SAN PEDRO. Dicen que el relato que efectuaron los niños en Cámara Gesell fue tan desgarrador que hasta el fiscal se retiró del recinto sin contener las lágrimas. Allí contaron el calvario que sufrían, el horror que vivían en su propia casa; las terribles golpizas que padecía su madre.Y como reza el refranero popular, “lo que mal comienza, mal acaba”. Yolanda Noemí, de 40 años, finalmente fue asesinada por su marido, padre de los tres niños. A su historial de impiadoso comportamiento, el hombre sumó su mayor monstruosidad, su obra monumentalmente macabra. Sucedió el 24 de noviembre del año pasado, en el paraje Colonia Fracrán, jurisdicción del municipio de San Pedro.Allí, Rafael Arcángel (se omite el apellido por las mismas razones que la mujer), de 44 años, con un desprecio absoluto por la vida, primero discutió con la mujer, luego la roció con combustible y finalmente, le prendió fuego.Pero su crueldad no terminó allí. Deseaba dejar secuelas en ella y también en los pequeños. Todo lo hizo ante los ojos de los niños que, aterrados e indefensos, fueron obligados a observar cómo la madre ardía en llamas.Pero hay más. Con posterioridad al salvaje ataque, el agresor dejó a la víctima en la casa sin pedir ningún tipo de asistencia.Sólo Dios sabe cuánto debió sufrir esa mujer. Debieron pasar 48 horas para ser atendida por los primeros socorristas.Después de 38 días de agonía, Yolanda Noemí dejó de existir en el centro de salud donde fue internada en estado desesperante.El hombre, si merece llamarse así, fue detenido ni bien trascendió la historia. Continúa en esa situación.La Justicia inició la investigación y receptó el testimonio de los pequeños en Cámara Gesell. Allí relataron, con lujos de detalles, una historia de maltrato hacia ellos y hacia la madre con un odio que deja al descubierto lo monstruosa que puede ser la mente humana.Uno de los chicos llegó a contar que el padre les ataba una soga al cuello y simulaba ahorcarlos mientras ellos se orinaban del espanto.A todo esto, como si fuera poco, deberán cargar con el horror de haber visto a la mamá morir de la manera en que murió. La causa está a un paso de ser elevada a juicio oral y público.





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