicados en distintos asentamientos.Quizá el cementerio del cual la gente tenga más noticias es el que estaba ubicado al lado de lo que hoy es la Iglesia Catedral, más hacia el banco provincia hacia la calle Colón y Santa Fe, aproximadamente, ya que no hay una ubicación exacta, pero que estaba vinculada a la iglesia San José. Esto es algo que tienen que ver con la configuración de lo que es la mentalidad medieval, el “camposanto”. Igualmente, en los primeros cementerios religiosos, principalmente los vinculados a la Iglesia católica se enterraba a los fallecidos en el área más próximas al altar, más tarde por una cuestión de higiene lentamente se fue ubicando a los difuntos en las laterales y posteriormente con las urbanizaciones y por una cuestión higiénica, se fue desplazando de la iglesia hacia las afueras de la ciudad. ¿Qué pasaba con la cuestión de las costumbres religiosas y los otros cementerios, aparte del que estaba en proximidad con la Catedral, que en apariencia están en contradicción con lo que era la fuerte creencia popular de ser enterrado en “camposanto”?Estos otros cementerios se fueron originando por instalación “espontánea”. Por ejemplo uno de ellos en cercanías de la panadería en inmediaciones de la estación del ferrocarril, lo que alude a la proximidad de la Trinchera de San José. También sin ubicación exacta.Otro cementerio del que también se comenta en algunas de las crónicas de la época, realizadas por quienes fueron las primeras personas que estuvieron por aquí para estudiar la temática y documentarla, es el cementerio ubicado en proximidades de la escuela Normal Mixta de los Estados Unidos del Brasil, donde antiguamente funcionaba una plaza y las que sí estaban planificadas por el concejo municipal son las que estaban en la chacra 42, en lo que es actualmente la avenida Centenario y Corrientes. ¿En la época de los traslados de los cuerpo, se activaron leyendas urbanas o relatos de “aparecidos”?No, no. Los relatos son muy posteriores. En esos momentos sólo se deja registro de la documentación oficial, y sobre todo testimonios escritos de libros. Lo que sí es curioso y aparecen sobre todo en el diario La Tarde, son las publicaciones que reflejan el impacto social que provocaban los fallecidos. Es decir, la cuestión de las necrológicas daba a entender la peculiaridad y la trascendencia social que tenía el recién fallecido. Así como hay una pernoctancia de los fallecido en los sectores más altos, también refl
eja el diario algunas noticias indirectas e historias de los muertos en los sectores más vulnerables, como por ejemplo los hallazgos de los cadáveres NN, que se creía que eran de los mensúes que eran arrojados a la orilla del Paraná y más tarde se encontraban los cadáveres putrefactos. También hay noticias y relatos de los muertos en las luchas obreras. O bien como el caso de mayor relevancia fue el de la muerte del doctor Ramón Madariaga, quien fue una persona que vivió y murió en absoluta humildad pero que su muerte causó una repercusión inmensa en toda la sociedad. Inclusive está documentado el argumento por el cual se instalaba allí, que era por una cuestión higiénica y de los vientos norte sur y por eso la ubicación hacia el Oeste de la ciudad. También están los cementerios de las chacras 47 y 38 y lo que se infiere en la investigación que hice es que los cuerpos que habían sido inhumados se trasladaron en el cementerio La Piedad.La Piedad encierra dentro de sí, la historia que rodea al panteón de la familia Barthe, que actualmente se encuentra en estado ruinoso, pese a estar catalogado como elemento de valor arquitectónico…La familia Barthe en sí fue una de las principales pioneras y apoderadas de la región. Pese a que se lo conoce por su explotación hacia el mensú, Domingo Barthe tenía un amor muy apegado hacia Francia y de hecho perdió gran parte de su fortuna auxiliando a los soldados franceses en la primera guerra mundial. En las necrológicas que hay de la época de su muerte sorprende el inventario de sus bienes en Misiones, Rosario, Buenos Aires, Brasil y Europa. Estos panteones, que pertenecen a su hermano Juan y a la esposa de éste, lamentablemente ante la falta de una política integral de preservación de patrimonio fueron y son permanentemente saqueados sobre todo aquellos que buscan hierros o elementos de importancia, sobre todo metálicos. Lamentablemente hay panteones que se perdieron, que deberían haberse declarado patrimonio histórico, pero fueron demolidos, incluso en el momento que yo estaba haciendo la investigación…Como por ejemplo…Recuerdo uno, un panteón muy modesto que databa de 1923/24, de Hipólito Subicaray, quien era un dirigente del club Jorge Gibson Brown, humilde y trabajador. Fue tan importante la muerte de este vecino para la barriada de Villa Urquiza. Que se conservaban en el panteón algunas placas que el club le dedicó, ya que había sido muy fuerte su impronta en la actividad deportiva. La verdad, como posadeños, nuevamente no nos dimos cuenta, al momento de la demolición, del valor que tenía. Así pasó con otros panteones, de 100 o más años de antigüedad. ¿De qué otros aspectos se ocupa su estudio?La investigación también encierra un estudio sobre el trazado primigenio de La Piedad. Quienes hoy conocemos al cementerio creemos que siempre fue así, pero con los años siguientes hay extensiones, porque siempre estuvo desbordado, esta característica no es de ahora. Es una cosa que va a pasar a lo largo de sus historia y se lo va ensanchando. La mensura original era de 100 varas (100 metros cuadrados). A la derecha se van a encontrar los panteones más representativos de la sociedad posadeña en sus orígenes. Un dato interesante, que muy poca gente conoce, es que en el en triángulo II (ver gráfico) todavía se conserva la capilla velatoria octogonal, del estilo Romántico, que es muy antigua y ahora está en estado de abandono. En su momento la mesa para preparar el ataúd era de mármol y poseía gloriosos vitrales. La gente ingresaba desde la calle principal por allí para velar al difunto y después se lo destinaba a las distintas sepulturas o panteones.Los panteones más antiguos, o representativos, están todos configurados a esta capilla velatoria octogonal. Otro dato es que, para construir algunos panteones, se ocuparon pilares de la antigua Trinchera de San José, sobre todos los que se hallan en la parte lateral derecha interna de la necrópolis. Uno entra y todavía los puede ver.¿Por qué elige estudiar cementerios?Creo que en algún momento de la vida todos nos planteamos la cuestión existencial y es lo que me pasó, además de que existe una gran riqueza en la disciplina que estudia la muerte desde el punto de vista biológico, social, económico inclusive. Para mí tiene mucho que ver con el mercadeo general. Hay una cuestión muy fuerte al respecto. Nosotros tenemos una visión occidental y cristiana, pero “entender” la muerte depende de cada cultura y son representaciones muy diferentes en todas ellas. No es lo mismo pensarla en el África tradicional, en Asia que pensar desde nuestra tradición occidental y cristiana que tenemos. Hoy asistimos a lo que se llama la “muerte prohibida” o “invertida”. Hay un rechazo a la muerte, todo lo tomamos en broma y todos queremos ser eternamente jóvenes. Hombres y mujeres nos hacemos cirugías plásticas, buscamos la “eterna juventud” cuando en realidad la muerte es algo que nos va a pasar en la vida. El trabajo que realizo está vinculado a la muerte en el momento de la “modernidad”, en una ruptura que se da entre lo que es “Muerte Ajena” y la “Muerte Prohibida” , cuando en el impacto de la primera Guerra Mundial va cambiando lentamente el plano de las mentalidades.





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