PUERTO RICO. Hace un año, Brenda López celebraba su séptimo cumpleaños en una habitación del hospital Ricardo Gutiérrez de Buenos Aires, luego de haber enfrentado dos cirugías para extirparle el tumor cerebral que amenazaba su vida. Pero el pasado fin de semana, dejando atrás lo vivido y lo sufrido, celebró el octavo, en su barrio, con sus amigos y seres queridos. La fiesta fue en el salón comunitario del barrio Municipal, donde Brenda vive junto a su papá Francisco López, empleado de un aserradero local, su mamá Sonia Sosa y su hermanita Micaela, nacida hace exactamente un año, cuando toda la familia se encontraba en la Capital Federal. Una etapa difícil En enero del año pasado, cuando esta pequeña tenía seis años, sufrió una caída mientras jugaba en su casa. Luego de eso, sus malestares fueron constantes, por lo que sus padres decidieron consultar con un médico. En Puerto Rico, los profesionales no lograron detectar ninguna anormalidad en la salud de la niña, por lo que decidieron consultar con un especialista en Posadas. El resultado fue la peor noticia que podían esperar: la pequeña tenía un tumor cerebral en estado avanzado y requería un tratamiento especializado en Buenos Aires. La familia no dudó y la trasladaron de urgencia. Nueve meses fue el tiempo que estuvieron en la capital del país entre cirugías y tratamientos hasta que pudo regresar a su casa y retomar su vida. En medio de eso nació su hermanita, quien se tuvo que quedar por varios meses en Puerto Rico a cargo de un familiar, ya que su mamá se volvió a ir de inmediato a acompañar a Brenda, a pesar de las complicaciones de la cesárea. Y su papá tenía que seguir trabajando, ya que es el único sustento del hogar. Cobrando un particular protagonismo y actuando como un verdadero “segundo padre” -como definía él su compromiso-, el padrino de Brenda, Lázaro Ojeda, movilizó a toda la comunidad con actividades benéficas a fin de juntar dinero para cubrir los gastos. Lo peor quedó atrás Todo esto, más la dedicación de los profesionales y seguramente las desbordantes ganas de ir a la escuela, jugar y reír de Brenda, ayudaron a su recuperación. En declaraciones a PRIMERA EDICIÓN, Francisco, padre de la niña, expresó: “Ahora por suerte lo peor ya pasó, sigue con sus tratamientos de rutina, pero ella está bien y está contenta y nosotros muy felices. Quiero agradecer a todas las personas que nos ayudaron, sin toda la ayuda que recibimos sinceramente no sé lo que hubiese pasado. Gracias a todas las personas de la comunidad, a mis vecinos y al periodismo, que difundió lo que pasaba con Brenda, gracias a todos, ella ahora está bien”, finalizó.El regreso a la escuela Sonia Vera, maestra de Brenda en el tercer grado de la Escuela 126, se refirió a la reinserción de la niña luego de un año fuera del aula: “Si bien no asiste a clases de manera regular, esto obedece a los cuidados que le dan los padres, porque según la madre ella quiere venir todos los días a la escuela. A pesar de que tiene una dificultad en un brazo y una pierna, de todos modos ella se integró con mucha facilidad. Sus compañeros la cuidan mucho, ella juega y todos están permanentemente atentos a que no le pase nada. Sus compañeritos son los que más la cuidan y miman siempre. Desde el punto de vista de la alfabetización, ella está bien; a pesar de que no asistió a clases un año completo y se atrasó un poco en comparación a sus compañeros, este año se está recuperando rápidamente. Lo único que le cuesta es con el problemita motor que está teniendo, pero en lo que tiene que ver con su cerebro, del problema grave que tuvo no quedó ninguna secuela: se desenvuelve como cualquier niña de su edad y, si comparamos su presente con los primeros meses del año, notamos que está avanzando de manera acelerada, y todo porque no solamente tiene un entorno que la acompaña en todo, sino que ella tiene una alegría y unas ganas de vivir que hacen que todo le salga bien”, explicó. El pasado fin de semana, Brenda celebró su cumpleaños junto a su hermanita, que cumple en la misma semana. Esta vez en su barrio, con su familia, sus amigos y gente querida, lejos de los hospitales y de los miedos; cerca de la vida y rodeada de afectos.




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