OBERÁ Y POSADAS. Con el trato amable y cordial que lo caracteriza, el obispo de la diócesis de Oberá, monseñor Damián Santiago Vitar, recibió en su despacho a PRIMERA EDICIÓN para analizar temas de la agenda provincial y nacional. Fue la primera vez desde que asumió al frente del obispado que aceptó (a pesar de su cargada agenda cotidiana) una entrevista con este Diario a agenda abierta.Comprometido con la actividad social además de la puramente eclesiástica, el obispo Vitar no dejó de expresar la visión de la Iglesia en las cuestiones pendientes de resolución.En un año electoral, fue contundente en su mensaje hacia los electores y los candidatos, especialmente hacia quienes pretenden gobernar en Misiones.¿Cuál es su visión acerca de la situación actual de Misiones?Soy cordobés de nacimiento pero misionero por adopción. Misiones es una provincia bellísima, con un gran potencial por la riqueza de su suelo y por su población mayoritariamente joven. Percibo que es mucho lo que se ha hecho desde el gobierno provincial, los municipales y la gran labor de las instituciones intermedias. Pero nadie duda que es mucho más lo que queda por hacer, por ejemplo, en materia de viviendas, educación, salud pública, rutas, mejoramiento de los servicios como el agua potable, la generación de fuentes de trabajo, el mejoramiento de sueldos y jubilaciones; además de un trabajo en red y políticas de Estado para fortalecer la institución familiar, base de la sociedad y el acompañamiento de los jóvenes, presente y futuro de la sociedad.¿Está de acuerdo con la inversión inicial de 43 millones para la construcción de un santuario a la Virgen del Rosario de San Nicolás en Puerto Piray?No tengo conocimiento del proyecto salvo por el titular de PRIMERA EDICIÓN. Tampoco conozco la localidad de Puerto Piray. Estimo que está relacionado con el fomento del “turismo religioso” que en estos tiempos moviliza muchísima gente y es generador de fuentes de trabajo. Reitero, es un tema que desconozco, pero a “primera vista” es claro que resulta chocante frente a la situación de indigencia en que se encuentran muchas familias misioneras.¿Qué opinión tiene del caso Nisman?Cuando el país vivió uno de los momentos más trágicos de su historia -la dictadura militar- tenía 13 años. En mi pequeño pueblo cordobés casi no percibimos lo que pasaba. Te comento esto porque después de la crisis política-socioeconómica de 2001, el 18 de enero pasado fue el momento más triste que viví como ciudadano argentino. Sentí como un “machetazo” que desplomó mi esperanza. Tuve la comprobación de algo que no me atrevía a aceptar, que existe una democracia “formal”, la de las fotos, los discursos, las elecciones y los actos, y un poder “bajo las sombras” que maneja y decide a espaldas del pueblo y de la Constitución. Es claro que Nisman murió por la denuncia que hizo. Será difícil recuperar la confianza cívica si este caso no se resuelve. Además llama la atención la reacción agresiva del gobierno ante la denuncia del fiscal, aún después de su muerte. Mucha gente “común” con la que he conversado sobre esta “mancha negra” de nuestra democracia me decía: “Si un acusado, se reconoce inocente ¿porqué tanta agresividad? Si hay inocencia ¿por qué no ponerse a disposición de la justicia para que pregunte e investigue todo lo que quiera? Si hay inocencia, siendo un fiscal de la Nación el fallecido y de una causa tan sensible, ¿por qué faltó el gesto humano de ofrecer el pésame a la madre, las hijas? Otra persona me dijo; “si soy inocente me hago presente en el acto ante el juez y hasta voy al velorio”. Reitero, en mi opinión, la muerte del fiscal sacó a luz “los bajos fondos” de nuestra frágil democracia en los que se mueven oscuros intereses, luchas de poder, de dinero, impunidad… Ante las próximas elecciones y promesas de campaña ¿qué recomendaría a los misioneros?Mi consejo sería, que recordáramos a los candidatos que son “servidores públicos”. Que la palabra “primer mandatario” significa “primer servidor”. Nuestro sistema de gobierno es democrático, no monárquico, por tanto el poder debe estar ordenado al servicio, no a intereses personales o familiares; por lo tanto un candidato electo debería evitar estilos “principescos” y ostentosos, estando lo más cerca posible de la gente para conocer sus problemáticas concretas. Debemos pedirle que sean honestos, transparentes, capaces y que se rodeen de personas con esas características. Que sean implacables contra toda forma de corrupción y que presenten al pueblo su plataforma electoral no sólo con sus propuestas sino también “cómo” las llevarán a cabo, en que tiempo, con qué recursos.¿Cuál es el principal problema social que observa la Iglesia?Cuando compartimos con los obispos argentinos en las dos Asambleas anuales los temas sociales más preocupantes que surgen en nuestros diálogos son el debilitamiento de la institución familiar, la pobreza estructural, la falta de trabajo digno, la violencia generalizada, (desprecio por la vida); el narcotráfico y el consumo de drogas, incluido el alcohol, la trata de personas, la escandalosa proliferación del juego y el “cáncer” de la corrupción, que de no contrarrestarse con una “revolución moral, ética” hipotecará por décadas nuestra sociedad y nuestra democracia.¿Qué puede destacar del ministerio del Papa Francisco en estos dos años?No tengo duda que Francisco es un regalo de Dios para la Iglesia y la humanidad que está expandiendo sobre el mundo el perfume de Belén, el perfume del Evangelio con sus gestos de sencillez, cercanía y ternura. Impacta y “seduce” porque es coherente, porque hace lo que dice. Es un padre y “pastor con olor a oveja”. Además, mantiene el sentido del humor aun cuando conoce de manera directa los dramas y sufrimientos de la humanidad. Vive con “normalidad” y tiene un estilo de predicación clara, breve, directa y profunda con la que está irradiando mucha “luz&r
dquo; en medio de tantos miedos, confusión y tristezas.¿Cuáles son las alegrías y los sufrimientos que como obispo de Oberá ha tenido en estos años?No es fácil resumir cuatro años de intenso ministerio en ésta nueva diócesis. Pero puedo afirmarte que las alegrías más grandes se dan cuando visito las parroquias y capillas, sobre todo en las colonias para compartir la Eucaristía. ¡Ahí “tomo aire”! Ahí palpo la “clase media de la santidad” -como dice Francisco- gente sencilla, trabajadora, con valores humanos y cristianos que a mi entender mantienen de pie la sociedad, por otra parte, se sufre por la falta de vocaciones sacerdotales, la lentitud en el despertar misionero del laicado y las divisiones y celos que se dan en el seno de algunas comunidades. Otro sufrimiento hondo es ver a mucha gente “huérfana” de Dios, que no le encuentra sentido a su vida y cae bajo las “garras” de las nuevas esclavitudes: drogas, alcoholismo, prostitución, violencia, delincuencia…¿Qué mensaje desea dar a la comunidad católica en estos días tan especiales para los cristianos?En esta Semana Santa me gustaría compartir estas palabras del Papa: “Quien se deja salvar por Jesús es liberado del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la esperanza. Al que arriesga el Señor no lo defrauda. ¡Nos hace tanto bien volver a Él cuando nos hemos perdido! ¡No huyamos de la resurrección de Jesús, nunca nos declaremos muertos pase lo que pase!





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