OBERÁ (Enviados especiales). La fosa donde apareció el cuerpo de Marilyn Bárbaro (53) todavía está ahí, fiel testigo del paso del tiempo. El pozo que cavaron sus asesinos es también un símbolo ante la impunidad: hasta la tierra parece rehusarse a olvidar, negarse a esconder lo que pasó en ese lugar.En esa misma casa donde Marilyn fue salvajemente asesinada, Juana, su hermana, recibe a PRIMERA EDICIÓN. Es la abanderada de una lucha sin cuartel que ya lleva once años sin respuestas. Los motivos parecen ir más allá de cualquier excusa: esta vez no fue el retraso judicial o la falta de pruebas, si no la presencia de “hijos del poder”como sospechosos.La historia ya es conocida. Llegó incluso a los medios nacionales. Marilyn fue asesinada golpes y enterrada en esa fosa por al menos cinco jóvenes en la madrugada del sábado 17 de abril de 2004. Los autores le robaron el auto y fueron vistos en distintos puntos de Oberá y Campo Viera. Uno de ellos hasta confesó, pero todo quedó en la nada.Jorge Piotroski, Matías Ortíz -hijo de Marlene Carvallo, en ese entonces diputada provincial y actualmente coordinadora del Consejo de Seguridad Vial provincial- y Daniel Nuñez fueron liberados gracias a una prórroga extraordinaria. A Pedro Dos Santos le dictaron falta de mérito.Y el único aún imputado es Rubén Schming, que contó todo lo que pasó esa noche. También está libre. Del expediente, que recorrió casi todos los juzgados de Misiones, poco se sabe.¿Tendrá justicia alguna vez el caso Bárbaro? Nadie sabe la respuesta, pero es por eso que “Ticha”, como todos en Oberá conocen a Juana, sigue con su lucha. Justicia. Sólo eso. Un pedido que las autoridades parecen haber olvidado.Juana, ¿pensó alguna vez que la lucha iba a durar tanto tiempo?Nunca pensé que íbamos a encontrar tantas dificultades para que se resuelva el caso. Jamás creí que íbamos a llegar a once años sin tener ninguna respuesta de la Justicia. Ha sido justamente la Justicia la única responsable de que esta sea la situación del caso Marilyn.No hay respuestas para lo que pasó, eran seis muchachos grandes que hicieron lo que quisieron con una mujer inválida, porque ella sólo podía mover el brazo izquierdo, no caminaba, tenía graves problemas de artrosis y artritis desde que a los 7 años enfermó de poliomielitis, pero así y todo luchaba diariamente y era un ejemplo para todos nosotros.¿Recuerda la última vez que vio a Marilyn con vida?Sí, fue unos días antes de todo. Estábamos sentadas en esta misma sala. Yo me despedí, nos abrazamos y lloramos (N.deR.: los recuerdos golpean a “Ticha”, que se quiebra al rememorar ese último recuerdo). Ella me dijo que tenía miedo del futuro, de quedarse sin sustento, porque durante la crisis de 2001 se había quedado sin dinero. Yo le dije que nosotras con mi hermana íbamos a estar siempre con ella, que no se pusiera mal. Me fui así, con una pena enorme. Le dije que iba a volver para su cumpleaños, que era el 19. La mataron dos días antes.¿Pudo saber cómo sucedió todo?De las pericias surge que ella estaba acá en esta sala, donde estamos, porque tenía unos cachorritos. Acá encontraron una mesa ratona manchada de sangre, sangre en aquella pared, sangre en esa otra. Le propinaron golpes tremendos. En el pasillo que va hacia atrás quedó mucha sangre, eso indica que la arrastraron por ahí y hasta afuera. El propio Schming declara que Marilyn solamente decía ‘¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!’, osea que estaba consciente de lo que estaba sufriendo, tanto que seguramente escuchó que la iban a matar. Los vecinos escucharon un grito desgarrador que, dicen, les heló la sangre. Lamentablemente ninguno llamó a la Policía. Después eso la enterraron afuera.¿Cuál es la situación de la causa?La causa pasó a distintos juzgados de la provincia, de Oberá a San Vicente, y así. Todos se inhibieron y la verdad es que poco sabemos de dónde está. Ya es hora de que al menos sea elevada a juicio, porque todavía ni siquiera eso. El único imputado es Schming, los otros cuatro… y falta el sexto, que Schming no pudo identificarlo porque no lo conocía.¿Se cruzó alguna vez con ellos?Una vez, una tarde, salí por acá atrás y lo vi a Ortíz que estaba sentado junto a otro más, supuse que era Schming, porque no lo conocía. Me sonrieron y me saludaron con una sonrisa. Me saludaron burlonamente. Entonces llamé a la Policía, y ahí me dijeron que efectivamente habían sido liberados gracias a una prórroga extraordinaria.Usted entiende que detrás de todo existe una cuestión política…Lo han dicho los propios periodistas, este es un caso que quema. Y hoy, once años después, el caso sigue quemando. No hay un calificativo para encuadrar lo que hizo el STJ, con recursos contrarios a toda norma jurídica, para que esto siga así. Es bochornoso y grave.¿Tiene miedo?¿Sabe qué? No tengo miedo, pero sí muchísimo cuidado. Al cruzar la calle, por ejemplo. La presencia de ellos (N.deR: se refiere a los sospechosos y sus familiares) ha sido permanente. Recuerdo una vez que llegaba de una marcha y la señora Carballo nos cruzó el auto. Yo iba a entrar al garage, nos pasó y nos tiró el auto encima.¿Y en los últimos tiempos recibió nuevas amenazas?Sí, en noviembre del año pasado atentaron acá, contra la casa de Marilyn. Tiraron piedras y patearon la puerta de la casa. De la Policía me avisaron y pasaron a buscarme. Rompieron vidrios y la puerta, no pararon en toda esa semana. No podemos decir que fue éste o aquel, pero gente cercana a la investigación nos dijo que fueron ellos, vinieron a demostrar que son impunes.¿Cree aún en la Justicia?He dejado todo en manos de Dios, pero creo muy difícil que la causa vaya a juicio oral. Sé que ellos no se han arrepentido, ni ellos ni sus familiares. Yo estoy en paz, no hay odio en mí, pero esto no lo puedo olvidar jamás. Y esta lucha la voy a mantener, sabiendo de que en algún momento va a llegar a destino. Si la Justicia de los seres humanos no llega a penar como corresponde por las horas de suplicio a las que sometieron a Marilyn, yo sé que va a llegar otra Justicia.





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