POSADAS. “Es un milagro”, le dijo a PRIMERA EDICIÓN Claudia Acosta, la mamá de Stefanía Vier. Es que la joven, oriunda de Montecarlo, que esperó 101 días un corazón en la Fundación Favaloro, está consciente, despierta y ya come. Es más, tras las extenuantes doce horas de operación, los médicos y cirujanos “la felicitaron por cómo su cuerpo se portó en quirófano. Están todos muy sorprendidos por su evolución”, aseguró su mamá.Ese corazón que tanto esperó ahora late. “Es difícil explicar con palabras al ver ese pecho que sube y baja, al cual le hablo y le digo que es muy bienvenido, que ha sido esperado, que está dentro de una persona que lo esperó con mucho amor y que Stefy lo va a cuidar con mucha responsabilidad. Aparentemente se están empezando a entender muy bien”, relató su mamá, 36 horas después de la intervención.“Es increíble lo que pasa. Estamos felices y muy agradecidos a todos por las oraciones y por cómo nos cuidaron. Todavía falta mucho, pero no pensamos en qué pueda pasar mañana, estamos pendientes en el hoy y en cómo evoluciona Stefy”, dijo Claudia a este diario. Pasa que las primeras 72 horas son las más críticas después de una operación como la que pasó Stefy y recién hoy a las 15 se cumple ese tiempo donde hay que ser prudente porque “puede pasar cualquier cosa”, aseguró su mamá.Sin embargo, la evolución de la joven de 21 años sorprende a todos. “Dice que no le duele nada, que sólo le molestan los drenajes que tiene en el cuerpo, pero eso no es dolor. Habla, todavía algo raro producto de la intubación, pero nos habla. Es un milagro”, repitió.La importancia de donar“Es muy importante que la gente sepa de esto que nos pasa para que no tenga miedo de donar o ser intervenido. Las personas tienen que saber que los órganos dan vida”, destacó Claudia. Stefy fue siempre una gran impulsora de la donación de órganos, desde pequeña cuando en la Feria de Ciencias de la escuela era la encargada de trasmitir sobre la donación. Ahora, tanto ella como su familia, pueden dar fe y testimonio.Stefy fue diagnosticada al nacer con insuficiencia cardiopática por disfunción ventricular, porque nació con las dos aurículas comunicadas y un solo ventrículo. A los diez días de vida fue sometida a la primera cirugía paliativa, la segunda fue a los 17 meses, y a los seis años le implantaron una válvula de un donante. En octubre del año pasado se realizó una resonancia y los médicos le informaron que dicha válvula comenzaba a desprenderse y necesitaría un trasplante. El corazón llegó y ya late en ella.





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