POSADAS. El hecho de que el Gobierno provincial aportó 1,2 millón de pesos en la construcción del nuevo edificio del Nivel Inicial del Instituto Santa María, confirmado este miércoles por el propio Maurice Closs en el acto de inauguración de las ocho nuevas salas, generó malestar en muchos sectores, incluso dentro de la misma comunidad educativa beneficiada. No pasó desapercibido que el hijo del Gobernador es alumno del Nivel Inicial de esa institución, cuyos directivos habrían aprovechado esa situación para gestionar la ayuda económica del Poder Ejecutivo para poder finalizar esta obra que comenzó hace tres años. Desde su mirada siempre honesta y directa, el director de Cáritas Diocesana y párroco de la Sagrada Familia, el sacerdote Alberto Barros, analizó esta “situación de privilegio” y lamentó que las religiosas a cargo de la dirección de este colegio céntrico hayan utilizado el parentesco de uno de sus alumnos para gestionar un beneficio económico proveniente de las arcas públicas, que no reciben otras instituciones educativas de gestión privada con comunidades más pobres, ni tampoco muchas escuelas estatales que padecen serios problemas edilicios. Mirada crítica“Por un lado, me alegra y creo que no es motivo de discusión que una escuela amplíe su edificio para poder contener a más chicos. Es obvio que la institución hizo un gran esfuerzo para llevar adelante esta obra y en numerosas oportunidades los padres colaboraron con rifas y otras actividades para avanzar con la misma. Pero el cuestionamiento, al menos lo que me suena desprolijo, es el beneficio-privilegio que obtuvo este colegio, que es pudiente, por tener como alumno al hijo del Gobernador”, reflexionó Barros en diálogo con PRIMERA EDICIÓN.No sólo calificó de “desprolija” la forma en que se manejó la conducción de este tradicional colegio, sino también de “poco solidaria”, porque “hay un montón de escuelas, tanto públicas como privadas, donde para comprar un ventilador o sillas para el jardín hay que hacer enormes esfuerzos”. En este contexto, Barros se refirió a la situación de privilegio del Santa María: “Creo que si el Gobierno destinara esa misma cantidad de dinero para infraestructura en todos los colegios de gestión privada, no habría ningún privilegio. Pero si es el único colegio privado donde se destina dinero y da la casualidad que es alumno el hijo del Gobernador, eso genera suspicacia. Sobre todo porque es una escuela pudiente, que tiene recursos, que cobra inscripciones altas y que tiene el 100% de los docentes subsidiados”. Insistió en su opinión a favor del subsidio del Estado en emprendimientos del sector privado que sean en bien de la comunidad, pero “el tema son los privilegios”. En este sentido, abogó por la ayuda estatal para las instituciones educativas del sector privado que menos tienen, “no a las que más pueden”. El sacerdote separó la conducción del colegio Santa María de su comunidad educativa: “Muchos papás y docentes de esta institución no están de acuerdo con este mensaje comercial que se transmite desde la conducción religiosa, eso de que todo se alquila o vende (el gimnasio se alquila hasta a sus propios alumnos para hacer la fiesta de egresados) o que, por tener determinadas familias en el colegio, tiene acceso a privilegios y beneficios que otras instituciones no tienen”. A cambio, Barros destacó la labor de muchos docentes del Santa María: “Compartí con muchos docentes y alumnos de esta institución experiencias muy lindas y solidarias. Hay gente muy buena y de gran valor en el colegio”, remarcó.Parafraseando al Papa, que expresó su deseo de “una Iglesia pobre para los pobres”, Barros pidió “colegios pobres para pobres. Me pregunto cuántos chicos de familias pobres tienen acceso a un colegio como el Santa María, cuántos chicos especiales o con dificultades tienen acceso. ¿Son colegios que incluyen a todos o sólo a un sector de la sociedad? Creo que este es el planteo de fondo que debemos hacer”, analizó.





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